Feliz 1 de Enero (Yukimura Kei) (Cerrado)

- No, ahí no vas a conseguir nada - le di la razón rápidamente con tono de niño enfurruñado. Chris también era mi amigo y compañero, por lo que le tenía un gran aprecio. - Quizás lo esté... pero ojos que no ven, corazón que no siente. Hace tiempo que decidí quedarme en mi propia ignorancia y huyo de lo que el mundo quiera contarme, porque sé que mientras más veces lo vea, más me dolerán los ojos... - suficiente tiene cada uno con sus propios problemas, aunque sea cobarde y egoísta, si mi sufrimiento no cambiará nada, al menos si algunas cosas son ajenas a mí, continuaré con mi inocencia.

- ... - he de admitir que me había dejado sin palabras después de oír sobre esas drogas. No tenía ni idea de que existían y cómo puede haber alguien de capaz de dedicarse especialmente a diseñarlas - ¿cómo puede ser la gente tan cruel? Si están necesitados que se vayan a un burdel y dejen al resto del mundo en paz... ¿o es que se puede ser tan enfermo que les guste ver en ese estado a sus víctimas? Es asqueroso...- compuse una mueca que verificase mis palabras.

Una pequeña sonrisa se cruzó por mis labios de pensar que para Kei también era diferente, aunque preferí quedarme con la duda a parecer demasiado indiscreto preguntándolo. - Me has asustado ¿sabes? Ahora tendrás que venir conmigo cada vez que salga para espantarme a violadores, ¿y quién mejor que tú, que sabes artes marciales, para hacerme de guardaespaldas? - además, al contrario de lo que decía, no tenía ni el más mínimo interés de que se me acercase alguien, ya que mi corazón ya tiene dueño y nadie conseguiría sacarlo de ahí.

-Ojos que no ven, hostia contra la pared.-repliqué. Está bien que se mantenga al margen hasta cierto punto, pero si se va a meter donde puede ser afectado, que sea más consciente.- Fácilmente los problemas ajenos se pueden convertir en tus problemas.-mi voz se volvió amarga con la siguiente frse.- Sí, es realmente asqueroso... Asqueroso, cruel y enfermo.-convení.- Lo mejor sería que aprendieses a defender tú mismo, ya te lo ofrecí anteriormente, pero me veo venir que seguirás negándote a hacer ejercicio...

- Sería incapaz de pegar a alguien... ¿Sabías? Cuando vivía en China me dieron una educación bastante espiritual - sonreí por inercia al recordar esos días. - A mí debieron de haberme apuntado a una escuela como el resto de niños para entrenar el cuerpo y alimentar la mente, con una alta disciplina y un entrenamiento muy duro. Mi madre no quería, así que como mi hermano era mayor que nosotros, se dedicó a enseñarnos a mí y a mi hermana, aunque no cálculos matemáticos ni esas cosas, razón por la cual me cuesta aprender ese tipo de cosas... Sino todo el resto de enseñanzas, tanto artísticas como espirituales pero la lucha nunca tomó partido, nos enseñó la no violencia. Y créeme que al pobre le costó lo suyo... Le poníamos de los nervios cuando mi hermana y yo empezábamos a discutir y a pelearnos. Así que aunque he tenido que aguantar algunos golpes, siempre he intentado no devolverlos, cualquier solución menos esa es mejor - le expliqué el motivo por el que no hacía ejercicio, al menos no para fortalecerme, ya que sí solíamos practicar algo para que no llevar una vida tan sedimentaria, aunque cuando mi hermano murió, todo eso se acabó.

- A parte de cuando estaba en el otro instituto, nunca he necesitado utilizar la violencia - aunque que la necesitase no significa que la utilizase, pues prefería esquivar las empujones o levantarme si me tiraban - no seré tan idiota como piensas si hasta ahora he sabido evitar algunas situaciones ¿no? - aunque no lo creyese, no soy tan confiado con la gente como él piensa ni aunque con él fui diferente desde el primer momento, pero después de perder a mi hermano me di cuenta de la gran coraza que mantuvo a mi alrededor y que me impidió ver el mundo. Es cierto, fui ciego mucho tiempo, demasiado que quizás signifique que hay una parte que jamás podré ver. - Procuro ser lo más desconfiado posible, pero es difícil si en mi sangre está la inocencia de un niño... Pero bueno, se acabó la charla - finalicé al darme cuenta de que ya habíamos llegado hasta las habitaciones.

- Será mejor que entres y te duches, mientras yo lavo tu camiseta, ¿sí? ¡Ah! Que por cierto, como mi hermana tenía que aprender las tareas de la casa, de paso también me enseñó a mí... Así que al menos podré servir de algo en la casa ya que he podido comprobar que ni sabes cocinar, me necesitarás si no quieres morir de hambre - sonreí bobamente aún ilusionado con esa idea, no se me iba la felicidad de saber que podríamos salir de aquí e irnos a vivir juntos. Le agarré suavemente de la muñeca para entrar en su habitación y soltar las cosas sobre su cama - dame eso, tú ve cogiendo la ropa para cambiarte, yo iré lavando esto - me giré para coger la camiseta y ver detenidamente las manchas. - Si que manchaba la salsa de soja... tendré que ir a por el quitamanchas a mi habitación... ¡Y venga a la ducha! - le ordené por tercera vez como una madre, pero tenía que estar seguro de que él estaba ya dentro cuando yo entrase.

-No es necesario que pegues a nadie.-sonreí divertido.- Hay técnicas de defensa no violentas, que paraliza el cuerpo, y no haces daño, pero te da tiempo para escapar. Puntos de presión. Desconfías de quien no debes y confías en quien sí, pero al menos algo es algo. suspiré. Me cayó una gota de sudor.- ¿Lavarme la camiseta? ¿Dónde? ¿En el bañal? Porque no se tú, pero yo tengo la impresión de que la lavandería lleva horas cerrada... inlcuídos los lavaderos.- Abrí la puerta de mi habitación comprobando que seguía sin cerrarse con llaves, concluyendo que Hikaru debía haberse quedado dormido en la biblioteca.- Perfecto, además de compañero de piso tendré chacha...-comenté satisfecho de tener un tema con el que picarle.- Pero que no sepa cocinar no significa que no pueda apañarmelas, desde que se inventó el microondas quedé salvado. No me metas prisa que ya voy, no es como si disfrutase estar cubierto de salsa... -dejé la camiseta sobre la cama por el lado que no estaba manchada sobre la cama y saqué un pijama del armario, de muuuy al fondo en el armario, ya que solía dormir con chandal. Me quité la chaqueta allí mismo, incómodo por el contacto directo de una tela tan áspera directamente sobre la piel y entré al cuarto de baño con las prendas azul marino en el brazo.- Tranquilo, llevaré la camiseta a la lavandería mañana, aunque sí que te agradeceré el quitamanchas, el que tienen allí es del barato... una vergüenza teniendo en cuenta el ojo de la cara que cuesta entrar a este instituto...-cerré definitivamente la puerta y me comencé a desvestir para entrar a la ducha.

- Oh, de esas sí que te agradecería que me las enseñases, pero para usarlas contra ti, aunque yo ya sé tu punto débil... - dejé caer la frase como quién no quiere la cosa dirigiéndome hacia la puerta y cambiando de tema para no dejarle tiempo a preguntar. - Oye... ¿dónde quedó el respeto? No soy la chacha de nadie, antes me pongo a dormir en la calle que lavarte todos los días los calzoncillos - protesté fingiendo estar ofendido con su nuevo apodo. Pero desde luego que quejar no me podía quejar mientras estuviese viviendo con él y aún menos si podrá darle estos gustos a la vista desvistiéndose delante mía... - Uhm... lo siento, pero el microondas no es suficiente, lo que significa que me necesitas así que más vale que me cuides sino quieres que me vaya de casa... - que ni crea que voy a quedarme atrás picándole a él también, para algo que sí sabía hacer...

- Yo decía en el lavamanos... pero está bien, lo llevas tú. Entonces voy un momento a por el quitamanchas... ¡Y no tardes que yo también quiero ducharme! - le metí prisa por cuarta vez. Sí, me divertía ¿pasa algo?

Abrí la puerta tan rápido como desaparecí por ella. Llegué a mi habitación buscando con la mirada en todos los rincones. Ahí estaba... Antes de volver me encargué de coger algo de muda y no olvidarme del bote, o levantaría sospechas. - ¡Ya estoy! - vocifeé nada más volver a su habitación, tantas vueltas acabarían volviéndome loco. Esperé impaciente tirado sobre la cama mientras escucha el agua correr dentro de la ducha.

-¡Pues yo aún no!-contesté.

Sentir el agua caliente recorrer mi espalda era ciertamente relajante y permanecí unos minutos destensando cada músculo, ejercicio básico. Cuando terminé cogí al fin el champú, puestos a darse una ducha... Dejé que mi pelo se aclarase con la cascada mientras me frotaba con la esponja.

Salí de debajo de la regadera completamente renovado y me vestí con el pijama azulado antes de salir por la puerta. Al mirar hacia mi cama viendo que Yu estaba allí tirado listo para entrar en la ducha.

-Ya estoy.- avisé de mi presencia. Salí mientras me secaba el pelo con una toalla.

- ¡Bien! - me incorporé rápidamente viéndole salir, decepcionado - mala persona... - susurré con rencor al ver como había aparecido perfectamente, demasiado, vestido. - Por cierto... hace un rato que se oye algo en el balcón pero me daba pereza ir a ver que era... Ve a mirar por si acaso - cogí la ropa que traje y me encaminé hacia el cuarto de baño. - Sino te importa, me meto en tu ducha, no tengo ganas de dar más vueltas y yo también me eché mis fideos encima... - una gota sudó por mi frente, de verdad a veces sí que podía ser patoso. Cerré la puerta empezando a desvestirme.

-¿Eh? ¿En el balcón?-repetí. Froté mi cabeza con energía por última vez antes de dejarla descuidadamente en el suelo del cuarto y dirigirme al lugar indicado.

Primero miré a través del cristal, pero lógicamente a altas horas de la madrugada no había precisamente mucha luz. Eso me hizo pensar un momento en los fuegos artificiales... y los restos que debían haber quedado tirados en la arena, ya que no dio tiempo a limpiar. Suspiré y devolví mi atención al exterior inexcrutable. Vista la imposibilidad de ver nada así, giré la manija y tras el sonoro "¡clac!" de la cerradura me asomé mirando la superficie al completo del pequeño espacio. Nada, ahí fuera no había nada.

Fruncí el ceño extrañado y confundido hasta que de pronto sentí algo tirando de la pernera del pantalón de pijama sorprendiéndome. Bajé la mirada para descubrir una peqeuña criaturita cubierta de un fino pelaje negro que se agarraba a la tela enterrando unas garritas diminutas en ella y levantaba hacia mí unos ojos sorprendentemente azules. Impresionado, me dí cuenta de que eran del mismo azul que los míos. Me agaché casi todo lo que pude para devolver la mirada a esos ojitos que reflejaban mi misma curiosidad mientras parecía intentar alzarse con sus patitas por el pantalón sin lograrlo.

Al no conseguir su objetivo, de nuevo me miró y lanzó un agudo maullidito en reclamo, como si yo fuese el culpable de que sus garras no se quedasen enganchadas bien a la prenda. Una pequeña sonrisa se extendió por mis labios, divertido con el infantil orgullo del pequeño minino. Con delicadeza pasé mis dedos por su cabecita, acariciando tras sus orejas. El gatito respondió moviéndola por reflejo y sacudiendo un poco la cabeza. Parecía que le agradaba, sobretodo cuando pasé a acariciarle la barbilla y de alguna forma se las arregló para deslizar una lengua áspera como papel de lija por la punta de mi dedo. Agradablemente complacido, pasé mi mano bajo su cuerpecito que se revolvió un poco para amoldarse a la nueva superficie y comprobé que era del tamaño justo para caber en mi mano.

Al levantarlo junto a mi cara, de nuevo me miró con esos ojitos de espejo para luego estornudar débilmente, como pidiendo calorcito. Una suave risa escapó de mí al llegar a esa conclusión y casi paso por alto el lazo rojo que destacaba sobre el cuello del gato con una fotografía tamaño carnet atada a él por medio de una cinta dorada. En la fotografía se me distinguía a mí con cara de sorpresa (seguramente la misma que había puesto al encontrármelo) y aun alegre Yu Zhang con el brazo extendido tomándonos la foto.

Cuando mi sonrisa adquirió un tono tierno que nunca tuvo no fue solo por el adorable animalillo, sino la mezcla de este con la persona que seguramente lo había metido a la habitación mientras me daba la lucha. Me recorría el cuerpo un escalofrío cálido.

Salí de la ducha minutos después de haberme dado una ducha rápida para refrescarme e irme limpio para la cama, no paré ni a lavarme el cabello ya que estaba impaciente por ver qué opinaba de su regalo y si tuve suerte en que no fuese alérgico o les tuviese pánico. Me apuré en vestirme con un simple pijama blanco tan deprisa como pude para abrir la puerta, sin hacer demasiado ruido.

Miré en la dirección en la que Kei estaba agallado, dirigiéndome hacia él para comprobar como jugaba con el pequeño felino entre sus manos.- Juntos os veis mucho mejor de lo que imaginé - confesé viendo la tierna escena y cómo lo trataba con tanta delicadez entre su mano y jugando su boquita con los dedos de Kei. Me agaché a su lado y acaricié su frente, notando como cerraba los ojos. Un maullido salió de su boca, notablemente satisfecho por todas las atenciones que recibía. - Parece que a él también le gustas - comenté sonriendo porque sabía lo extraño que le resultaba conseguir eso y dando por supuesto, que en mí lograba provocar el mismo sentimiento.

Me levanté para poder alcanzar la bolsa que dejé sobre la cama y que seguramente no se habría dado cuenta de que la traje también conmigo cuando entré en la habitación. Saqué el pequeño colchón azul que llevaba usando durante estos días que pasó en mi cuarto para dormir y sus cuencos con comida y agua que dejé pegados a la pared, al lado del escritorio.

- Ahora que ya te ha reconocido como su amo... debes de cuidar bien de él, apenas tiene unas semanas y lo más importante... tienes que darle un nombre - me tumbé sobre la cama sin apartar la vista de él mientras cogía la botella de vodka, que no me había olvidado de ella ni por un momento y dándole un ligero sorbo. Solo estaba realmente fuerte, pero después de una ducha entraba mejor que nunca, aunque tendría que acostumbrarme de nuevo ya que llevaba bastante tiempo sin beber ni una sola copa.

- Puedes tomarte todo el tiempo que quieras porque te advierto que esta noche está prohibido dormirse... ¡Sólo beber hasta no poder más y comer churros mientras vemos el amanecer! - bromeé sin estar muy seguro de si podríamos aguantar hasta que saliese el sol, aunque tampoco me desagradaba que el sueño me venciese y volver a dormirme a su lado, con el nuevo inquilino de ojos celestes entre nuestros dos cuerpos - como una pequeña familia - pensé para mí en voz baja tomando otro sorbo, haciendo pasar mi sonrojo como causa del fuerte sabor de la bebida.

-Qué rápido.-murmuré cuando se acercó Yu tras salir de la ducha, pero sin dejar de mirar a la craturita desde todos los ángulos.- Pero discrepo ligeramente contigo... No tendré que cuidar de él... Sino más bien de ella, es gatita.- me reincorporé acunándola contra mi pecho con una sola mano mientras la otra le hacía carantoñas recibidas con gañiditos satisfechos y un frotarse contra mí. Admitiré que estaba prestándole más bien poca atención a mi alrededor, me limité a sentarme al lado de Yu sin despegar la mirada del pequeño ser que ahora estaría a mi cuidado. La seguí acariciando con expresión concentrada, reflexionando acerca del tema del nombre. Dar nombre a algo es un acto importante. Es algo que debe intentar describir en una palabra a su portador, tal como intentaron (ya que no lograron, según sus deseos al menos no) conmigo. Algo que le acompañará mucho tiempo.

La pequeña me miró con esos ojos que me reflejaban como los espejistos proyectados en el agua. Definitivamente el nombre le quedaba perfecto y su forma de mirar solo me lo pudo confirmar.

-Ame.-pronuncié y, ahora sí, me volví a mirar a Yu.- Suena dulce, ¿no? Y le va bien.

Durante este rato había estado abstraído, por lo que en cierta forma me sorprendió ver que ya había empezado. Por suerte había cogido el vodka blanco, así que yo me apropié del negro, acomodando a Ame en mis piernas cruzadas estilo indio.

-Espera-caí en la cuenta.-, ¿churros? ¿Asaltando la despensa?-pregunté desconcertado. Vale, tuve un efecto retardado...

- Oh, vaya, no me había dado ni cuenta... Al fin una hembra - tomé un tercer sorbo notando como se me iba acostumbrando la garganta al escozor. Tuve que aguantar las ganas de gritar y correr a por la cámara para guardar de por vida la escena de un gatito acurrucado delicadamente entre los brazos de Kei mientras toda su atención era dirigida al minino. Tan embobado estaba que no podía separar la vista de ellos ni un minuto, nunca imaginé que con ese regalo llegaría a sacar el lado más tierno de Kei. Como me gustaría ser yo quien estuviese en sus brazos...

- ¿Ame? Me gusta, se escucha bien, suena delicado... pero ¿qué significa? - curioseé intrigado sin quitarle mi mirada de encima, notando como su pequeña abstracción había terminado para dirigirme un poco de su atención, aunque sin dejar olvidada a su nueva acompañante.

- Bueno... - reí nerviosamente esquivándole de su ángulo de visión - es que las pastillas que estoy tomando suelen darme antojos así que... Espero que tengas churros en algún lado o te haré salir a por ellos, a no ser que se me antoje algo que sí haya aquí... - sugerí inocentemente, cambiando de posición para quedar tumbado en la cama bocabajo, con los codos apoyados en el colchón para quedar con el rostro al lado del minino y empezar a jugar con él con un dedo. - ¿Viste? Viene en tamaño mini, hasta es más pequeño que yo y eso ya es complicado - ¡la primera vez! Y también la última que admitiría mi estatura - cuando lo vi durmiendo me pareció adorable y cuando abrió esos ojitos... esa mirada me enamoró. Me recordó a la tuya - admití adquiriendo un tono carmín en las mejillas por reconocer que al verla, fue como ver a Kei.

-Sería igual de bonito aunque fuese chico. Pero el nombre le queda mejor a una chica en mi opinión. Delicado es la palabra, porque significa lluvia. Pensé que cualquier nombre relacionado con el agua le vendría bien, barajé otras posibilidades como Umi, es decir mar, pero Ame me pareció más... elegante, supongo. Y delicado. Elegante por su sonido, delicado por su origen.- me expliqué. Mientras acariciaba el suave pelo hablaba con Yu.- Antojos... creí que eso era cosa de las embarazadas...-no puedo evitarlo, la oportunidad de meterme con él es algo que me puede.- No tengo churros, pero tengo...- dejando a Ame en la colcha para no aplastarla me agaché para agarrar cosas bajo la cama. Durante las semanas que llevaba allí se había convertido casi en un almacén. Cuando me reincorporé con un par de bolsas en cada mano de patatitas, gusanitos y ese tipo de aperitivos, Ame ya se subía de vuelta a mis piernas, reclamando tanto atención como calor. Por otro lado, esa táctica me sirvió para evitar que se me viera la cara un momento, particularmente ese en que se me coloreó ligeramente.

- ¿Te gustan los días lluviosos? - no reprimí mi curiosidad innata al escuchar el significado de Ame, por inercia me había hecho preguntármelo, haciéndome suponer que era el tipo de persona que se relajan con el sonido de las gotas de agua cayendo una a una. El nombre le quedaba, al igual que él, ojos hielo, cabellos noche, oscuridad y humedad como el agua y como último detalle, su porte frío.

- Ja, ja - reí sarcásticamente por su insinuación, tomando otro trago de la bebida - es cierto, estoy embarazado... de ti - confesé con puro dramatismo, sosteniéndole la mirada seriamente.

- Jo... sino son churros no quiero... Dame churros, dame churros, dame churros - comencé a hacer berrinches sin parar cada vez más alto y exigente. - ¡Comida! - me lancé sobre él gritando para quitarle la bolsa de patatas nada más localizarla. Aunque cuidando de no aplastar a la pobre Ame que seguía correteando torpemente sobre el colchón para llegar hasta Kei, traicionándole a veces las pequeñas y frágiles patitas que le hacían caer. - A saber que más cosas tendrás debajo de la cama pervertido... - acusé con la boca ya llena de patatas y acercándome al filo de la cama, medio tumbado sobre las piernas de Kei para asomar mi cabeza por debajo de ésta.

-Sí...-contesté mirando de nuevo abajo, acariciando a Ame despacio.- Me gusta la lluvia ligera, y el sonido que hace contra la ventana. A veces me gusta también estar bajo la lluvia.-no aclaré la razón detrás de ese último acto. Realmente el sentir las gotas de lluvia en mi cuerpo me hacía sentir más limpio por fuera y por dentro. Tampoco mencioné que por esa razón cogía resfriados a menudo.

Ignoré olímpicamente el comentario de forma casi maleducada. Después de un tiempo escuchando ese tipo de salidas uno termina acostumbrándose. Ante el inesperado ataque reaccioné como lo haría cualquier persona normal: lanzándole uno de los paquetes a la cara y protegiendo a Ame con un brazo.

Cuando Yu se asomó al borde de la cama le levanté de las piernas haciéndole caer al suelo. Desde allí tendría bonita vista de lo que había bajo mi cama.

-¡Míralo tú! Pero con más cuidado, que aplastas a la nena...-reproché con un tono en medio de la broma y la seriedad.- Si le pasa algo por tu culpa olvidate de las visitas semanales.-como si la gatita fuese una niña cuya custodia poseyese.

- ¿Cómo que semanales? ¡Diarias! - repliqué en seguida y le dirigí una última mirada cargada de odio por la poca consideración que le tenía a mi trasero que ya estaba un poco adolorido por la caída anterior. - Ni que quisieras a Ame más que a mí... - le reproché agachando mi vista hasta alcanzar ver lo que había debajo de la cama.

- Eres un desastre del orden - fue mi primer juicio a primera vista, aunque el resto de la habitación estaba ordenado, quizás por eso me esperaba que no hubiese tantas cosas ahí almacenadas. Empecé a remover y rebuscar como perro por su casa sin consideración en desordenarlo.

- No tienes condones - afirmé después de inspeccionar todo lo que había. Cosas innecesarias... pinceles, bebidas, chocolate (bueno, a ese sí se le podría sacar algún buen partido). - Sin condones por la vida, vas mal, muy mal... - le reproché desde abajo, continuando con mi monólogo. - Nata, también te falta nata. ¿No has leído la de cosas que se pueden hacer con ella? Oye... ¿y las revistas?, ¿dónde las guardas? Es imposible que no tengas ninguna, tienes que tenerlas en otro sitio, seguro... ¡Ah! La maqueta de barco me parece muy interesante pero podrías comprarte algunos juegos para más adultos... - saqué la cabeza de aquel oscuro lugar, volviendo a tumbarme de un salto sobre la cama. Desde luego, no tenía nada de interesante registrarle sino tenía cosas que le hiciesen avergonzarse...

-No necesito condones para nada.-repliqué.- Las chicas los llevan a menudo en sus carteras...-añadí como quien no quiere la cosa.- ¡No revuelvas así! Lo tenía ordenado, ¿sabes? Ahora no encontraré lo que busque... Aparte del barco tengo un castillo feudal por ahí abajo... al fondo, creo. Lo hice durante la temporada de exámenes.- Al ver que se retiraba de su búsqueda contesté malicioso.- Si no encuentras las revistas es porque no sabes buscar. De todas formas no te interesa encontrarlas, son todas de chicas.

- ¡Pero serás pervertido! Maldito hetero... - susurré el último calificativo mientras me tumbaba en la cama, dándole la espalda malhumorado - no quiero saber ni que haces con esas revistas asquerosas... - agregué ofendido - ni tampoco me interesa lo que lleven en las carteras... - lo admito, no me gustó que mencionase sus tendencias hetero, me hacían dudar... Y sí, me interesaban todas esas cosas, ¿qué le vamos a hacer?, soy preguntón... - Te perdono si contestas a todas y cada una de mis preguntas, así me aclaras de una vez tu misteriosa sexualidad... - propuse volteándome para verle después de la rabieta y estar ignorándolo los últimos... 10 segundos.

-Oh, ¿verdad o atrevimiento?-contesté curioso. Había sido divertido esperar a que rompiese su voto de silencio, de paso confirmando que alguien como Yu encuentra difícil permanecer callado medio minuto, sobretodo en un tema que le interesa.- Pero respecto a mi sexualidad, sería grado X, o si lo fuerzas y me haces elegir puede que 2, aunque no estoy del todo de acuerdo con Kinsey sobre los términos.-e igual de divertido era poder responder de forma que debiese hacer hacer otra pregunta para entender. No es que me regocijase saber cosas que él no... bueno, tal vez un poco, pero no de forma maliciosa. Es la mejor forma de dirigir la conversación a baches poco profundos.

Casi ignoré su comentario, sino fuese por la mirada reprochadora que le dirigí. Esa no era manera de contestar a una pregunta... - Tú lo has querido... Pero hay que jugar bien, si uno no lo logra... fuera prenda - suerte que en cantidad de ropa estábamos igualados.- Y empiezo yo con... atrevimiento - miré a Ame un momento acariciándola para llamar su atención - qué le podríamos preguntar... - seguía hablando, esta vez con el animal, que parecía no entender nada de lo que decía, mirándome atentamente y girando la cabeza en señal de desconcierto.

- ¡Ya sé! - grité levantando mi miraba a Kei, con una sonrisa que daría miedo, aunque no tanto como la idea que tenía en la cabeza - como con eso que dijiste parece ser que ni tú sabes de tu propia sexualidad... Bésame, así lo compruebas - si lo haría o no... ya no tenía ni idea, pero era una buena forma de aprovechar la oportunidad, aunque me dije de no volver a hacerlo, no caer en la tentación... Tenerlo en frente, era inevitable, mi mente acababa viajando mientras mis ojos le veían como si le transportase a un mundo en el que sólo los dos existiéramos.

-No.-rotundo y contundente. Le empuje la frente para que volviese a sentarse y dejase de cernirse así sobre mí. Ni loco iba yo a meterme en mi propio purgatorio por propia voluntad. Ya tenía bastante con saber que no podía hacer nada. Amar a alguien que tienes fuera del alcance ya es doloroso, tenerlo facil llevaba la situación a otro grado de sufrimiento.- Y ya te he respondido, soy de grado X, o en su defecto 2. Si quieres puedes empezar tú las preguntas, ¿o debería comenzar yo?

Lo supuse... Me alejé lo suficiente como para hacer que nada había ocurrido y volver a la normalidad. - Bien, pues empiezo yo... ¿Qué es grado x y 2? Explicado de forma que cualquier persona común y sin tus conocimientos pueda entender - para empezar, pregunta sencilla para iniciar el juego, lo otro había sido tan solo una broma... Volví a coger la botella de vodka que había olvidado los últimos minutos.

Bebí un trago largo directamente de la botella.

-Son grados de sexualidad.-me expliqué cuando hube tragado. Cerré los ojos sin hablar un momento, sintiendo el alcohol extender un manto caliente por mis venas.- De inclinación sexual, si prefieres llamarlo así.-proseguí al abrir los ojos.- De cero a seis, en orden de hetero a homo. El 0 sería hetero convencido, de ahí no lo saques. Luego van subiendo. El dos sería hetero-flexible, de preferencias hetero pero que no rechaza totalmente l aotra posibilidad. No obstante, ya he dicho, yo más que nada sería X. X es equivalente a nada. Ninguna sexualidad, ningún inclinación particular, interés nulo en el sexo. Lo que se llamaría asexual.-bebí otro trago de la botella. No me daría para mucho, apenas quedaba.- ¿Pregunto yo ahora?

- Que aburrido... - comenté pensando en como sería llevar esa vida en castidad - asexual.... ¿pero entonces te reproduces por esporas, gemación, bipartición o meiosis? - indagué sobre el tema, realmente interesado por conocer a alguien capaz de mantenerse así, sin ninguna inclinación. Lo que yo decía... hetero, pero vulnerable a las calenturas. - ¿En serio la gente gasta su tiempo para establecer la sexualidad en grados? O carne o pescado y se acabó darle vueltas a la perdiz... No carne de lunes a viernes, pescado los fines de semanas y verdura los festivos - rodé los ojos sintiendo que lo que decía era una obviedad.- Sí, te toca...- cedí acomodándome al respaldo de la cama, intrigado en saber qué le gustaría saber.

-No me reproduzco.-contesté divertido.- Yo no me veo como padre, y supongo que el resto tampoco.-bebí otro trago y aparté la botella al ver que Ame la olisqueaba.- Los catedráticos de lengua tienen tiempo de inventarles nuevos nombres al complemento directo, así que ya ves... Se aburren mucho.-medité un momento mirándole, en realidad sí que quería preguntarle cosas, pero estaba seguro de que nada que a Yu se le ocurriese.- ¿Cuál es tu color favorito?-sonreí, con simplicidad. Que él aprovechase si quería para revolver entre mis aventuras, yo quería saber más sobre Yu.

- ¿Color? - repetí mirándole perplejo y después del asombro, sonreí ligeramente. Era tan lindo, mostrando su interés en querer saber esas cosas de mí. - Uhm... blanco, me gustan las cosas claras - afirmé después de pensarlo bien, supongo que tenía cierta relación con mi personalidad. Claridad, tranquilidad, inocencia... - ¡Ahora me toca a mí! - tragué lo último que quedaba de la botella para concentrarme, tampoco quedaba mucho... así que no podía sentir todavía los efectos - ¿dónde te gustaría hacerlo? - indagué con naturalidad - ya sabes, tu fantasía...