Feliz 1 de Enero (Yukimura Kei) (Cerrado)

Volví a mirar de nuevo la hora en mi reloj de muñeca, el cual había sido el útil regalo de Christian para no llegar tarde a los sitios, que por cierto... eran las 11, lo que significa que ya volvía a llegar tarde.

Aunque no había quedado aún con nadie pero sería un desperdicio pasar el último día del año metido en la cama o viendo la televisión solo, lo curioso es que antes, este día me hubiese parecido un día como otro cualquiera. Y la verdad es que tantos años celebrando lo mismo, le perdí la emoción y lo tomaba sin ganas y aún sigo pensando lo mismo pero el saber que Kei nunca había vivido estas fiestas como yo, que egoístamente me cansé, me hizo desear hacer una Noche vieja al menos para él.

Por eso había negado infinitas veces a las insistentes peticiones de Chris de que le acompañase a una fiesta a festejar el año nuevo, creyendo que iba a quedarme en la habitación, como yo le había dicho, hasta que al final me vi obligado a contarle mis planes y sobre lo importante que era para mí estar con Kei el primer minuto del año. Finalmente desistió farfullando tras la larga charla que se llevó el tiempo por delante y provocó y faltase tan solo una hora para el día tan esperado.

Me quedé un momento parado en medio de la habitación pensando. Bravo Yu, tantas prisas que te olvidaste de pensar en ese pequeño y ruidoso detalle que ahora estaba metido en esa caja y envuelto en papel. Tendría que entregárselo... pero no sé cómo colarlo en su habitación sin que se dé cuenta. Sin más preámbulos lo dejé ahí y salí de mi habitación con todo lo indispensable. Me dirigí casi corriendo a la puerta de su habitación, cerrando la mía de paso y rogando porque por nada del mundo se le hubiese ocurrido a Kei ir a dar una vuelta o que quizás hubiese salido de la ciudad, ya que llevaba días sin verle.

Tumbado en la cama miro al infinito mientras mi mente permanece en blanco. Mi mano derecha da vueltas a una pequeña pelota de esas del tamaño de un puño que venden en todas partes. Llevo así bastante rato, lo cierto es que resulta relajante no pensar en nada. Alzo la mano de la pelota para lanzarla contra la pared tras un par de cálculos mentales sobre lo fuerza y dirección. Obedientemente, la pelota rebota en la pared junto a la puerta, luego en el suelo, y finalmente vuelve a mi mano desde la que reinicia su ciclo, una y otra vez. Entre un bote y otro aprovecho para echar un vistazo al reloj. Una hora para el año nuevo, tanto respecto al mundo como respecto a mí. Ilusos los que creen que nacer el primer día del año te asegura un futuro brillante. Otro año más, y ya falta menos. Cuanto más rápido pase mejor, más cerca estará mi emancipación.

Otra razón para intentar con todas mis fuerzas es que llevo tres días desde mi vuelta y no he recibido un solo mensage o llamada de mi hermano. Eso sería bueno si no fuera porque planeaba hacerme una visita y yo me había escaqueado a kilómetros de distancia y había estado desparecido varios días también. Actualmente, recibir noticias suyas sería malo, y no recibirlas, también. No podía evitar estar algo de los nervios. Había aprovechado estos días para descansar, saliendo solo a correr por la mañana pero pasando el resto del tiempo en mi habitación o en la biblioteca, trayéndome la comida al cuarto para no comer en el comedor, a pesar de que dado que seguíamos de vacaciones solía estar casi vacío.

Tal vez debería ir a la biblioteca...

La pelota volvió a rebotar contra la pared.

Intenté abrir la puerta sin llamar para probar suerte y ver si no estaba echada con llave y así darle la sorpresa o algún “susto” si estaba en el cuarto de baño (sólo para vengarme de aquella ocasión que el se infiltró en el mío...) o si salió a comer, esperar escondido a que llegase y...

PUM!

Me cago en la... pelota, el susto que me ha metido la puñetera y nada más abrir la puerta se ha estrellado a dos centímetros de mi cara y me veía la Noche vieja en el hospital con la nariz rota y en estado grave el pobre desgraciado que se entretiene tirando pelotas a los pobres transeúntes...

- La madre que te.. - recorrí el trayecto de la bola hasta que cayó en unas manos. Le fulminé con la mirada dejando entrever mis notables indicios de homicidio - si querías que me fuese sólo tenías que pedirlo y no intentar matarme... - le reproché viéndolo cómodamente tumbado sobre su cama. Al final había sido él quien me había dado un susto de muerte. Ya eran dos las que le debía... No, tres con el culetazo que me dio cuando me tiró al suelo. Oh, pobre de Kei... pienso devolvérselas todas una a una antes de que acabase el año...

- ¡Pues ahora que te invita a cenar tu padre! - le informé fingiendo bien estar realmente enfadado con él como para cancelar los planes y girándome dándole la espalda y con toda la intención de volver, aunque sabía que él me conocía y que no creería que me enfadé de verdad.

Mis labios se curvan en una sonrisa de lado mientras observo su expresión indignada, divertido.

-Eres tú quien entra sin picar. Y hay formas más elegantes de matar a alguien que lanzándole a la cabeza una pelota del todo a cien.

Cuando salió por la puerta musité un "de acuerdo" suficientemente alto para que me oyera y reanudé los ataques contra la pobre pared. Mi sonrisa se ensanchó de forma imperceptible. Al menos tendría una vía para sacarme las preocupaciones de la cabeza.

3, 2, 1...

- ¿A qué esperas para mover el culo? - asomé de nuevo la cabeza por la puerta que dejé abierta cuando salí, al seguir escuchado el sonidito de la pelota rebotar desde el pasillo. Parece que no pensaba salir hasta que su felicidad no aumentase al verme otra vez por la puerta - los puestos de comida no se van a mover solos hasta aquí... - le comuniqué sin deshacerme de mi tono burlesco, invitándole indirectamente a salir a dar una vuelta aunque de un modo poco educado, al igual que su bienvenida.

- ¡Ah! Y abrígate - le recordé - que no quiero volver a dejarte mi chaqueta porque la hayas olvidado y resfriarme yo luego - le recordé con toda la cara del mundo invirtiendo los papales. Y sin más volví a desaparecer por la puerta, pero quedándome esta vez a un lado, apoyado en la pared esperando hasta que saliese.

Tosí falsamente y aclaré.

-¿Es cosa mía o algo en tu explicación implica alzheimer? De todas formas dudo que te quejes, con los resultados de la última vez.-y esta es la primera vez que dejo en claro que lo recuerdo sin darle vueltas. A pesar de haberlo insinuado en otra ocasión. No le respondí que esperaba a que me intentase convencer.- Estoy cansado, creo que prefiero quedarme aqui calentito, ya que los puestos no quieren venir.-saqué de debajo de la cama un paquete de patatas fritas y lo coloqué en la cama a mi lado.- Además estoy ocupado.-y volví a lanzar la pelota a la pared, como si verla rebotar tuviese extrema importancia.

No puedo creerlo, menuda cara... Vaya si parecía ocupado... ¡Ni que una pelotita fuese más importante que yo!

Entré por tercera vez a la habitación, viendo a la endemoniada pelotita con celos. Oh, no... Iba lista si creía que volvería a las manos de su dueño... La agarré en cuanto rebotó en la pared a mi lado, castigándole sin el juego como a un niño pequeño. Esta vez entré a la habitación e ignorándole, me dirigí a toda prisa hasta la ventana, la cual que abrí casi de un portazo y arrojé el objeto que había osado desafiarme a algún lugar perdido del jardín. Yu 1-0 Pelota... Así se lo pensaría mejor antes de creerse más importante para Kei que yo.

- Yo no tengo ningún indicio de alzheimer - giré a verle después de cerrar la ventana para volver a prestarle atención - y no recuerdo de los resultados que obtuve la última vez - dije quitándole toda la veracidad a la primera frase. - Ya no tienes de qué preocuparte, ya te desocupé. Tampoco me importa que estés cansado, tú no tendrás que hacer nada, sólo seguirme. Si te cansas, yo te animo y si coges frío, yo te caliento y problema resulto... ¿Algún inconveniente más para venir conmigo y que quieras que te solucioné? - pregunté abriéndole el armario y tirándole algo de ropa de abrigo a la cama. Obviamente, no me iría con un no por respuesta...

-Sí, uno, pequeñito.-estoy con ganas de broma, lo que sea con tal de no pensar.- ¿Cómo se supone que me vas a calentar si tengo frío?- y perezosamente, me meto una patatita en la boca, sin dar indicios de ir a moverme en un futuro próximo de la cama, aún mirando al frente, donde antes botaba la pelota.

- A hostias, pervertido - contesté secamente cruzándome de brazos - ¿alguna duda más, señorito? ¿Le apetece un masaje o que le prepare algo? - ofrecí viendo con hastío como seguí tumbado tan tranquilamente.

Viendo que no conseguía nada... paso al Plan B

Poco a poco mi expresión de fastidio fue deshaciéndose, tornándose a unos ojos húmedos que se clavaron en los suyos azules.

Me acerqué hasta su cama, hundiendo las rodillas en el colchón y con una mano apoyada mientras con la otra jalaba de la manga de su brazo suavemente. - ¿Onegai...? ¿Vas a dejarme tirado después de haber preparado una sorpresa durante tres días y haberme negado a ir una fiesta con Chris? - cambié el tono de mi voz a ese dulce y condenadamente inocente que solía usar en escasas ocasiones pero que siempre daba resultado.... como la última vez, que esa sí que la recuerdo.

-Buff... pues si me vas a dar de hostias más razones para quedarme, ¿no?-otra patatita.- Depende que se puede tomar con patatitas.-finjo meditarlo muy convincentemente mientras las patatitas van menguando.- Chris es gilipollas, me doy por satisfecho con haber conseguido que no fueras.-declaro con simplicidad. Va implícito el mensage "no cuela".

- Joo, no seas así... - le pedí abatido. - Y no le llames así, lo que pasa es que te cierras a conocer a nadie. Es una buena persona, me ayuda y al menos él si acepta mi compañía... - le defendí sin poder evitarlo. Por mucho que quisiese a Kei, no me gustaba que insultasen a mis amigos delante mía, ya que también les quiero a ellos aunque sea de otra manera.- Si no fui es porque no me gustan sus amigos, miran raro... - aclaré - va, va, Kei... haré todo lo que me pidas, pero ven... - le rogué viendo como se me iban agotando las armas. - Sino, no tendré más remedio que ir a esa fiesta si no quiero que Chris se enfade conmigo por haberme quedado solo en la habitación... y no me apetece ir...

-No, lo que pasa es que confías en las personas menos indicadas.-contravení, claramente incluyéndome.- Y por alguna razón, lo de sus amigos no me extraña en absoluto...- me callo que él mira exactamente igual seguramente, no me gusta nada ese tipo. Y no, no son ningunos estúpidos celos.- Ahh...-suspiré.- Está bien, está bien, ya va...- me estiré sobre la cama desperezándome después de tanto tiempo ahí tirado.- ¿Adónde tienes tantas ganas de ir?

- Bueno, bueno... lo que tu digas. No sé por qué ninguno podéis llevaros bien... - murmuré para mí no encontrando ningún remedio para estos dos. Miré como se levantaba al fin de la cama, dejando ya el tema por zanjado, no me gustaba que me regañase como si fuese tonto... - De todas formas no tienes de nada de qué preocuparte. Sé ver el peligro - le aseguré con plena confianza en lo que decía.

- ¡A la playa! - contesté ilusionado, además de que no hacía tanto frío como otros días y se estaría bien allí dando un paseo.- Y además tengo un hambre mortal, así que de camino podemos comprar tallarines, y eso que hoy desayuné, almorcé y merendé - le comuniqué los nuevos progresos, ya que hacía tiempo que no hablábamos - y todo gracias a unas pastillas que me dio el médico cuando fui porque mi estómago seguía sin aceptar nada de comida, así que con ellas ahora no devuelvo nada y cada vez va aumentando más el hambre - empecé a hablar sin parar, dándole indicios de que sería así todo el resto de la noche ya que tenía muchas cosas que contar.

Le miro con una ceja levantada, escéptico.

-Sí, claro, seguro, mejor que yo además. Yo que tú me andaría con cuidado con él, ya que no ves el peligro a largo plazo, espero que llegado el momento lo veas cuando sea inminente.-realmente lo espero, ese tipo encaja perfectamente en el perfil que más me desagrada en alguien.

-¿A la playa?-repetí incrédulo.- ¿En pleno invierno, en el cambio de año?-negué con la cabeza esperando haberlo entendido mal.- Espera entonces...- me inclino hacia debajo de la cama y saco una bolsa de plástico en la que entrechocan un par de botellas de cristal. Vodka, lo que sobró de la noche hacía un mes... y los sábados.- Mira, así aprovecho y termino con éstas... No queda mucho.- las agité para comprobarlo.- Así que las termino y las tiro. Pero para ti nada, que te estás medicando y con el medicamento no se toma alcohol.-aún así no oculté mi satisfacción ante la noticia. Quitado el tabaco y los malos hábitos alimenticios, Yu pronto estaría en mucha mejor forma y el bien del cuerpo sienta bien a la mente. Porque la mente de Yu era lo que más necesitaba distensión, yendo de camino a ello.

Noté su expresión cuando hablé, sabiendo casi con certeza lo que pasaba por su cabeza, pero no estaba diciendo ninguna tontería... Yo le conocía mejor que él y sé lo que digo. ¿Andarme con cuidado precisamente con él? Vaya bobada... - Jí dù... - realmente se escucha como si estuviese celoso, sabía notarlo ya que yo solía sentir constantemente esos celos cuando veía a mis amigos con otras personas y no conmigo.

Asentí a su pregunta confirmándole que había escuchado bien. No hacía tanto frío y es agradable dar un paseo de noche por allí, aún más con la sorpresa que no sabía que le tenía preparada. - ¡¡Ni se te ocurra!! - grité a todo pulmón sin dejar en pie ni un segundo más esa afirmación de que no bebería - me quitarás del tabaco, me engordarás, hasta harás que estudie y todos los maltratos que tu quieras pero... tú no me dejes en abstinencia alcohólica... Eso sí que ni se te ocurra o estás muerto si crees que vas a beber delante mía y no darme nada, egoísta - que quede bien clarito para que ni dude en compartir como buenos hermanos.

Volví hasta la puerta, abriéndola para esperarle en la entrada para salir mientras meditaba un poco en la charla, en concreto el tema anterior, que se viese tan serio hablando sobre peligros era algo que necesitaba una explicación.- Oye... ¿pero por qué piensas eso de él como para llegar a decir que tenga cuidado? No creo que sea algo para decir a la ligera. Si te ha molestado en algo, puedes decírmelo y yo me encargaré de hablar con él para que deje de molestarte - de todas formas ya noté como su comportamiento con Kei era diferente, parece que tampoco a él le cae especialmente bien...

Me puse la chaqueta, cargué la bolsa al hombro y salí por la puerta, indiferente a sus impresiones. No eran celos, pero que pensase lo que quisiera.

Negué con la cabeza ante la pregunta.

-No ha hecho nada, su existencia es lo que me molesta. No es trigo limpio, fuera de las apariencias. Solo ten cuidado.-advertí cerrando la puerta, no con llave, ya que Hikaru no estaba.- Por otra parte, a mí no me puede hacer nada, por mucho que me deteste que, creéme, lo hace. No soporta mi presencia.-digo con cierta jactancia, alegre por verle tan reticente ante mí. Está claro que desconfía y al menos no comete el error de tratar de ganarme directamente.

Fuimos hasta el ascensor para salir al fin de aquí, que entre tanta charla, nos habíamos retrasado aún más y espero que lleguemos a tiempo a la playa.

- ¿Crees que no sé el tipo de persona que es? - le pregunté confidencialmente, en tono bajo como si alguien más fuese a oírme - es un poco putón en ese aspecto, lo sé, y no sirve para mantener una relación seria, a menos que quieras acabar cornudo, porque prefiere ser más liberal... - justo al contrario que mi ética que me impedía estar con alguien sólo por una noche. Bueno... lo de Kei no cuenta, ¿no?

- Pero no es como si me gustase o quisiese algo con él. Sólo es mi amigo, no soy tan masoquista de querer salir con alguien así. Que no es que tenga nada en contra con los que deciden vivir así pero... no es alguien que quiera tener a mi lado. Así que no corro ningún peligro siendo su amigo, no puede hacerme daño ni tampoco buscaría hacer eso - le sonreí para que le quitase la importancia a ese hecho, tampoco aunque lo quisiera, le resultaría fácil hacerlo.

- También he podido notar que vuestro sentimiento de odio es recíproco... He tenido conversaciones parecidas a esta ya... - le confesé dándole a ver que realmente Chris tampoco le soportaba. A veces me parecen como niños chicos - pero no por eso a mí también tiene que querer fastidiar. Incluso el mayor capullo de la historia tiene personas a las que quiere y cuida, ya sabes que nadie es completamente malo ni completamente bueno...

Seguí mirándole casi con hastío y volví a negar con la cabeza.

-Qué inocente eres...-suspiré. Ya estabamos a punto de salir del edificio.- Hay gente que no tiene nada de bueno, tú no conoces a...- "... mi hermano" me interrumpí antes de que en el arranque dijese algo de lo que arrepentirme.- ... gente que conozco yo. Por cierto - cambié de tema.-, tú sabes por donde se va a la playa, ¿no? Porque yo nunca he ido... No a la de aquí.

Inflé mis mofletes con la misma molestia ante su calificativo, como me hubiese ofendido profundamente, aunque sabía que la inocencia no siempre tendría que ser mala. Quizás no conocía a esa gente pero dudaba que no quedase nada bueno en sus corazones, aunque fuese tener el ligero amago de recoger a un gato de la lluvia, tendría que haber algo que ablandase un corazón de hierro.

- Claro, no te preocupes, cuando aún hacía calor a principios de curso solíamos venir. No queda muy lejos. También pensé en ir al Centro pero con tan solo pensar en lo concurrido que tiene que estar... ya es agobiante - le guié por una de las estrechas calles que daban directamente al paseo marítimo, viendo a lo lejos como habíamos tenido un golpe de suerte al notar que los puestos de comida no habían cerrado aún, por lo que nos daría tiempo a comprarla. - ¿Te gustan los tallarines con ternera y salsa de soja? En aquel puesto venden los mejores que he probado en mi vida - le señalé uno de ellos con farolillos rojos y una cortina corta que refugiaba unos pequeños taburetes, como los puestecillos antiguos. Pronto los edificios se iban apartado para dejarnos entrever el mar.

-El caso es que ya no hace calor...- murmuré por lo bajo.- Sí que me gustan... Oh...-se me ocurre.- ¿Se ven los fuegos de año nuevo desde la playa? La mayoría de la gente irá a verlo desde el muelle, creo... -el señor del puesto me mira esperando el pedido y construyo mi mejor sonrisa de muchacho educado.- Buenas noches, disculpe, me distraí.-una convencente mueca azorada se formó antes de reaparecer la sonrisa encantadora.- Queríamos dos raciones para llevar de tallarines, con ternera. Tampoco lo quisiera apresurar, pero... vamos a ver los fuegos, ya sabe, y si no nos damos prisa...-dejo la frase sin terminar y tuerzo la boca a un lado, como diciendo "ya ve..."

En un momento está todo listo, y compruebo que hay incluídos un par de paquetitos de uirô que no parecen incluirse en el precio.

-Me temo que no nos dará tiempo a comerlo aquí, Yu. Coge y date prisa.

- Etto... - ¿cómo podía atreverme a romper su ilusión? Con esa carita que pone que sin que él quiera, puedo notar como se ilusionaba por los fuegos - lamento comunicarte que no... Oí que hubo un accidente la última vez por culpa de unos estudiantes y decidieron prohibir los fuegos. Así que supongo que solo los tirarán por el descampado pero desde aquí no alcanzaremos verlos. De todas formas no tienen nada de interesante... - contesté como si me fuese indiferente aunque el fondo estaba muriéndome por tener que mentirle.

Asentí obedeciendo a lo que me decía, después de haberme quedado otra vez en babia al verle tratar con adultos. Eran tan... ¿adorable? - Oh, ¿y eso? - señalé algo en el interior que no reconocí cuando cogí mi cartucho de comida - ¿es jabón para las manos?

-Kuso...-no me di cuenta de que lo había pronunciado en japonés, pero daba igual, una palabrota es palabrota dicha en cualquier idioma.- Que mal... Creo que moriré sin haber visto los fuegos artificiales, al paso que llevo... Y si yo quieros verlos es porque a mí me parecen interesantes...-vale, sé que me estoy comportando infantilmente, es un capricho. Miré lo que señalaba y vi que se refería a los uirô. Sonreí, con una risa bajita.- No, ¿para qué nos iba a dar jabón? ¿Para lavarnos las manos antes de comer? Son golosinas. Se llaman uirô, aunque sean algo correosos su sabor es bueno, dulce. El señor a sido muy amable, ¿no crees? No los ha cobrado.

- Lo raro sería lavarse las manos después de comer... También tendría si lógica si fuese jabón - seguí defendiendo mi teoría. Separé dificultosamente los palillos de madera, al llegarme el olor y ver la comida se me había revuelto el estómago. Mantenía bien sujeto el cartón, manteniendo así mis manos calientes para que no se me enfriasen mientras que me llevaba el primer bocado sin importarme que aún estuviesen quemando, aunque calentitos y recién hechos se podían saborear mucho mejor y más aún cuando la temperatura era baja, entraban como nunca.

- Hum... - dudé que responder a su pregunta, por muchas golosinas que me regalase no iba a conseguir comprarme solo con eso, aún no le perdonaba el hecho de haber sido tratado así por Kei - porque le coqueteaste... - murmuré con voz ofendida y hasta podría notarse un pequeño deje de celos, muy pequeño.

-No le coqueteé, tú nunca me has visto coquetear.-rebatí.- Solo he sido... educado. Prueba si quieres, no es difícil manipular a los mayores. -sonreí de lado.- Es más fácil que manejar a los niños.- le enderecé el envoltorio al ver que se torcía.- Ten cuidado, tendrías que esperar al menos a que nos sentemos en la playa, ¿no? Mira, ahora hay que bajar las escaleras y a ver como te las areglas para que no se te caigan si vas comiendo a la vez.

Miré la playa, habían algunas parejas diseminadas. Chasqueé la lengua y amplié mi visión. Había un grupo de rocas algo más allá. No estaba muy abajo en la playa por lo que el espacio estaría seco, y el cerco llegaba hasta adentrarse en el mar.

- ¿Y tendré alguna vez el honor de ver al Don Juan en acción? - oh, no... pobre criatura que se dejase cortejar, más valía que nunca le viese hacerlo, entonces SÍ que iba a estallar de celos. - Ya te dije que no quiero manipular a las personas... - bufé fingida pesadez para añadir - con manipularte a ti ya me doy por contento - añadí para agradecer silenciosamente sintiéndome un poco torpe porque no podía manejarme con todo, porque además tenía colgando de un hombro un macuto que pesaba bastante aunque fingía que era ligero para que no sospechase.

Apoyé el pie en los primero escalones, pero según intentaba mantener todo firmemente con las manos, todo el peso que cargaba me hizo perder el equilibro, sumado a la arena y el agua de los escalones que tampoco estaban en perfectas condiciones...

Y como Kei había visto venir, acabé en el suelo con un agudo dolor en el trasero pero más intenso en el muslo derecho con el que había aterrizado, que empecé a sobármelo con las manos intentando ahuyentar el dolor mientras maldecía y no paraba de quejarme en mi lengua natal, como era más natural hacer.