Junto al fuego de la chimenea (Yu)

Bufé con desagrado ante su cabezonería por no tomar una simple pastilla para la fiebre, no es como si fuese a drogarle o algo, pero allá él. - Idiota, pero si no saben a nada… - mira que preferir esto a tragársela, sino fuese porque justo ahora no quería acabar en una discusión, le obligaría a tomársela aunque tuviese que metérsela en la boca… Dios, menos mal que no puede leerme el pensamiento, porque hasta a mí me está sonando mal lo que estoy pensando. Yu pervertido, deja de pensar en esas cosas si no quieres que Kei piense que te pegó el catarro…

Volví a ayudarle a levantarse mientras yo también aprovechaba para recoger todas las cosas y guardarlas en la mochila para así poder ayudarle con ambas manos. Intenté cargarlo en mí lo más que pude ya que mi fuerza tampoco era excesiva pero con un poco de esfuerzo ya estábamos fuera de la biblioteca. Tomé un descanso antes de empezar a subir las escaleras ya que él era mucho más alto que yo y por consiguiente, más pesado, aunque con un poco de su ayuda llegamos a la tercera planta.

Por suerte mi habitación estaba junto a la suya y no habría problema de pasar de una a otra después. Abrí la puerta de su cuarto sabiendo ya que Hikaru no había echado el pestillo, y ahora que lo pienso, no sabría si estaría ya dormido o no, así que mejor será ser silenciosos en no despertarle ya que no puedo irme dejando a Kei aquí sabiendo que tiene esa fiebre sin bajar.

Aún apoyado sobre mi hombro e ingresados ya en la habitación, deslicé un poco las sábanas para que pudiese acostarse. - Tú túmbate y descansa, yo iré a prepararte algo… - le susurré mientras le ayudaba a tumbarse, no quería que hiciese movimientos muy bruscos.

Me dirigí hasta el baño donde quedé varios segundos parado mientras pensaba lo que sería bueno para bajar la temperatura… Rebusqué un poco en los cajones en busca de la toalla más pequeña que encontré, la mojé completamente con agua muy fría y la escurrí para después doblarla y volver junto a la cama. - Esto debería aliviarte… - coloqué la toalla húmeda sobre su frente desnuda ya que no llevaba su habitual cinta y me senté a la orilla de la cama a esperar que le bajasen un poco los efectos o tenerme cerca por si necesitaba algo más.

Me dejé llevar dócilmente, lo que dice mucho de mi estado actual. Las escaleras fueron todo un reto y cada escalón parecía tirar de mí hacia abajo en lugar de hacia arriba, pero una vez arriba quedó olvidado: nivel 1 superado. Los pasillos fueron el nivel 2, el laberinto, o al menos así lo distinguía mi cabeza, que no sabía siquiera hacia dónde giraba. Finalmente vi aparecer la puerta de mi habitación, aunque sólo imaginé que era esa porque Yu me dirigió hacia allí.

Mi cuerpo se relajó agradecido ante el blando colchón y la suavidad de las sábanas. Me di cuenta entonces de que aún llevaba los pantalones húmedos y me incorporé con cuidado una vez Yu se metió al baño, aprovechando para cambiármelos por los del pijama que guardaba bajo la almohada. Renuncié a ponerme también la parte superior sin creerme capaz de lograrlo. Volví entonces a tumbarme en la cama y compensé la falta de ropa en mi torso con la manta. Me asaba, pero aún guardaba suficiente sentido común para no empeorar las cosas cogiendo frío en el cuerpo.

Vi a Yu acercarse desde el baño con una toallita entre las manos, pero cuando se acercó miré hacia el techo para facilitarle lo que probablemente se proponía. Me agitó un escalofrío por el contraste entre mi piel caliente y el agua fresca en que estaba la toalla mojada, pero pronto se pasó y suspiré aliviado por el frescor que removió un poco la niebla de entre mi mente, no sin dolor, pero al menos ya me daba mejor cuenta de todo lo que pasaba a mi alrededor.

-Gracias...- la fiebre me había secado la garganta y no pude hablar muy alto. Lo que en realidad fue una suerte porque no quería despertar a Hikaru. Menuda noche debía llevar el pobre... Aunque despertase seguramente fingiría seguir durmiendo para no molestar ni meterse en fregados.- No soporto los medicamentos.-seguí en mis trece, seguro de que Yu aún no había renunciado completamente a la idea de hacerme tragar la pastill.- Me sientan mal, desde siempre...-ni a mí me pasó desapercibido que la voz me salió con un cierto tono febril y, por qué no decirlo, un poquito infantil. Tendí la mano hacia la bolsa en que Yu debía haber traído las cosas.- Quiero música.-afirmé/exigí consciente de que en mi estado podría distendirme un poco y dejar de lado mi rigidez habitual, aunque al día siguiente me arripintiera de portame como un niño.- Por favor.-añadí ya más maduramente. Al día siguiente tendría mucho en lo que pensar... pero ahora quería distraerme escuchando música, con la esperanza de que mi mente descansase con ello si la ponía bajita.

Reprimí una risita por su nueva actitud, tan típica de cuando nos enfermamos pidiendo unos mimos que encantado le daría, era lo menos que podía hacer después de que él hizo lo mismo por mí. No pude evitar pensar que se veía adorable actuando así, le hacía ver tierno y humano.

Sonreí complacido porque parecía que su cabeza empezaba a despejarse un poco, al menos le permitía hablar ya bien. Rebusqué con cuidado en la bolsa hasta dar con su regalo, donde me encargué de guardar las canciones, supongo que se refería a esta música ya que aún no la escuchó.

Me ruboricé antes de ponerla sintiéndome un poco inseguro de mi mismo, sin saber si le gustaría o no pero no queriendo privarle de su capricho, pulsé el play empezando a sonar la primera canción… La preferida de mi hermano, The cape of the storms, una melodía lenta y suave con grandes brotes de melancolía.

Escuchaba atentamente la canción con Kei, a un tono bajo pero suficiente para poder escucharlo perfectamente. Como era costumbre en mí, empecé a dejarme llevar por la canción, no satisfecho con el sentimiento que el instrumento transmitía pues siempre sentía que le faltaba algo que éste no le podía proporcionar, sólo había algo que sí podía conseguirlo… transformar la melancolía en un intenso romanticismo.

- So where has love gone? Will I ever reach it? The Cape of Storms echoes the pain I feel inside… - empecé suavemente, casi en susurros que no llegarían a distinguirse hasta que empecé a tomar fuerza en mi voz para seguir el ritmo de la melodía, afinando las notas y entonando la letra. Quería que se dejase llevar por mi voz, cantándole su canción de buenas noches como a un niño pequeño para que cerrase sus ojos mientras en su mente pintaba los sentimientos que le provocaba escucharla hasta que quedase profundamente dormido alejado de los males.

Cerré los ojos disfrutando de la suave melodía, tan dulce que incluso parecía atenuar el dolor de mi cabeza en lugar de hacer efecto contrario. Sentí que Yu se acercaba a mí, compartiendo así la música del aparato y con el rostro cerca del mío. Mi respiración se normalizó siguiendo el sonido melancólico y de nuevo pude inspirar y expirar con normalidad.

Abrí momentáneamente los ojos cuando oí que una voz tan o más dulce que la música acompañaba los acordes del piano. Sentí la tentación de acercarme más a la fuente de esa voz que trinaba con la finura de un pájaro y la calidez del sol en un día lleno de nubes, pero mi cabeza me disuadió de ello. De nuevo cerré los ojos para así apreciar con mayor claridad la canción. Cuando se terminó la melodía y se apagó la voz de Yu, entreabrí de nuevo los ojos.

-Es preciosa...-susurré, refiriendome tanto a la canción como a su voz y reflejando eso en el tono en que lo dije. De pronto me dieron ganas de reír estúpidamente, pero antes de que se manifestara conseguí convertírlo en una risa suave y por lo bajo.- Mañana no recordaré nada de ésto...-o fingiría no recordarlo, pero eso me lo guardé.- Así que te lo agradezco ahora...-medio dije, medio suspiré. Me llevé la mano a la toalla de la frente, ya se había calentado tras el rato en contacto. Gemí para manifestar mi desagrado, de nuevo como si fuese un niño pequeño.- Está caliente.- sin embargo le sujeté la mano antes de que se alejase consciente de que se levantaría a mojarlo y de que yo no quería que se fuera. Quería seguir oyéndole cantar. Miré hacia la pared al otro lado de la cama.- Me gusta tu voz.-no me paré a pensar en que posiblemente no siguiera el hilo de mis pensamientos herráticos y variables, ni entendiese cómo pasaba de un tema a otro de esa forma. De todas formas ya no sentía tan horriblemente caliente la frente. Tal vez fuera una ilusion por el frescor de la toalla o realmente me comenzaba a bajar, el caso es que había llegado a la fase en que el sueño y las ganas de dormir eran más fuertes que los dolores.

Sonreí momentáneamente mientras daba su valoración, regocijándome de ella, orgulloso y aliviado por haber conseguido darle un pequeño momento de placer y paz. Aunque mi muestra de felicidad se disuadió cuando sentí un leve y extraño dolor en el pecho producto de su siguiente comentario…

Acaso… ¿olvidaría todo? ¿y qué hay de lo que ocurrió antes? No puede ser que simplemente haya sido algo que olvidaría sin más… Eso es imposible, él mismo me lo confirmó antes… Pero entonces no sé qué podría ser, si él no haría algo así; no por un cuerpo… Y no sólo eso ¿por qué yo le correspondí?

Estuve a punto de levantarme, ya que aunque seguía callado y ausente, podía escucharle perfectamente, además de que de paso a mojar de nuevo la toalla podría aprovechar para despejarme un poco y dejar los problemas a la almohada. Aunque al parecer su mano no daba margen a que me fuese y su adorable comportamiento de niño pequeño terminó por convencerme. Me sonrojé notablemente por su halago, queriendo cantarle hasta que mis cuerdas vocales no pudiesen dar más de sí - está bien… está te la dedico… - así que sin poder evitarlo empecé a entonar una nueva canción improvisada…

- Ah, siempre es lo mismo… Siempre tan triste... - salieron las primeras palabras de mis labios y para cuando me di cuenta de que inconscientemente lo hice en japonés, la canción ya había empezado, quizás en un oculto anhelo de que sintiese la canción más palpable, más suya… expresando lo que en muy fondo de mí atormentaba mi mente, siempre el miedo a repetir la historia. - Ah, incluso herí. Y Yo tan sólo… huí… con mi egoísmo - desvié mis palabras hacía otra persona que en estos momentos no podría escucharme, recordando los inicios de la historia para así, no dañarle también a él…

- Ah, los sentimientos por ti, ¿por qué son tan dolorosos? - desvié mi vista hacia sus cristalinos ojos, esperando realmente una respuesta. - Ciertamente… se repite lo mismo…Y te perderé… por mi miedo.

- Ya que me era tan cercano… debí borrar el día que no puedo olvidar... - como él dijo, mientras la herida aún estuviese sangrando, así esta cicatriz ahora no estaría aquí.

- Nunca escuchaba nada… - ya te lo dije, seguí siendo un niño caprichoso hasta que lo perdí, no acostumbrado a perder - ¿tomarás mi mano de nuevo? - pregunté al aire con esperanza, buscando un perdón que nunca llegaría, alguien que de nuevo me guiase, pues desde que él no está, ya nadie lo hizo… ¿podrías ser tú quién lo haga?

- Mañana seguramente… tus sentimientos estarán lejos… - siempre al anochecer tu actitud cambia, te vuelves más alegre, pareces ser más feliz, incluso sonríes… pero al salir el sol todo eso se desvanece.

- Es cierto, nunca cambiará… - aunque tus sentimientos lo hagan, no lo hacen los míos - te amo… - quizás, únicamente quizás esa era la respuesta que buscaba, pero no sabía cuales eran mis sentimientos, sólo sé que eso no pudo ser un simple beso, para mí empezaba a significar más de lo que debía, ese mar de sentimientos que me provocaron sus caricias ¿qué eran?

- Caminemos juntos, el futuro no está predestinado… - pero mientras me dejes permanecer a tu lado, no me importa lo que pueda venir, quiero sentir como nos apoyamos el uno en el otro. - Seguimos caminando juntos - no olvido que desde aquella noche prometimos hacerlo… mientras yo sonría, tú sonreirías para mí ¿recuerdas? - Por favor, no llores más en soledad... - hace mucho que dejaste de estar sólo y tú lo sabes, así que no vuelvas a antiguos hábitos y acostúmbrate a que nunca dejaré que sufras sólo, ya no más. - ¿Cuánto más estaremos separados? Mi pecho anhela que encontremos la verdad más juntos… Por favor… mírame… sólo a mí. Por favor… sólo así… podré alcanzarte…

Cerré los ojos y parecí estar dormido mientras escuchaba. Mi mano debilitó el agarre, aparentemente aflojada por el sueño, pero en lugar de caer flácida se deslizó con una suave caricia por su brazo, recorriendo con las puntas de los dedos su piel. Finalmente mi mano se detuvo sobre la suya y la rodeó con poca fuerza, pero la suficiente para que notase el apretón. Seguí con los ojos cerrados y comencé a sentir que el sueño me arrancaba de la consciencia.

Respiré profendamente ya al borde de la realidad, y al expirar el aire sonó un buenas noches entre el suspiro.

Unas agradables cosquillas me hicieron voltear la vista hacia mi brazo donde su mano se deslizaba suavemente tras aflojar el agarre. Sonreí bobamente al notar su cariñoso apretón y con un agradable calor en mi pecho detuve la canción.

Sin poder decir una sola palabra más, contemplaba su apacible rostro soñoliento aprovechando que no sería descubierto mientras le veía con ternura durante los siguientes minutos, sin nunca apartar mi vista de él, sintiendo todos mis demás sentidos bloqueados y él como el único centro de mi mente.

Pero con la escasez de luz no podía apreciarle perfectamente, así que fui acercándome cada vez más, hasta saciar mi necesidad de tenerle lo suficientemente cerca como para poder contemplarle sin problemas. Mi respiración agitaba chocaba contra sus próximos labios y en mis mejillas un rubor se tiñó por lo que en estos momentos estaba haciendo.

- Buenas noches… - susurré contra las labios antes de sellarlos con los míos húmedos. De nuevo las mismas sensaciones en el estómago de antes, al sentir tal íntimo gesto. Un roce delicado y casto que se volvió con los segundos más atrevido, separando mis labios para fingir como éstos parecían morder los contrarios con pasión, sin llegar a volverlo brusco. Despacio me fui alejando de esos adictivos labios que anteriormente apenas correspondía y el quinto beso, el que seguramente mañana no recordaría si fue real o un sueño, finalizó.

Sentí unos labios húmedos posarse sobre los míos sacando a flote los recientes recuerdos del anterior encuentro entre nuestros labios, los mismo escalofríos, no a igual escala pero igualmente placenteros. Por desgracia el sueño combinado con la sorpresa me impidieron reaccionar a tiempo, y para cuando lo hice el momento había terminado. Seguro que él me creía dormido, y preferí dejarle pensar así.

Sentí hundirse la cama bajo su peso y supuse que se quedaría... aunque no sé dónde terminaba la intuición, y dónde empezaba el deseo de que así fuera.

Esas cosas divagaba mi mente febril en el día de Navidad.

Hacía ya rato que ya era de madrugada, así que sería mejor que yo también me fuese a dormir, sólo espero que no le moleste que por esta noche me quede aquí con él. Tomé asiento a un lado suyo y procurando no despertarle, me metí entre las cobijas aún con la ropa puesta, dándole la espalda por la vergüenza que me produciría tener su cuerpo tocando el mío después de lo que acababa de hacer...

Cerré los ojos fuertemente mientras agitaba mi cabeza para alejar esos pensamientos y poder dormir esta noche, aunque visto lo visto, no sería sencillo conciliar el sueño hoy.

CERRADO