Quitando estréss [libre/chica]

Ese dia habia decidido ir a la sauna, a desestresarme un poco. Ultimamente las chicas en las clases de gimnasia se me habian vuelto muy rebeldes, no sabia si era por la primavera o porque pero no podia con ellas si seguia tensa y estresada de ese modo.
Asi que ya que esas horas las tenia libre decidi ir a la sauna.
Llegué, me quité la ropa y cogí una toalla, entré y me senté con los brazos apoyados tras el banco. Cerré los ojos un momento, relajándome con el calor cuando oí que la puerta se abría poco a poco, me crucé de piernas y miré quien era, con una sonrisa en mis labios.

Aquello era sinceramente el colmo.
Jamás, absolutamente jamás, iba al sauna; sólo si se encontraba extremamente vacío y con pocas probabilidades de que alguien fuera a acudir al lugar.
¿Por qué la primera y única vez que iba tenían que sucederle aquellas cosas? Lucy le mataría si no le encontraba.
Jodida mala suerte.
Dejo el pequeño morral que traía en una de las largas banquetas junto a la entrada; con paso rápido, intentó localizar los casilleros, en donde teóricamente, tendría unas...50 chances de encontrar el condenado reloj de su hermana.
O no. Tragó en seco ante aquel pensamiento.
Con rapidez se deslizó por el lugar, procurando provocar el menos desorden posible.
Entonces se detuvo con brusquedad, estática en su posición.
No podía ser un hombro lo que había visto por el rabillo del ojo. Oh, no.
Con nerviosos ademanes volteó hacia la inmensa bañera del sauna. Encontrando, obviamente, a la dueña de aquel hombro; y a unos ojos de increíble color que no pudo descifrar en aquel momento.
-Lo...siento. -masculló de modo pausado, debatiéndose entre salir corriendo del lugar o morirse allí mismo.- Sólo vine por algo.
¡Qué mal momento para buscar tu condenado reloj, Willemina!

- No pasa nada -sonriendole-

La estuve mirando de arriba a abajo mientras no me veía, mientras buscaba no se qué. Cuando se percató de que yo estaba allí me encontré con su mirada fija. No supe que decir, en un momento me habia arrebatido todas las palabras, quizás por su belleza o su inocencia, aun no estaba segura. Aunque de lo que estaba es que buscaba algo apuradamente... en la sauna? Eso era un poco raro....
La oí hablar después de un rato de silencio, balbuceando un poco, notando nerviosismo en su voz.
Me levanté, con la toalla envuelta en mi cuerpo y el cabello casi mojado al 100%. Me acerqué un poco a ella y con mi voz más dulce le hablé.

- Quieres que te ayude en algo?

No alcanzó a atisbar exactamente los movimientos de la muchacha, pues en cuanto escuchó el breve chapoteo del agua, apartó con rapidez el rostro, centrándolo en cualquier sitio disponible que hubiera en la habitación.
¿Dónde demonios estaban los casilleros? Vaya memoria inútil que tenía.
Aunque realmente, su olvido se debía más a falta de costumbre que a mala memoria; no es que visitara ese lugar a menudo, especialmente por falta de tiempo o ganas.

-Quieres que te ayude en algo? -
Durante un par de instantes, dudó en siquiera darse la vuelta. Pero no quedaría demasiado educado de su parte el hablarle de espaldas. Además, su voz sonaba solícita más que molesta, lo que le produjo cierto alivio; volteó conservando cierto recato.
Aún así, al notar el esbelto cuerpo cubierto por la toalla, resultó imposible no tomar en cuenta ciertos detalles. Como aquella larga cabellera, por ejemplo: de un intenso rubio brillante, desprendiendo pequeñas gotitas de agua que caían sobre el suelo de mármol.
Debería ser alguna de las profesoras; aunque no podía recordar de qué asignatura sería. No hace mucho tiempo que se encontraba en el Instituto, por lo que aún le era imposible reconocer todos los rostros y asociarlos además con un nombre específico.
Se encontró con la mirada fija en los cuidados cabellos, por lo que apresuradamente alzó el rostro hacia los penetrantes ojos de peculiar color.
-No. -respondió rotundamente. Sacudió rápidamente la cabeza al percatarse de lo brusco de su respuesta- Quiero decir... -dejó suspendidas sus palabras por unos momentos, a falta de una nimia idea sobre lo que debía decirle a la mujer. -...No quiero interrumpirte. -replicó aceleradamente, ebozando una breve sonrisa. Encogiéndose de hombros, su mirada finalmente se apartó de su intelocutora, ubicando los benditos casilleros- Lo encontraré en un segundo.

- Está bien, como quieras -sonriendo de nuevo-

No volvió a sentarse, sino que se quedó apoyada a la pared, un poco lejos de la chica, mirándola de reojo. Se preguntaba que és lo que estaba buscando con tanto apuro. Fue mirando por todo el pequeño recinto, quizás encontraría lo que la chica estaba hallando, aunque si no sabia de que se trataba lo tenía algo difícil.
Las respuestas que le dió la muchacha aun estaban en su cabeza, la habia asustado quizás? Tanto por el tono como por la mirada de la chica decían que quizás si la habia impresionado un poco. Aunque si tenia que ser sincera también la habia impresionado a ella. Nunca habia visto esa chica antes y la saun normalmente era ocupada por profesorado... una profesora nueva? Alguna ayudante?
Un montón de preguntas empezaron a venirle a la cabeza, quizás Ayleen la conocía... ella tenia todos los expedientes de las chicas y mujeres de la escuela.
Después de pensar un rato en blanco, se acordó que instantes antes habia encontrado algo. Un objeto pequeño.

- Oye... por casualidad, lo que buscas no es un reloj? -la preguta le salió automáticamente-

La miró fijamente mientras esperaba pacientemente una respuesta. Sin dejar la sonrisa de su rostro.

Ya había avanzado algunos pasos hasta la zona de los casilleros, cuando se detuvo en seco al escucharle.
Cierto que no podría haber sido la única persona que hubiera olvidado un reloj en un sauna, pero al reflexionar en la pregunta de la mujer, no pudo menos que sentir una inmensa punzada de alivio. Dio la vuelta con rapidez, expectantes los ojos castaños ante aquella posibilidad.

-En realidad, sí -respondió con tono animado, asintiendo un par de veces con la cabeza.- Lo dejé aquí ayer.
Procuraba no aparentar la peculiar sensación que provocaba en ella tener los insondables ojos de la mujer fijos en su rostro; a pesar de aquella atractiva sonrisa que curvaba los finos labios de la mujer rubia, podía advertir cierta peculiar atención.
No fue algo que le resultara grosero en absoluto, ni siquiera extraño. En realidad, durante aquella primera semana en Tsuki no Hikari, había advertido numerosas miradas de ese estilo sobre ella. Y dada su nula capacidad para establecer por sí misma una conversación, no había logrado disiparlas en absoluto.

Sonrió de nuevo y pasó por el lado de la chica, hasta el casillero en que guardaba sus cosas. Allí miró en la estantería superior de el casillero y encontró, en efecto, el supuesto reloj que la chica estaba buscando. Lo cogió y se acercó a la muchacha, arrinconándola contra la pared, sonriendo felinamente mientars fijaba su mirada en los ojos castaños de la chica.
Puso su brazo izquierda de barrera para que no pudiera irse y levantó el reloj a la altura del rostro de la muchacha.

- Es este? -sonriendo-

No sabia sie ra el hecho de que llevaba bastante rato en el agua o por el calor que hacia en la pequeña estancia pero algo le decía que la chica no se libraría tan facilmente con el reloj de allí. Se acercó al oído de esta y le susurró, lamiendole el lóbulo de la oreja muy suavemente.

- Aunque.... seria de muy mala educación no presentarme... no crees?

Sus ojos se abrieron de par en par, sorprendidos ante la rapidez con la que había terminado atrapada entre el cuerpo de aquella mujer, cálido y húmedo, y el frío concreto de la pared; a la que se apretó en un intento de zafarse del tacto de aquella lengua traviesa sobre su piel.
Comprobándole de aquella forma que el breve atisbo malicioso que había adivinado en aquellos ojos no era mera casualidad; contuvo un suspiro de alivio al advertir que aquel reloj era el que le pertenecía.
Mujer descarada ¿Por qué todos los demás le veían como a un manso cordero? Demostraría lo equivocados que estaban.
Mas al voltear su rostro, la intensidad de aquellos ojos, cuyo peculiar color podía ahora apreciar completamente, le dejó paralizada algunos instantes. Tenía, a decir verdad, un rostro hermoso; de facciones finas pero seguras, y al parecer totalmente concordantes con su personalidad. Resaltando en los expresivos ojos aquel matiz ¿Anaranjado, quizá? De un dorado intenso parecía, similar a ese color que le había parecido en un principio.
Un gato; un bello gato cazador.

-Déjame adivinar -comentó entonces con tono fingidamente distraído- ¿Así se presentan en tu vecindario?
Le arrebató con rapidez el reloj, aferrándole al tiempo la mano con la suya. -Willemina; Mina para los amigos. -se presentó entonces con tono altivo, ladeando levemente el rostro al preguntar, con auténtica curiosidad- ¿Con quién tengo el gusto?

Al notar el agarre del reloj y consecuantemente el de su mano sonrió. Dejó de lamerle el lóbulo de la oreja a la chica y se separó para clavar su mirada en esos preciosos ojos castaños que esa chica poseía. Mina.

- Nizeyo; Neko-chan para los amigos

Sonrió y dejó ir un par de rononeos que se oyeron bastante. Siempre expresaba su felicidad, encanto o ganas de jugar de ese modo. Se acercó de nuevo a la chcia y empezó a lamerle la mejilla como un gato cuando se lame las patas para limpiarse. Volvióa rononear y puso su mano libre en la cintura de la chica.
Mina sabía... dulce y eso le encantaba.
Sonrió felinamente y siguió sus pequeñas lamidas en la mejilla izquierda de la chica.

Sus ojos dirigieron un par de rápidas miradas hacia la entrada del sauna; si bien nadie lograría verles de una sola vez, no sería nada recomendable para su puesto que le descubrieran en aquella situación con probablemente, una de las profesoras del sector femenino de TnK.

Contuvo el aliento al sentir la suave lengua recorrer su mejilla en toda su extensión, acercándose peligrosamente a su mentón; en vano planeó apartarse de aquella prisión que Nizeyo había creado en torno suyo, pues sintió una firme mano directamente sobre su cintura, ejerciendo una disimulada pero palpable fuerza.

-¿Neko-chan? -repitió con cierta dificultad, la mandíbula prensada; colocó con cautela cada mano suya sobre los hombros desnudos de la mujer, sintiendo la embriagante calidez húmeda de aquella piel- El título te sienta a la perfección. -tomó entonces rápidamente a la mujer por el mentón, apartándole de su rostro, los firmes ojos castaños fijos en los de ella, las cejas levemente arqueadas en ironía- Aunque no creo parecer un ratón en absoluto.

- No.... tu no eres un ratón... -susurrando-

Sonrió y se limitó por algun tiempo solo a mirar fijamente de nuevo a la chica. En verdad esos ojos castaños la habia atraído más de lo que se pensaba en un primer momento. La mao que no tenia en la cintura de la chica al poco tiempo acompañó a la otra, poniendose al lado libre, cogiendo levemente esas caderas y al cabo de poco de pasar un par de minutos la rodeó por completo, atrayéndola un pcoo hacia así. Haciendo más corta la leve distancia que habia entre ellas.

- ... tu eres.... y serás por hoy.... mi dueña.... -acercándose al rostro de la chica para besarlo-

Tenia muchas ganas de probar esos labios en los que se fijó después de los ojos. Le gustaba dominar pero tambien que fuera dominada.
Mauló levemente una vez antes de sentir ya la cálida respiración de la chica.

Sus respiraciones se rosaron entremezclándose y su mente quedó por momentos completamente en blanco; bien podía apartarse de ella en aquellos momentos, saliendo muy satisfecha de sí misma con su reloj recuperado en la mano.
Pero no; de alguna forma, aquella situación resultaba demasiado tentadora para dejarla pasar por alto; las palabras de Nizeyo prometían ciertamente algo inimaginable, sus brazos cada vez le acercaban más contra su esbelto cuerpo, precariamente cubierto por la toalla.
Podría probar tan sólo un poco.

-Suena tentador. -murmuró con tono pensativo. Deslizó una mano por detrás de la cabeza de la mujer, entrelazándola con los suaves cabellos rubios que aún permanecían mojados. Con brusquedad le atrajo contra sí, uniendo sus labios a los de ella.
Se forzó a tomar aliento al palpar la suavidad de aquellos labios, acoplándose a la perfección a los suyos. Sin más preámbulos profundizó aquel beso, deslizando sus manos por los esbeltos hombros de la mujer, friccionando traviesamente su cuerpo contra la suave figura.

Al notar las ganas de la chica, y las suyas tambien, ayudó a profundizar el beso, notando los suaves labios de la chica e introduciendo poco a poco y tentativamente su lengua en la boca de Mina. Pasó sus manos por la espalda de la chica y como pudo le fue quitando las piezas de ropa que encontraba por su camino de caricias.
Tembló un poco al notar las manos de la chica reposar en su cuerpo pero eso le encantaba, el hecho de que le hicieran venir escalofríos y sensaciones que hacía bastante que no las notaba, que pensaba que las habia abandonado.
Siguió el beso, casi si aliento y más pasional que antes, acariciando el cuerpo de la chica y poniendo una pierna entre las suyas, subiendola poco a poco hasta rozar con la ropa de Mina que daba a la entre pierna de esta.

Poco a poco, sintió cómo las suaves manos de Nizeyo comenzaban a desprenderle de su ropa, al mismo tiempo que la tersa lengua se introducía cautelosamente entre sus labios. Mina le recibió gustosa, deslizando sus manos por la curvada espalda de la mujer hasta alojarse en su cintura, aún cubierta por la blanca toalla.
Sólo un poco más.

La pierna de Nizeyo se introdujo sugestivamente entre las suyas, y Mina debió separarse de aquel beso, soltando un ahogado suspiro ante la falta de aire que había provocado aquel contacto.
-Tú..-murmuró con voz traviesa, y una breve sonrisa curvando sus labios- No pierdes el tiempo ¿Verdad?

Sonrió felinamente, lamiéndose los labios y ronroneando de felicidad. Pasó su dedo índice diestro por encima de los labios de la chica y lo fue bajando, pasandolo por el cuello de Mina, su clavícula y parándose dónde empezaban sus pechos. Ahí, en vez de seguir quitándole la ropa, cambió de táctica. Puso sus manos en los pechos de la chica, masajeándolos muy suavemente.
Sonrió como un gato y empezó a lamer el cuello de la chica como si fuera su alimento, respondiendo a la pregunta de manera juguetona.

- Creo que ya me conoces perfectamente~

Una breve carcajada nació en su pecho ante el juguetón ronroneo de la mujer, mas se vio sofocado por un leve jadeo ante el suave tacto de sus manos, ligeramente frías, sobre sus pechos. El suave recorrido de aquella lengua despertaba poco a poco su cuerpo, encendiendo poco a poco cada milímetro de su piel.

Sus manos se ajustaron en torno de la esbelta cintura, la satinada piel de Nizeyo aún cubierta por la toalla que ocultaba casi todo su cuerpo a sus ojos. Apresó su cuerpo contra el de ella, girando con rapidez en torno de la pared, hasta acorralar a la rubia entre su cuerpo y los casilleros.
Con los labios rosó, a modo de juego, tentativamente los de ella, logrando un contacto más profundo en cada ocasión. Su mano se colocó sobre uno de los firmes muslos de la contraria, alzando lentamente la esponjosa tela que la cubría.
-Entonces...-murmuró con suave tono contra los labios de Nizeyo- ...nos llevaremos estupendamente.

Al verse acorralada a la pared sonrió felinamente, con más ganas de "jugar" aún. Puso sus manos más acomodadas en los pechos de ella, manoseándolos y haciendo unas caricias que excitaban a cualquiera. Se centró durante un tiempo en los pezones de la chica, haciendo qeu se erectaran en poco tiempo. Jugó con ellos mientras volví a besar a la chica, esta vez metiendo su lengua en la boca de la castaña. Subió un poco la pierna en la que su muslo estaba siendo tocado, para subir algo más la toalla ientras entre beso y beso ronroneaba.

- Si... yo tambien lo creo...