Luna. Passione. (Libre~)

La luna se encontraba en lo más alto de aquel despejado cielo; Brillante y nítida se mostraba esa noche de invierno en la que había conseguido escapar de la capital de Italia dónde le ataban las raíces demoníacas para permitirse unas noches en compañía de su más fiel amante; La brillante esfera del cielo. Esa que desde su posición vigilaba y cuidaba sus pasos de manera recelosa.

Enervó su mano y ésta con únicamente la luz emitida por la luna se dio a mostrar con un blanco propio de los que en la piel inmortal se encontraban, pues, incluso podría compararse al blanco pulcro de una hoja de papel. Sus dígitos, alargados y finos danzaron con suavidad en el aire y aunque a vista de otro estaba tecleando la atmósfera, desde su punto de vista rozaba con ímpetu aquella amante suya mientras una sonrisa inocua apareció en sus labios.

- Non mi lasciare mai. (*)– Habló en tono quedo, tierno, dulce; Cómo todo amante susurraba al oído de quién en su cama quedaba tras una noche de caricias desenfrenadas. Luna. Única y soberana compañera de sus días, esos días obviamente nocturnos.

Bajó cándidamente la mano cuando sus zapatos dieron con una textura que... No, no era asfalto. Su violacea mirada bajó para encontrarse con la granulada arena que yacía a sus pies y no mucho después, abrió los labios con sorpresa al ver cómo, escasos metros más hacía delante se encontraba un mar extendido frente a él.


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(*) No me dejes nunca.

Caminé distraídamente por la orilla de la playa, buscando tranquilidad y el frescor del aire que acariciaba mis mejillas con tanta suavidad, sin duda si buscabas un momento de paz y relajación ese era el lugar adecuado, ese lugar prácticamente se llenaba a ciertas horas de la noche, ya que las citas románticas parecían ser muy frecuentes por esa zona, me recosté e la arena mirando la preciosa luna que parecía querer tragarme, pasaría la noche allí si me estuviera permitido.

Por un momento perdí por completo la noción del tiempo, sintiendo como el sueño me vencía lentamente, aunque por supuesto no llegaba a relajarme del todo, así como ese lugar podía ser perfecto para pasar una noche romántica tendía a ser muy peligroso, más a esas horas de la noche.

Sus pasos fueron lentos y armoniosos, siempre, cuidando de que la arena no se entrometiera dónde sus zapatos le darían entrada libre, pues, cabía decir que la arena dentro del calzado era de las cosas que más irritaban a su persona. Aún y así, el deseo de ver la luna reflejada en el gran azul le hizo no detener el paso y seguir hacía delante. Comprendía que esas eran de las visiones más preciosas y por ende, deseaba verlo con sus propios ojos.

Sin embargo, su deseo se vio fustrado cuando, absorto en sus pensamientos y no parando atención a la figura que yacía en el suelo, tropezó con el cuerpo de aquel ser que tendido en la playa se encontraba y tras un par de inseguros pasos logró estabilizar su figura. Al lograrlo, miró directamente a aquel que había, tal vez incluso pisado con una mueca; No de disculpas u preocupación, si no de enojo.

- Deberías cuidar por dónde te colocas. -

Siseó con tanta rabia cómo su voz aún de soprano sabía interpretar y se dio media vuelta, decidido a dejar el bulto del quizá moribundo ente allí, tirado en el piso, sin corroborar su estado ni interesarse por el mismo.

-Y tu deberías vigilar por dónde pisas-su mirada se afiló claramente molesta ante el tono que el otro usaba para referirse a él, pero no le dio importancia y en seguida volvió a sumirse en un estado de completa relajación, extrañamente parecía muy difícil de alterar esa noche, aunque no podía negar que estaba molesto.

Se levantó bufando y buscando un sitio adecuado para situarse, era cierto que era demasiado fácil tropezar con el en esa posición en la que estaba, así que probaría a irse un poco más lejos.

No respondió a lo que considero una ofensa para su persona, por lo que apretó el paso y decidió de manera definitiva a alejarse en su totalidad de aquel personaje del cual, únicamente conocía la voz, pues, dada la oscuridad siquiera había podido distinguir la formas de su rostro... siquiera su estatura; Nada. De todas formas el sonido de la arena ceder a otros pasos que no eran los suyos le hizo voltear el rostro, encontrándose entre la oscuridad con que alguien, casualmente, seguía, intencionadamente o no, sus pasos.

- ¡No me sigas! – Y aunque trató de sonar seguro estaba por claro que algo en su voz indicaba el ligero estremecimiento que la escamosa situación le producía. No era exactamente miedo... Pero si incomodidad. ¿Estaba realmente persiguiéndole?

Apretó el paso, cómo si realmente el miedo comenzase a refulgir en su pequeño cuerpo y trató de no voltear. Pero tal fue su garbo al andar que no se percató de la cercanía con el mar y así fue cómo sus zapatillas de deporte se hundieron en el suave oleaje nocturno, cosa que le hizo soltar un pequeño quejido que intentaba disimular un claro gritito asustadizo.

-No lo hago, solo busco un sitio donde ponerme, niño-acentuó esa ultima frase, o eran imaginaciones suyas o ese chico estaba nervioso por su culpa, en cualquier caso no tenía porque preocuparse de eso, no le conocía absolutamente de nada, aunque por su traje claramente iban al mismo instituto.

-No te preocupes, no voy a comerte-se encogió de hombros caminando delante del castaño con indiferencia.

Cuando el mayor pasó por su lado intentó agarrarle por el brazo para que no entrase en la zona de agua cómo él anteriormente lo había hecho, pero... Demasiado tarde. El otro también se hundió en el agua salada, empapandole, justo cómo a él, las zapatillas deportivas y el bajo del pantalón del uniforme, entonces, sencillamente, comenzó a reir mientras señalaba a quién había parecido tan seguro anteriormente pero que, en definitiva, no era más que un chico un tanto... Torpe, según su parecer.

Las risas no se aplacaron aún y cuando él mismo también estaba mojado, pero, debía reconocer, esa situación era tan extraña cómo divertida. Finalmente y por su parte, dio pequeños pasos hacía atrás para de ése modo, alejarse del desconocido, sin romper en ningún momento las risas que de un momento a otro se habían formado.

-¡Mierda!-maldijo repetidas veces al sentir el frío que le producía el agua que rodeaba sus piernas, miró con molestia al otro chico partiéndose de risa a costa suya, aunque no tardó mucho en hacer lo mismo, realmente la situación lo requería, había sido bastante torpe y no reconocía.

Salió rápidamente del agua, estornudando repetidas veces, entre la corriente y el tacto fío de esta tenía coger un buen resfriado, hacía poco que salió de una pulmonía y no tenía ganas de volver a pasar por lo mismo, suspiró pesadamente quitándose la ropa y quedándose en boxers, aprovechado la oscuridad para no ser visto, si se quedaba con el uniforme puesto cogería algo.

El grito por parte del otro sólo hizo aumentar las risas, aunque, cuando le escuchó también salir del agua intentó aminorar la carcajada, algo que sin duda pareció lograr en un breve lapsus de tiempo. Al menos, el otro en vez de gritarle había compartido sus rosas... algo que decía bastante a su favor.

Obvio, la oscuridad impedía ver más allá de sus propias narices, pero aún y así su agudo oído captó el sonido de las ropas ajenas ceder y meramente frunció los labios en un gesto despectivo, pues, claramente se imaginaba que el otro se estaba quitando la ropa. Él podía, creía, soportar tener la ropa mojada sin resfriarse, motivo por el cual no se molestó en quitarse también los pantalones. Además... Lo suyo no era ser tan atrevido; En absoluto.

Movió suavemente los hombros y se desacomodó así el abrigo del conjunto de la escuela. ¿Se vería ridículo si le ofrecía la misma?. No tenía ni idea de la estructura del mayor, por lo tanto, no sabía si llegaría a cubrirle lo requerido, pero al menos, hizo su intento de cortesía.

Su pequeña mano tendió el abrigo en dirección al que no hacía mucho había estado estornudando y aunque sabía que sus miradas no podrían encontrarse dado a la oscuridad, miró hacía otro lado, ligeramente cohibido.

-Gracias…-susurró amablemente aceptando el gesto del más pequeño, claramente el tamaño de esa prenda no llegaba a taparle por completo, pero si lo necesario, de todas formas gracias a la oscuridad de la noche nadie se fijaría en él, sin contar que el lugar ya prácticamente estaba desierto, ya no eran horas para estar paseando por ahí.

-Empecemos de nuevo, soy Shin, encantado-le extendió la mano sin esperar realmente ser correspondido, pero sinceramente ese chico comenzaba a caerle bien.

Quizás fuera por los nervios o por la situación que el frío nocturno comenzaba a hacer mella en él, atacándole la parte de los pantalones que tenía mojada. Aunque, evidentemente, no profanó sonido alguno o se quejó, pues, lo que menos quería era que el otro se fijase en que era... Débil.

- Mikaiel. – Fue conciso en cuanto a su respuesta, después de todo, entendía que no precisaba de más para que el otro supiera su nombre. Su mano, esa que aún seguía tendida aunque sin el abrigo entre sus dedos rozó los dígitos de la que le era tendida, pero antes de formalizar el apretón de manos y cómo si eso le hubiera asustado, reculó su palma, ocultándola del tacto de la ajena.

- Encantado. – Susurró, frotándose instintivamente un brazo con la palma libre, tratando así de darse calor, pues, aunque gustase de las noches con luna, eran también de las que solían ser más frías, razón por la cual, no muchos minutos antes rondaban parejas enzarzadas en abrazos con la excusa de... Darse calor.

Sonrió sintiendo un leve escalofrío recorrerle la espalda, comenzaba a hacer demasiado frío en el ambiente, si se daban cuenta de su ausencia en el instituto se le caería el pelo, miró al otro chico con extrañeza, su uniforme era idéntico, así que sin duda alguna iban al mismo instituto, aunque parecía que no tenía la más mínima intención de regresar.

-¿No vas a irte? Comienza a hacer frío aquí-

Le mira con curiosidad, le había dado algo con que cubrirse, así que lo mínimo que podía hacer era acompañarlo.

Miró de reojo el edificio que estaba detrás de ambos; La escuela. No era que su vida allí fuera la mejor, aunque realmente, conocía mejores métodos de vida que no los de estar siempre encerrado en un lugar dónde poco le daba a conocer. Volvió lentamente la cabeza hacía dónde creía que debería estar el mayor y sencillamente, negó.

- Estoy bien. – Mintió, aunque por suerte el ruido de sus dientes al impactar ante el ligero castañeo no era algo que el recién conocido pudiese apreciar y a su vez, era algo que realmente agradecía en silencio. – Puedes ir tu. – Encogió banalmente los hombros, restándole así importancia al hecho de quedar totalmente sólo en medio de la playa, después de todo... Había llegado allí para encontrarse con su estimada luna.

Volvió a temblar y esta vez se medio abrazó a si mismo, obviamente, ocultando el gesto entre el negro espesor de la noche.

-No lo parece...-sonrió notando segundos después una fuerte ráfaga de viento que le obligó a girarse por completo, aunque aparentemente el otro se encontraba bien no podía ignorar el fuerte viento, se encogió de hombros devolviéndole el abrigo.

-Vas a coger algo si pasas mucho tiempo aqui...-Le notó teblar levemente y se preocupó, la noche era realmente fría.

Cuando vio la mano del mayor tenderle el abrigo la indignación creció en él. ¿Tan débil se veía para que le prestasen ayuda?. Retrocedió un único paso, negándose en redondo a tomar lo que le pertenecía. A su vez ladeó el rostro con cierto deje orgulloso, dando por claro que no acataría tan orden.

- Estoy bien. - Siseó, volviéndo a temblar cuando una nueva rafagade aire se levantó en el ambiente, haciéndole esta vez cerrar incluso los ojos para protegerse así de la arena que se levantaba ante aquello, más, intentó no mirar hacía quién unicamente se preocupaba por él, sintiéndose avergonzado en toda la amplitud de la palabra.

-Bueno, sigo pensando que no, pero si insistes-volvió a tomar su abrigo con indecisión, algo le impedía dejarlo a la orilla del mar con el viento que comenzaba a levantarse, pero si el otro se negaba nada podía hacer, obviamente no le iba a obligar a seguirle, pero aun así hizo un ultimo intento por persuadirlo.

-A estas horas siempre se presenta la inspección para comprobar que todos los alumnos estamos donde debemos estar, te meterás en problemas serios si no estás...-le avisó, pues no deseaba que le castigasen.