Cena de Nochebuena (Yukimura Kei) [Cerrado]

Continuación del tema Feliz Navidad

Me adentré al restaurante seguido por Kei echando un vistazo a mi alrededor. Por suerte estaba vacío y silencioso, tan solo con una música relajante de fondo, así que a Kei debería de agradarle ese hecho. Por lo demás, era elegante y en la puerta nos recibió uno de los empleados, al que le dije el nombre al que estaba hecha la reserva y enseguida nos dijo que nos llevaría a la mesa.

Ya que noté que la temperatura dentro era ideal, prácticamente podría decir que era calurosa en comparación con el exterior. Así que para no resfriarme cuando salga por el cambio de temperatura, me quité la chaqueta roja quedando con los brazos descubiertos y entregándosela al empleado que se dirigió hasta el armario para guardar los abrigos.

Por fin tomamos mesa en una para dos personas a las que nos guió el camarero, que por suerte de que no había nadie, nos llevó a la mejor, donde un gran ventanal nos daba las vistas nevadas del exterior recordándonos que estábamos refugiados en el agradable calor.

Miré indeciso a Kei una vez que nos sentamos y el camarero esperaba a tomar nota de las bebidas o si ya teníamos decidido que comer. - ¿Qué te parece si pedimos un vino? Para celebrarlo... - le pregunté sin saber muy bien qué íbamos a celebrar, aunque yo no entendí mucho de vinos, confiaba en que Kei supiese tanto de ello como de otras bebidas sabía. Abrí la carta con todas las comidas, mirando confuso los nombres que me parecieron que estaba en ruso, espero que pueda orientarme un poco...

Le dí mi gabardina al empleado también qudándome con la sencilla camisa blanca y me sentí satifecho ante la prácticamente nula clientela y la mesa que nos habían asignado. La noche producía un efecto calmante sobre mí, y más aún una como ésta de blanco invierno. Miré relajadamente a través de la ventana, embebiéndome de las vistas, más relajado de lo que suelo estar nunca. Aparté sin embargo la mirada de la ventana al oír la pregunta, devolviéndole a él toda mi atención con mi siempre penetrante mirada. No es algo que haga a propósito, simplemente tiendo a analizar las expresiones de las personas con quien hablo, por costumbre.

-A mí no me gusta el vino. A mucha gente le gusta, pero principalmente solo cuando se les acostumbra el paladar, y dado que no tengo hasta entonces porque nunca lo bebo, mejor que no. Aunque lo puedes pedir para ti si quieres. Por otro lado, ya que estamos en un restaurante italiano, podríamos adaptarnos al ambiente y pedir algo típico de allí. El licor italiano más conocido es el limoncello, aunque tal vez a ti te gustaría más la sambuca, es más dulce.

Preferí evitar la grappa, ya que contenía mucho alcohol.

Negué ante su primera sugerencia de pedir el vino. - Una botella entera para mí solo ni en broma... - no quería acabar la noche ciego de alcohol, más aún cuando aún nos quedaba noche por delante, no quería arruinarla con mis "dolores estomacales" de la otra vez. Escuché su sugerencia sintiéndome un poco inculto en cuanto a cultura italiana, pues no entendí ni conocí ninguno de los nombres que decía - entonces probaré la sambuca, confio en ti en que me guste, más si es dulce y ya después probaré lo otro - noté como el camarero anotaba el pedido. - Y en cuanto a comida... ¿qué me recomiendas? - le pedí opinión mientras paseaba mi vista por la carta. Canelones florentina, carpaccio, calzone con requesón, aqua pazza... ¿Alguien que me diga si eso se come?

-Tal vez... spaghetti negro con salsa de queso... O tal vez los fettuccine... llenan menos, y ya que no tienes mucha hambre... Aunque deberías comer más, pedazo de anoréxico.- le miré reprovatoriamente.- Para mí creo que elegiré unos ravioli de queso. O podemos coger una pizza grande para los dos, como la de pollo...

Iba murmurando según recorría la carta con lo ojos. Nunca había ido a un restaurante italiano, pero las comidas del cocinero de mi casa y mi sed por saber de la vida fuera de los límites de mi hogar me habían nutrido bien de conocimientos en gran parte de los campos. Una mezcla de internet y libros se habían convertido cuando era pequeño en mi ventana al mundo exterior.

- Oh, entonces yo fettuccine, por favor - le pedí al camarero sonriéndole, sólo por curiosidad, quería comprobar si la teoría de Kei funcionaba - ¿anoréxico? Pero si como una vez al día... - le miré con un puchero en mi rostro y voz tristona, intentando hacerle entender - no como poco... - afirmé del mismo modo mirando hacia otro lugar sonrojado, intentando hacer creíble la mentira - es que... soy bajito y pequeño, si como mucho me pondré gordo, así que tengo que comer en proporción a mi tamaño. Además... esta comida de caucasianos a la que me están sometiendo llena muchísimo y tampoco es que comer sea mi pasión, engorda... así que... prefiero comer otras cosas... - 3, 2, 1... ¡¡No quise decir eso!! Lo juro, salió de mi boca antes de pensar lo que estaba diciendo, estaba tan ensimismado en quedar creíble que... oh, Dios, pero que pervertido soné... yo no quiero comer ese tipo de cosas, me da cosilla...

Una sonrisa maliciosa se extendió por mi cara.

-Ah... otras cosas... claro... Además, como eres bajito y pequeño... -inmediatamente después cambié de tema, pero mantuve la sonrisa combinada con un "inocente" parpadeo.- Claro, por supuesto, entonces fettuchini, ¿no? Yo me quedo con los ravioli rellenos. Sigo pensando que deberías comer más.-cambié la expresión de nuevo, esta vez a una completamente inocente.- Ha oído, ¿no? Una de fettuchini y otra de ravioli. No olvide la sambuca, con un par de granos de café. Gracias.

Cuando al fin el camarero se marchó volteé de vuelta a la ventana tapándome la boca con una mano en que apoyaba la barbilla para disimular las pequeñas risitas.

-Bueno, entonces empezamos mañana mismo con el manga, ¿no?-le volví a mirar repuesto y con expresión de "aquí no ha pasado nada".- Supongo que lo primero será concretar la historia, aunque tal vez podríamos empezar a pensar en eso ya. Por ejemplo los nombres, ¿te parece si yo escojo el de uno y yo otro? ¿Cuál preferirías nombrar tú y cuál nombre te gusta? Hay quien pone los nombres a los personajes por algo de la personalidad o historia del mismo, pero siempre pueden ser al azar.

- ¡Kei! - le regañé completamente ruborizado por su atrevido comentario - yo jamás haría algo así, me da... cosa, sólo imagínate hacerlo... es bochornoso... Además, no soy tan pequeño como para llegar a esas partes, como mucho le comería el cuello - no sé porque lo primero que se me vino a la cabeza fue la diferencia de estatura entre Kei y yo.

- Sí, mañana después de comer, por ejemplo, bueno, después de que tú comas. Y no como poco, así me va bien, en serio, creéme - afirmé esta vez no queriendo que se preocupase por algo así, pues realmente no necesitaba comer más. - Me gustaría más si el nombre tiene alguna relación, que es lo común. Como ni nombre, me lo dieron porque creyeron que era adecuado... lástima que se equivocaron completamente - sabía que Kei no podría entender del todo a qué me refería pues apenas sabía de mí y realmente deseaba que supuese, contarle lo que he pasado y he hecho pasar pero nunca encontraba una buena oportunidad para abrirme, supongo que esta vez podría serlo. - Tú eres japones, debería saber que significa mi nombre... Aunque Yu no tiene ningún origen en concreto, sí que el kanji está en japonés - le dije mientras sacaba el móvil y le mostraba el salvapantallas donde se mostraba éste - supongo que no hace falta que te diga lo que significa ¿no? Como ya habrás podido deducir, creyeron que su significado era lo que mejor me definía... - guardé de nueva cuenta el móvil en el bolsillo volviendo a centrarme en el tema - en cuanto al nombre... me gustaría que fuese uno occidental antiguo, que uno de los personajes fuese moreno de ojos grises, ¿qué te parece?

-¿Por qué me riñes? ¡Yo no he dicho nada malo!-contesté con la voz inocente de quien sabe que no ha roto un plato en toda su vida. No me costó entender el kanji, pero me encogí de hombros.- Yo no veo ninguna equivocación.-declaré. Vale, que era pesado, curioso y no callaba, pero eso no eclipsaba otras cualidades.- Sí, estaría bien, en el caso de los nombres, si quieres que tengan significado y sean occidentales habrá que consultarlo, porque aunque sé algunos no sé bastante para buscar un nombre en especial por su significado. ¿Cuál te parece que deba ser el moreno, el que aparece en los sueños? Tal vez el otro podría ser cabello castaño claro y ojos azules... Lo digo por no poner el contraste típico de moreno y rubio, y un castaño claro queda bien.

En ese momento llegó el camarero con los platos sorprendiéndome por su rapidez. Inmediatamente tras él llegó el maitre con la bebida.

Le miré con escepticismo por hacerse el tonto - no soy pequeño y no me digas así - inflé los mofletes en disgusto aunque no podía evitar intrigarme cómo es que le permitía llamarme bajito pues no se lo había consentido a nadie desde que me recordaba que mi hermano adoraba hacerme rabiar con eso... Suerte que hoy no me encontraba en uno de mis días melancólicos y nada conseguiría afectarme.

Sin querer me sonrojé por su comentario que para nada me lo esperaba y menos viniendo de él, aunque escondí la sensación de calidez que invadió mi cuerpo con un falso enojo. - Pues ese es el problema... que no se la ves pero puedo hacer que la veas fácilmente - le contesté con molestia porque sabía que llevaba toda la razón y si no que le pregunten a los que me dieron la vida.

- Sí, que el moreno sea el de los sueños ya que los semes son los morenos por excelencia - no había nada más que mirarle a él para comprobarlo - me encanta el pelo castaño claro - le conté con ilusión - yo al principio quería teñírmelo en un color caramelo también pero me parecía demasiado uke hasta para mí - pues si en algo tenía que definirme lo haría como suke, aunque pudiese mostrarme muy sumiso no quita que no sepa hacer de un buen dominante - pero al final me decidí por castaño rojizo que es como mejor queda con los ojos azules - fue algo que comprobé cuando conocí a una americana con esa combinación que no dejaba de gustarme tanto - o no pensaría que mi pelo era natural ¿verdad? Suficiente ya tengo con mis ojos anormales como para encima no tener el pelo negro como todos los asiáticos, si encima saco el pelo de otro color mi padre ya se hubiese preguntado mi paternidad... Aunque tus ojos... tampoco es que sean normales ¿son lentillas? - pregunté acercándome hasta él lo más que me permitió la mesa para verlos de cerca donde no encontré ningún rastro de lentillas, pero no era normal en nuestra raza tener los ojos claros.

Miré con hambre el plato que lucía delicioso entrándome unas terribles ganas de probarlo, así que corrí a coger los cubiertos pero... - Kei, ¿dónde están los palillos? - le pregunté desconcertado, antes no había caído en ese detalle - ¿cómo pretenden que coma fideos sin palillos? ¿Debería de partirlos con el cuchillo y cogerlos con la cuchara? - tomé los cubiertos bastente confuso intentando idear una manera en la que podría comerse esto, la cual no podía creer posible, a lo mejor se le olvidaron traer los palillos…

Me encogí de hombros tranquilamente, sin estar de acuerdo ni discrepar. Podía pensar lo que quisiese.

-A mí me parece que te queda mejor el rojo, el castaño no te va, demasiado sencillo.- entrecerré la mirada lentamente, y una sonrisa melancólica se dibujó en mis labios al oír su comentario. No era una sonrisa alegre ni tampoco triste, simplemente pensativa.- No, no son lentillas, heredé los ojos de mi madre. Ella tenía los ojos azules... o al menos eso creo, porque nadie más en mi familia los tiene de ese color. En realidad no puedo asegurarlo... tal vez me venga de antes, de la madre de mi madre por ejemplo...

Pronto volví a la normalidad y negué divertido por sus ocurrencias.

-No se usan la cuchara ni el cuchillo, sino el tenedor.- como con los ravioli no servían para hacer demostraciones, le puse su tenedor en la mano y se la moví para demostrarle cómo se hacía, ejecutando yo mismo los movimientos con mi mano sobre la suya.- Así, se enroscan con el tenedor, coge pocos para que se enrosquen bien y no queden colgando.

Me tensé notar su mano sobre la mía que si no fuese porque estaba siendo guiado, mis movimientos se notarían torpes por sentir ese simple contacto que me ponía nervioso. Tragué nerviosamente intentando concentrarme con cómo lo hacía para poder hacerlo yo pero me costaba mantener la atención. - Gracias... - murmure suavemente con cierta timidez una vez que hubo terminado la lección intentado volver a la compostura. ¿Por qué siempre conseguía ponerme nervioso a la mínima cosa que hacía?

¿Eso creía? Vaya... sabía por lo que me había contado que no le gustaba a su madre verle pero nunca pensé que se habrían visto tan pocas veces como para no recordar ni el color de sus ojos. - Bueno, al menos tú sabes que de alguien puede venirte. Además, son bonitos... te sientan bien - le halagué observando su cálida combinación de azules que sin poder evitarlo, cada vez que le veía me recordaba a felino. - Yo odio los míos... - sabía que en el tiempo que llevábamos y visto que en varias ocasiones me había visto desde demasiado cerca, era imposible que no hubiese notado la desigualdad aunque yo nunca lo hubiese comentado, de hecho jamás hago referencia a ellos así al menos la gente le daría menos importancia al ver que yo no los tengo en cuenta. - Porque son raros, casi únicos, nadie conoce a nadie más que los tenga y eso me hace sentir diferente, más lejano que los demás y me miran como si no fuese como ellos - conté por primera vez a alguien como me sentía respecto a eso, llevándome por fin a la boca los fideos que Kei me había ayudado a enrollar.

-No.- sonreí de nuevo con la misma melancolía.- No, en realidad no lo sé, porque no la he visto nunca.-pinché un ravioli y me lo llevé a la boca. No era necesario que yo dijera eso, pero quise dejar escapar algo. Me incorporé un poco sobre la silla y lo miré más de cerca. Entorné los ojos con simpleza.-Discrepo.-dije simplemente.- A mí no me parecen nada malo o desagradable, aunque sí distintos. Y eso me parece genial. ¿Sabes que marean? Absorben...-mi voz se apagó poco a poco mientras lo miraba. El efecto comentado salía a la luz, y antes de que se notase demasiado prefería alejarme. Desvié la mirada a la ventana para que no viera mi turbación.-Quiero decir... que a mí me gustan...

- ¿Nunca? - repetí para mí mismo pensando en lo que dijo - vaya, lo siento... - entonces si no la había visto, eso significa que su madre no podía ser la que dijo que le odiaba ¿no? Uf, parecía que complicado todo lo que ha pasado en su familia y apuesto que salió él como el único culpable de todo.


- Jeje - no pude evitar reír con una sonrisa al oír sus palabras en un hermoso halago, notando su comportamiento que verificaba lo que decía pues apartó la vista de mis ojos enseguida para no caer en ellos - de verdad que no dejas de sorprenderme, Kei - otra pequeña risa se escapó de mis labios para pronunciar - me recuerdas tanto a él... - no por su comportamiento ni físico, sino algo dentro de Kei que me encantaba, sus palabras tan parecidas a las que él me decía y la forma de tratarme... me llenaban de la misma calidez como la que mi hermano me provocaba. - Gracias - le agradecí alegre por hacerme recordar que él también solía decir lo mismo de mis ojos. No sabía si eso sería bueno o malo pero... ¿algo que se siente tan bien puede ser malo?

-No importa. De todas formas no habría cambiado nada si la hubiese conocido.-me encogí de hombros.- Murió cuando nací yo... o eso me han dicho. Tal vez simplemente se olvidó de mí... y se fue. Y yo quedé a cargo de mi padre y su esposa.-finalicé. Subrepticiamente se podía sacar bastante en claro de mis palabras que yo era un hijo de fuera. Prefrí no decirlo directamente, pero no evitaría que él sacase sus conclusiones, y estaba bien.- Y... no es para tanto... es algo normal, nada sorprendent. -bajé algo más la mirada, ocultándole de nuevo mi turbación. Kei, ¿dónde te has metido? ¡Porque en éstos momentos no parece que movieses los hilos! Me llamó la atención su pequeña comparación.- ¿A él? ¿A quién?-pero antes siquiera de que la última pregunta llegase a su cerebro rectifiqué. Sigo siendo Kei al fin y al cabo. Si quiere contarlo, prefiero que lo haga porque él lo desea.- No importa, da igual. Seguramente no quieras contarlo.-sonreí.- Esperaré. -concluí y seguí comiendo calmadamente, agradeciendo a la luna y sus amigas las estrellas esa tranquilidad que me traía la noche, que incluso facilitaba mis sonrisas. Aunque tal vez no se debiera a ellas en esta ocasión. De nuevo con expresión ausente.

- Quien sabe... - dije simplemente - aunque a veces me entran ganas de que las cosas no hubiesen ocurrido de otra forma ¿a ti no? Es como si... si todo hubiese sido diferente no seríamos como somos ahora y en parte me alegro por eso, además de que aprendes a valorar cosas que antes no, al menos en mi caso... - quizás en el suyo fuese similar y si hubiese vivido con su madre, seguramente ni nos hubiesemos conocido y me hacía sentir aliviado porque las cosas no fuesen así.

Me extrañó que preguntase pues él negó que alguna vez lo haría pero en seguida se dio cuenta de su "error" excusándose. Sonreí por su comportamieto, bien le di a demostrar que no me molestaba que me preguntase, sino más bien lo prefería. - Descuida... si no quisiese hablar de eso, ¿no crees que no hubiese hecho referencia? - al fin y al cabo era humano y también sentía de curiosidad y sabía que sería difícil poder contenerse de preguntar, aún más cuando estaba comparándole. - A mi hermano... - contesté con simpleza - me recuerdas mucho a él... - repetí con añoranza mientras le miraba con cariño - os pareceis mucho, no sé en que... pero sé que os pareceis. Te hubieses llevado muy bien con él, era perfecto en todo, hasta como persona - dejé de mirarle para volver mi vista al plato donde volví a enrollar la comida con algo más de práctica, tampoco creía que estuve relevando algo demasiado importante, no me importaba para nada contárselo, incluso sentía que era algo transcendental.

Me encogí de hombros.

-En cierta forma. No niego que mi pasado ha hecho de mi lo que soy. Aún así, no estoy seguro de gustarme tal como soy.-por un momento una sonrisa sardónica ensombreció mis rasgos, pero pronto desapareció.- Y hay cosas que realmente desearía cambiar... -mis pensamientos no se centraban precisamente en mis padres. Una parte de mí se resintió sin saber yo la razón al saber con quien me había comparado, pero mayormente predominaba otro sentimiento y opacaba el no identificado. Su hermano era alguien a quien quería mucho, no hacía falta ser adivino para saberlo, y me producía un agradable calor saber que yo le importaba. Sonreí, sabiendo que era la forma más sencilla de agradecerle la confianza sin necesidad de palabras torpes.

Me llevé otro bocado a la boca y después bebí un sorbo de la bebida. Refrescante y ardiente al tiempo. Le hice un gesto a Yu invitándole a probarlo también.

- A mi tampoco es que me guste como soy ahora pero al menos es mejor que como era antes. Mejorar, aunque sea un poco, es lo único bueno que he sacado… pero a un precio demasiado alto - le sonreí con melancolía mas en seguida hice desaparecer cualquier gesto de sentimientos que prefería dejar al otra lado de la mesa.

Tomé la bebida que me ofreció para probarla. Tenía un sabor a café que me encantó - está buenísimo, además me encantan las cosas tan frías que hasta me duelan los dientes - le contesté devolviéndole la bebida con mi típica sonrisa burlona y alegre.

- Como te decía... - retomé el tema tras una breve pausa - es inevitable no desear que algunas cosas cambien pero alguien me dijo... que empezase por dejar de huir - removí la comida de mi plato agachando la mirada a éste para que no notase mi rostro que de repente se tiñó carmesí.

- Por cierto... ¡lo siento! - agaché la cabeza mientras juntaba mis manos en súplica frente a ésta - no cumplí mi promesa... - susurré con pena sin atreverme a verle aún - estos días he estado fumando un poco más... paquete al día... - aclaré lo último apenas audible porque no pude seguir el buen ritmo que llevaba al principio pero es que pasadas unas semanas empezó a acumularse todo el mono y no pude con él - ya sabes... los exámenes - intenté excusarme con eso - estos días he estado agobiado estudiando y además las llamadas de mis padres jodiéndome... - vale, admito que fue prácticamente eso último lo que me tenía inquieto últimamente y no sabía decírselo a Kei o no porque tampoco quería que se preocupase por eso... no obstante, dudo que aunque lo sepa vaya a preocuparle eso, ni que fuese alguien importante para él...

- Quieren que me vaya... - le declaré finalmente dejando los cubiertos sobre el plato apretando fuertemente entre mis manos la tela de mis piernas mirando los puños que se formaban en ellas - no durante las navidades, sino para siempre... Han estado viendo mis notas y a menos que con las recuperaciones o con las siguientes notas les convenza de que vale la pena de que me quede aquí... Pero es que antes me daba igual estar aquí o no por eso no le tomé importancia a los estudios... Pero ahora… no quiero irme - le miré finalmente a los ojos con anhelo en una leve sonrisa intentando grabar en mi mente esa imagen, su imagen para no olvidarla nunca - no ahora que tengo una razón para quedarme aquí... - obviamente que no tenía porque importarle a él algo así, no es como si me fuese a echar de menos…

Sí, lo entendía, grandes cambios exigían grandes sacrificios... y uno no siempre prefiere pagarlos. Ciertamente no mentí cuando dije que no había que huir, pero yo no siempre había salido bien parado con esa filosofía. Aún así, en la mayoría de los casos es mejor enfrentar, al contrario de éste.

-Al final terminaré por confiscarte los cigarros y suministrarte uno al día.-reprobé.- Al menos cuando estudiabas conmigo no fumabas, aunque no diré que no me dí cuenta de que tu ropa olía a tabaco, es lo que pasa por compartir mesa de estudio. Respecto a tus padres, si les preocupa es que no saques buenas notas mejor harían en no complicártelo aún más con llamadas estúpidas. Yo lo que hago es colgarles el teléfono cada vez que me llaman, aunque no lo hagan muy a menudo. Estoy seguro de que mi padre está loco por ponerme la mano encima y grabarme en la piel lo que pasa cuando se le falta al respeto colgándole el teléfono.-sonreí socarronamente, sin darle importancia. Seguramente era cierto y no iba a ser divertido, pero podía soportarlo. Bebí otro trago de la bebida, ya a la mitad. La copa de Yu seguía intacta ya que él bebió de la mía.- Bueno, no hay nada que temer, alguna habrás recuperado, y yo, generoso y amable como soy -imprimí a mi voz un tono de ironía mientras rodaba los ojos. Era la primera vez que hacía este tipo de falsos alardes, pero la situación lo llamaba.- tendré que ayudarte para que apruebes todas o al menos casi todas en el segundo trimestre. Vas listo si te crees que te vas a escapar sin pagar por haberme dado tanto la lata esta parte del curso. De alguna forma me lo tendrás que devolver.

Seguí con otro trago de la copa. Mi naturaleza me impedía expresar con claridad mi deseo de que se quedase, pero no lo negaba y supongo que se dió cuenta. No podía esperar de mí muchos comentarios amables y debía saberlo, pero estoy seguro de que me conoce suficiente para entenderlo. No sé si es bueno o malo.

- Mierda, así que lo notaste... - lo malo de estar tan acostumbrado al olor del tabaco es que acabas acostumbrándote a él y ya ni sé cuando la ropa huele o no - aunque no me importaría que lo hicieses... - le ofrecí avergonzado a dejarme mimar, pues sólo un estúpido no querría que Kei estuviese pendiente de él cuidando cuántos cigarros se fuma.

- ¡Ni en broma les cuelgo el teléfono! Podría ser importante y si lo hiciese al día siguiente estoy haciendo las maletas para irme - conté removiendo la comida con el tenedor, era más divertido jugar con ella que comerla - alguna vez me gustaría hacer como la Dama y el Vagabundo… - comenté sin venir a cuento ensimismado en los fetuchinis recordando la escena de dicha película en la que ambos se quedan “enganchados” por un fideo. - No son sólo las notas lo que les preocupa... Aunque ellos me hayan dicho que es por eso, yo sé que no es verdad. Lo único que pasa es que se han dado cuenta de que esté aquí o no, no les produce ningún beneficio, más bien pierden el dinero en mí, así que prefieren mandarme a un internado en algún lugar dejado de la mano de Dios pues conseguirán perderme de vista igualmente pero a un precio más barato - no podía engañarle, aún menos después de notar su interés porque aprobase para quedarme, por eso tenía que decirle que sólo eso no bastaba - y allí debe de haber gente mala... - añadí infantilmente - que querrá hacerme cosas feas y me harán llorar y me pegarán... por eso Yu quiere estar con Kei - inflé los mofletes en un infantil berrinche con tono de niño mimado.

- Pero aún así me gustaría que me ayudases, aunque no sé cómo devolvértelo... - me llevé la bebida a mis labios mientras buscaba algún modo de hacerlo pero no había nada que yo pudiese hacer - ¿te vale mi compañía? - le pregunté con inocencia ante lo único que se me pudo ocurrir sonriéndole ilusionado porque la idea hubiese llegado a mi mente aunque también porque su respuesta consiguió alegrarme pues aunque no lo dijo abiertamente, dejó entrever que él conseguiría que no me fuese, cosa que no me esperaba y que viniendo de él era algo más que agradable.

-Ya te dije que odio el tabaco, por supuesto que lo puedo detectar.-declaré.- Pero solo tú puedes dejarlo, yo solo te puedo ayudar. Si quieres me los das y te los guardo. Respecto a tus padres haz lo que quieras, aún así no es necesario que les cuelgues. ¿Tu movil no tiene identificador de llamadas? Basta con que no lo cojas. No puede saber que lo llevas encima. Total, no importa, tu asiente, dales la razón y cuelga, no hagas caso a lo que te digan.-hice un gesto con la mano como apartando algo.- Total, dudo que te digan algo que no te hayan repetido antes mil veces.... En mi caso les da igual. A pesar de que mi familia es rica, no me han pagado un centavo para entrar aquí, entré con una beca por méritos intelectuales, con un exámen de acceso. Ese era el trato, yo me ganaba el acceso y ellos me dejaban venir y se libraban de mí. No perdían nada. En realidad vine ya en primer año, pero tuve que faltar al segundo y al tercero por problemas de salud. Me gustaba este sitio, por eso quise volver.-concluí. Sonreí ante el desplante de niño pequeño, meneando la cabeza como quien ve a un auténtico niño pequeño jugar, con una expresión afablemente burlona.- Aquí ya has llorado.-cité, pero no insistí en el tema.- Tu compañía me la darás de todas formas, ¿me equivoco? Ya se verá, ya se verá...-esas sonrisas suyas cada vez eran más frecuentes y las mías aumentaban al mismo ritmo. Comencé a pensar que estaba haciendo inconscientemente lo que le prometí: sonreía según sonriera él. Aunque no creo que la promesa tuviera nada que ver.

Me metí en la boca el último bocado y, visto el poco interés que ponía en su comida, llegué a la conclusión de que la cena había terminado. Bebí otro sorbo de sambuca, que comenzaba a quedarse ya sin hielo. El suyo estaba apenas comenzado y se terminaría por desbordar con tanto derretirse el hielo.

-Deberías bebértelo ya antes de que se derrame.-señalé la copa.- Pero no vayas a tomártelo de un trago como intentaste con el Bloody. Parece que ya no comerás más, ¿verdad?-pregunté retóricamente mientras negaba con desaprobación.- ¿Tomamos postre o prefieres irte ya?

- Si estoy consiguiendo dejarlo e iba bien pero es que... estos últimos días y además tener a un compañero de habitación fumador no ayuda porque siempre que le veo me entran ganas - y cada vez que volvía a hacerlo me sentí mal desde que se lo prometí a Kei, no quería seguir haciéndolo tras saber que él no quería y no poder hacer ni eso por él no me gustaba nada, quería olvidar el tabaco y todo lo que esta pegado a él para dedicarme exclusivamente a Kei y no dejar que nada ni nadie tome su lugar, ni el tabaco ni ningún vicio, sólo quería a mi nuevo vicio. Mañana le daré los cigarros que tengo en mi habitación, así tendría una excusa para verle todos los días fuera del horario escolar.

- ¡Wow! Sabía que eras listo pero tanto como para conseguir una beca... Ya te imagino de presidente de una compañía internacional. Por cierto, ahora que lo pienso... ¿dónde te gustaría vivir? Si te dieran a elegir algún lugar en todo el mundo… - pregunté en cuanto intenté imaginarme a Kei de mayor mas no sabía en qué lugar estaría. - Por ellos no creo que haga falta preocuparse mucho, tan solo me han llamado en una ocasión para amenazarme, nada más - además aunque no lo admitiese seguía considerándoles mis padres y a pesar de todo, quería escucharles aunque fuese una vez al año. - Dos años es mucho tiempo para un problema de salud... ¿qué fue lo que te ocurrió? - lógicamente no me pasó desapercibido ese gran detalle que me preocupó, a lo mejor aún seguía enfermo... no me gustaría verle mal o que algo le ocurriese. Sentía no haber podido entrar aquí en primero, quizás así podría haberle conocido antes.

- Aquí y en todas partes - admití riendo nerviosamente pero aún manteniendo mis labios curvados - no puedo evitarlo, soy un llorón, de pequeño siempre se metían conmigo por eso... - di a relucir uno de esos típicos traumas de pequeño, pues normalmente a los niños llorones suelen apuntarles en kung fu o algún arte marcial para hacerse fuertes y hombres... Completamente ridículo, suerte que yo fui un consentido y hasta me dejaban llorar. Seguro que si descubriesen mi sexualidad le echarían las culpas a mi madre por no "hacerme un hombre". No pude evitar que una reprimida risa saliese de mis labios al imaginarlo. - Por supuesto, no soy tan cruel como para negarte algo que se ve a la legua que deseas... - agradecí que supiésemos perfectamente que nos referíamos a la compañía y que no hubiese nadie ajeno a la conversación escuchándola porque sino pensaría cosas que no son...

En cuanto oí su comentario sobre mi bebida corrí a cogerla al ver que llevaba razón y volcarla de mis labios, que para cuando le escuché seguir hablando... - demasiado tarde... - contesté sacando la lengua con una gotita resbalando por mi sien una vez que deposité el baso vacío sobre la mesa - bueno, por un vasito no me pasa nada y sé que no eres como Raiku... Por mucho que te provoque y por muy borrachos que estemos no te me tirarías encima - ignoré decir "y viceversa" pues esa ni yo me la creía.

No pasé desapercibido su gesto de desaprobación. Jo, no quería que fumase, que comiese más... y lo peor es que si me lo pide él me cuesta negárselo... - No, es que no puedo comer más - contesté sinceramente pues esas palabras eran más literales saliendo de mis labios que de cualquier otro que pudiese haberlo escuchado - este es mi límite, si como más me pondré malo, así que ya dejaremos el postre para después comprar algo en los puestecillos, sólo deja que mi estómago se vacíe un poco - le fui contando mientras llamaba al camarero con la mano que en seguida vino a atendernos para volver a por la cuenta en cuanto le pedí la cuenta.

- Yo te invité así que pago yo - le informé antes de que pudiese adelantarse a decir algo al respecto. Dejé el dinero, un poco de más y sin esperar la vuelta me levanté del sitio pues una propina por la tranquilidad que nos habían dado no estaba mal. En cuanto me incorporé sentí un escalofrío en mi estómago, mas bien unas cosquillas que sabía que no podían deberse a la bebida o a la comida, sino que algo me traía nervioso, quizás no saber cómo continuaría la noche y si todo lo que últimamente me pasaba por la mente quedaría demasiado a la luz, demasiado transparente…

-En realidad los exámenes de acceso no son tan difíciles como dicen. Al tener que abarcar todas las asignaturas solo preguntan lo más básico de cada una, es más largo y abarca más que otros exámenes, pero las preguntas son más fáciles que las de cualquier parcial.-pensé su pregunta detenidamente, lo cierto es que...- Nunca me lo he planteado, supongo que cualquier sitio estaría bien, en algún lugar tranquilo, y mejor si es amplio. No quiero lujos, pero sí espacio.-meneé la cabeza respecto a sus padres, pero no comenté nada.- Nada grave... un pequeño problema. Me hospitalizaron unos meses haciendo que perdiese la mayoría del segundo año, y el tercero lo perdí porque habría obstaculizado mi rehabilitación. En realidad, el instituto no tenía intenciones de aceptarme de nuevo tras ello, pero mi familia era influyente y no convenía contradecirla. Aunque entré por la beca, no me habrían admitido si no fuera de mi familia, aunque éstos no pagasen nada.

Terminé de beber lo que me quedaba de bebida y descansé un momento mientras el alcohol descendía por mi garganta.

-Llorar no soluciona nada, por lo general me desagradan las personas lloronas, sobre todo si no tienen motivos... aunque sé que ese no es tu caso.-vi cómo bebía la bebida con rapidez, con una gota resbalando por mi nuca y un tic incrédulo en el ojo.- No, no lo haría.-negué con rotundidad, sin dejar espacio a otra posibilidad.- Claro que no podrás, si has acostumbrado tu cuerpo a ello.-compuse una mueca de escéptica desaprobación.- Si te pones a comer de golpe es lógico que no puedas, hay que empezar poco a poco, como con todo... A saber cuanto tiempo llevas comiendo así, normal que no rindas en los estudios o en los deportes, tu cuerpo no puede soportarlo. Es más complicado incluso estudiar si no te cuidas.-negué lentamente con la cabeza.- Tu cerebro como cualquier músculo se debilita y no trabaja a pleno rendimiento si no te alimentas bien. También propicia depresiones, cambios de humor, tendencia a desmayos, dificulta el sueño...-enumeré.- Así que si no te quieres cuidar allá tú, yo solo te digo las consecuencias de ello.-dije como quien no quiere la cosa, aunque solo era aparentar: me había asegurado de decirle suficientes peligros para asustarlo un poco.- Lástima, hay algunos postres italianos interesantes, pero en realidad ya no tengo hambre, será mejor que nos vayamos.

Le dejé pagar sin comentar nada, la última vez había pagado yo de todas formas. Le seguí afuera, cogiendo la chaqueta de una percha que me ofrecía un camarero y dándome prisa ya que parecía tener prisa. Y no era para menos, porque ya debía ser tarde y estaría mal perderse los fuegos artificiales.

-Entonces... ¿desde dónde lo vemos? ¿Desde el lago? Te ofrecería coger una barca... pero me parece mejor verlo desde una orilla, el lago estará lleno de barcas y no me gustan los lugares concurridos... Seguro que se ve bien desde la orilla alejada y esa zona del lago está helada, por lo que ninguna barca irá allí.

Salí del restaurante seguido de él un poco apresurado mientras pensaba bien en lo que contestar respecto a todo lo que dijo. Mas esperaría a tener un poco más de intimidad y aún estando en la puerta prefería contestarle a su última sugerencia. - Tienes razón, la orilla estará bien. Me gusta la nieve y todo lo frío así que me parece genial ir allí.

Pronto volvimos a incorporarnos a la avenida, mas aún quedaba un poco de trayecto hasta llegar al festival por lo que el bullicio no se hacía muy presente en estas calles, así que tendríamos la suficiente privacidad para hablar tranquilamente.

- Estaba pensando… lo que dijiste antes - comencé titubeando - y hay algo que quiero que sepas - continué mirando como mis pies se arrastraban sobre el frío asfalto. - Es como tú dices… llorar no sirve para nada. No es como cuando tienes hambre… que te invade una sensación que te incita a comer y después de hacerlo desaparece… En este caso aunque esa sensación se adueñe de ti, esas ganas de llorar, por mucho que llores, esa sensación nunca se alivia. Por eso ni siquiera le doy importancia a las sensaciones físicas, éstas pueden desaparecer en un momento, pero las de la mente a veces no se aplacan jamás… - me mantuve unos instantes en silencio esperando a que la suave brisa me trajese nuevas palabras para continuar.

- Eres la persona en la cual más confío… - declaré después me pensar bien esas palabras y en cómo decirlas, curvando mis labios inconscientemente al pronunciarlas con la miraba clavada en el suelo - hacía tanto tiempo… que no me sentía así, que no tenía un amigo… que supongo que haber perdido eso hace que ahora valore tu amistad como ninguna otra haya tenido… Y créeme que… - por un momento mi mente se nubló sin saber cómo expresar ese deseo vehemente con mi voz cargada de la angustia que me producía ese sentimiento - lo que más desearía ahora es contarte… que conozcas las motivos, lo que hace que mis lágrimas vengan de un pozo sin fondo… pero no puedo… - añadí sintiendo una opresión en mi pecho llevándome una mano sobre él, arrugando la ropa entre mi puño - no tengo miedo a lo que me puedas decir, sé que serás objetivo y justo en lo que tengas que decir y que no me asusta nada de lo que puedas añadir o pensar, nunca me ha importado lo que puedan decirme pues no busco la sentencia de nadie, tan solo quiero que conozcas las causas pues hasta ahora solo conoces las consecuencias… - aunque no todas completamente o quizás aún no podía ver que algunas eran debidas a eso, pero eso era algo que no tardaría en aclarar.

- Necesito… la fortaleza que me falta para hablar de ello… - tuve que detenerme al principio de la frase para recomponer mi voz que vaciló en romperse. Lentamente los pasos fueron aflojando el ritmo hasta que mis botas se quedaron paradas sobre el suelo, esperando que pronto se diese cuenta de que mi ritmo cedió y voltease a ver la causa.

- Siento no haber actuado infantilmente en esa ocasión - sé que por veces pasadas lo normal sería que hubiese bromeado o actuado como un niño pequeño y eso podría desconcertarle - pero no puedo fingir que me asusta lo que la falta de alimento me pueda traer porque entonces estaría mintiéndote… - hice una breve pausa - Kei… - le llamé alzando mi serio rostro para alcanzar a verle a los ojos, reflejando la determinación en los míos por lo que ahora iría a revelar - …no eres el único que tiene cicatrices.

No movía mi rostro, ni mis ojos, sólo el parpadeo era el único movimiento que me permitía no cortar la conexión de mi mirada sobre él, me mantuve una estatua clavada mientras mi mano izquierda se dirigía hacia la muñequera de cuero blanca del brazo contrario, haciendo correr el cuero de ella, dejando mi brazo desnudo pues hasta ahora no me había dado cuenta de que no llevaba la chaqueta, pero ya mañana volveré a por ella.

Alcé en peso mi extremidad dejando al descubierto mi muñeca, dejándola a escasos centímetros de su visión, siendo iluminada por la luz de las farolas que alumbraban las calles de noche, una gran cicatriz que cruzaba de extremo a extremo la muñeca, una pulsera que a simple viste no podría verse pero que permanecía bien grabada en mi piel.

Continué con el brazo en alza mientras me adelantaba a seguir hablando antes de que él pudiese decir algo e interrumpirme. - ¿No sería irónico si me asustase porque pudiese deprimirme, no dormir o desmayarme? - pregunté con sarcasmo dejando ver un poco de mi rabia, mas no dirigida hacia él, sino a mí. - Apenas como… fumo… bebo… y… tengo heridas profundas - a simple vista podría apreciarse que no se trataba de un simple rasguño y que no eran precisamente consecuencia de una agresión, pero quien las hizo creo que podría hacerse una idea de quién fue - no hace falta ser muy listo para saberlo, pero… ¿qué crees que buscaba cuando rajé mi muñeca con el cuchillo? - no sólo era lo que esperaba encontrar con ese arma de filo, sino también en el tabaco, alcohol, inanición… por eso no podía fingir que me asusta encontrarme algo que yo mismo busco.

Creyendo que ya era suficiente volví a cubrir mi piel con la muñequera, volviendo a bajar mi mirada al suelo, aún con mi mano aferrada a la muñeca que anteriormente había quedado a su vista, recordando lo que pasó. - Pero eso fue hace mucho tiempo… - aclaré refiriéndome a la herida - hace tres años - como todo lo demás, empezó en ese tiempo, tres años descuidando mi salud - por eso no puedo contártelo… no quiero arriesgarme a abrir viejas heridas - concluí sabiendo que ahora podría entender mejor a lo que me refería, que no sólo podrían abrirse las secuelas internas y que ahora, aunque no supiese lo que pasó, conocí las consecuencias de ello y más importante, me conocía mí y mi presente, así que hasta que el tiempo lo decida el pasado no será abarcado.

Le escuché mientras hablaba, sin hacer ningún comentario y con expresión impenetrable, mirando al frente. Nada cambió cuando se detuvo y yo me paré a su lado, ni mi silencio, ni mi expresión. No varió un ápice cuando me miró de frente. Tampoco pestañeé al ver las cicatrices y seguí escuchando seriamente.

-No diré que no lo imaginaba.-mi voz salió, impersonal, rompiendo el silencio. Me encogí de hombros y miré al cielo: empezaba a nevar.- Lástima de nochebuena...-incluso esos leves susurros elevaban el baho hacia la noche.

Rápido como el pensamiento cambié de postura a una velocidad imposible de prever. Mirándolo con la cara a su altura, y mis manos, una en cada lado, tiraban con fuerza de sus mejillas hacia fuera, bastante fuerte para que le doliese y le sacara alguna queja.

-Por idiota.-justifiqué, sin soltar el agarre.- Teniendo en cuenta lo que dices, no me extraña lo más mínimo. Tres años solo, ¿qué se podía esperar de un niño? Si nadie te ha enseñado. Si tanto te dolió por supuesto que llevará más de tres años, y más difícil estando solo. Yo pude hacerlo, pero eso no significa que uno deba lanzarse a ello tan alegremente. Yo no tuve opción, y fue difícil. Para ti será más fácil porque tus circunstancias son distintas.-hice una referencia poco notable al hecho de que yo no había tenido nadie a quien recurrir... y él ahora ya sí lo tenía.- De todas formas no me considero un éxito, así que veamos lo que se puede hacer contigo.-lo comentaba en una forma de términos simples y funcionales para sacarlo un poco del dramatismo y pesimismo. Había salida.- Pero si te pego es por mentiroso. No fumas, ya no. Vas a ver.-entrecerré la mirada, aún molesta.- Y como me apures te quito el resto de vicios.-antes de que replicase nada o se quejase de mi intención proseguí.- Si no quieres arriesgarte no lograrás nada, de todos modos. Las heridas se quedarán ahí, seguirán doliendo... y poco importará que quieras quitarlas porque le habrás perdido la oportunidad de quitarlas cuando la piel aún está sangrante y puede regenerarse. Solo quedará la fea cicatriz que seguirá marcando. Y las cicatrices viejas ya no se borran. Pero no hay prisa... Así que tiempo al tiempo. Ya llegará el momento.

Solté sus mejillas de forma brusca, para que le siguieran escociendo. Aún así sonreí un momento en agradecimiento sincero por su confianza antes de retomar mi expresión impersonal. Sin ningún otro comentario le cogí de la muñeca y comencé a caminar, demostrando también con mis gestos que no había prisa.

Apreté fuertemente los dientes al sentir un dolor que antes no estaba de un momento a otro y que en seguida me di cuenta de qué se trataba. Emití un gemido de molestia porque siguiese pellizcándome las mejillas con fuerza aunque en realidad no cabía de mi sorpresa. Lo que acababa de decirle no era algo a lo que la gente estuviese acostumbrada a oír y menos a ver, ya que siempre he visto como hacen de ese tema un tabú y verlo llevarlo con tanta naturalidad no sabía si me entristecía o me alegraba.

Aunque como él decía, no debería de sorprenderle ya que él consiguió en dos minutos hacer desaparecer mis muros y enseguida vio el niño débil que soy, más bien ha sido el único que ha conseguido hacerlo.

Desde luego no se podía esperar mucho de un niño de trece años y menos si ese niño era yo, no es autodesprecio ni nada parecido, pero soy consciente de que a los trece años todo cambió radicalmente y los papeles se invirtieron, si al menos desde el principio hubiese sido un niño normal, en un punto intermedio, quizás el cambio hubiese sido más leve pero en este caso había sido pasar de un extremo a otro. Pero ¿y si ahora no estoy sólo podría ser todo más fácil? ¿Podría el amor resolver los problemas o al menos ayudar?

Precisamente era porque él pudo estando solo que le admiraba, por mucho que dijese, para mí era un ejemplo a seguir pues yo a la semana acabé desmoronándome pero después de eso he aguantado tres años, ¿no?

Ya que mi piel estaba siendo excesivamente estirada no pudo apreciar que una sonrisa se formó en mis labios pues sus palabras daban a demostrar muchas cosas. Incluso su orden de que ya no fumaría más y su amenaza… jamás pensé que una pudiese sentar tan bien.

Todo lo sabía, sabía qué decir en cada momento y cómo decirlo para conseguir lo que quería, me hacía sentir una marioneta y yo me dejaba mover como un idiota. Sí, definitivamente era un completo idiota. Incluso sabía hablar con profundidad, tal que me estaba costando seguirle aunque algo pude sacar de sus palabras y como empezaba a hacerse muy común, volvía a llevar la razón y como cualquier persona que le escuchase, pude sentir como sería un gran apoyo.

Aún con las mejillas pellizcadas alcancé a asentir a sus últimas palabras pues estaba seguro que algún día llegaría, mas enseguida las sentí liberadas dando su discurso por terminado y yo corrí a frotarlas ya que al soltarlas me dolieron aún más e intentaba quitar el dolor pero en seguida me cogió de una mano así que tuve que servirme de la otra mientras me dejaba llevar en esta ocasión físicamente.

- Gracias… - no entendía qué le agradecía, pero supongo que si estás agradecido con alguien aunque no sepas la causa es normal hacérselo saber, quizás haya sido su atención y la de demás que prometía en sus palabras o quizás simplemente fue sentirle como un apoyo, ahora y en lo que llevábamos conociéndonos. - Quizás te alegre saber que… - dudé un poco en si contarlo o no pues… era algo un poco personal sobre la primera sensación que tuve al conocerle o más bien al entablar un lazo con él - pero nunca más volví a intentarlo ni volvería a hacerlo porque pensé… que si no encontraba motivo para vivir por las personas del pasado o del presente… que si me encontraba solo y no tenía por qué o quién luchar… que pensase en el futuro, en las personas que me quedaban por conocer y que querría, simplemente sentí que no podía hacerles eso… aún me quedaba que conocerlas y estar con ellas. Y te conocí a ti… Digamos que… no lo he vuelto a hacer y he estado viviendo por ti, para conocerte y estar contigo - confesé completamente ruborizado porque al pronunciarlas empezó a sonarme demasiado romántico para mi gusto, no quería que pensase otras cosas por cómo podría interpretarse - por ti y por todos los que quedan por venir, si es que hay más - intenté con eso quitarle el sentido que la frase anterior había tomado - ya sabes que para mi no conocer a alguien no es motivo para no tenerle en cuenta - y desde luego que a él siempre le he tenido en cuenta, fue un gran día el que por fin le conocí, uno que estuve esperando durante tres años y ahora mecería disfrutarlo.

- A… a… - un curioso cosquilleo se apoderó de mi nariz cortando toda fluidez de pensamientos en mi cabeza mientras me llevaba las manos a la cabeza intuyendo lo que vendría - ¡achú! - cerré fuertemente los ojos a la vez que me doblaba para estornudar con las manos frente a nariz y un fuerte escalofrío me recorrió de arriba abajo pues la nieve que empezó a caer hace rato sobre mi piel desnuda empezaba a notarse.