Feliz 1 de Enero (Yukimura Kei) (Cerrado)

-Si ya te lo decía yo... Torpe... -me las arreglé para sujetar las dos bolsas (botellas y comida) en una mano y le tendí la otra para ayudarle a levantarse.- ¡Y adios a toda la comida! Bueno, no, espera...-miré entre los restos y saqué un paquete impermeable: los uirô.- Al menos se salvó algo, sigues sujetando los palillos, ¿no?- comencé a bajar hasta la arena. Una vez abajo me quité las zapatillas de deporte cogiéndolas con la mano libre y señalé el fuerte de rocas anteriormente avistado con la punta de las zapatillas.- Vamos allí, siempre podemos compartir el mío.

- Oh, sí, estoy bien, gracias por preguntar... - contesté con sarcasmo por su gran interés en la comida, mientras me ayudaba de su mano para levantarme, aunque me arrepentí porque empezó a dolerme aún más el muslo. Aún así ignoré el pinchazo y le imité, recogiendo la mochila de la arena. No hice más que asentir a todo lo que decía, sintiéndome un poco nervioso de repente al ver el estado tan íntimo que se respiraba, pero al menos en esa zona estaríamos bastante alejados de las parejas, sólo espero que nada rompa la tranquilidad.

-Quítate los zapatos.-sonreí ligeramente.- Ayudará a mantener el equilibrio en la arena.

Esperé a que estuviera a mi lado antes de encaminarme hacia el rincón. Al echar un vistazo entre las rocas me alegró comprobar que no había nadie dentro y estábamos completamente cubiertos contra el viento... y miradas. Con los pies aplané una zona, lamentándome de haber olvidado traer una toalla o una manta sobre la que sentarnos. La arena estaba fría pero seca, y el cielo despejado indicaba que hoy, igual que ayer y los últimos días no nevaría. Yu llevaba razón sobre que no sería una noche tan fría.

Sin muchos aspavientos me dejé caer en la arena con las piernas cruzadas, dejando la bolsa de las botellas a un lado y la comida, agradablemente caliente, sobre mis piernas. Miré a Yu esperando que se sentase a mi lado y le diese el visto bueno al lugar.

- No está mal - sonreí ampliamente al ver el lugar que habíamos preparado en un momento - aunque falta esto... - saqué de la mochila la toalla que seguramente deseó tener en estos momentos - ¿crees que no vine preparado? - me senté a su lado, quedando bastante cerca para vencer el frío y compartir bien la comida. Miré por primera vez al frente para fijarme en el mar que transmitía el relajante sonido del chapoteo del agua, suavemente iluminada con la luz de la luna llena.

El cielo parecía un cuadro en blanco y negro y en este noche había más estrellas como jamás había visto, eran tan absorbentes que me hacían sentir envidioso de estar tan lejos y ser tan poco en comparación con su belleza. - ¡Mira! - exclamé eufórico señalando velozmente hacia el horizonte, donde una estrella fugaz volaba dejando el rastro luminoso de su cola - ¡pide un deseo! - le animé volviendo a ser un niño, permitiéndome el capricho de soñar como uno.

Me levanté ligeramente para que estirase la toalla y cupiésemos los dos, algo apretados, pero nos tendríamos que juntar de todas formas para comer, así que no importaba. Seguí su mirada justo a tiempo de verla antes de desaparecer. Cuando no te dan tiempo a pensar en lo que deseas, lo que más anhelas te viene por sí solo a la mente, así que más tarde no pude dudar de que mi deseo había sido sincero, propulsado por mis temores.

"Que el haberme conocido no dañe a Yu. No quiero que sufra por mi culpa."

Y es que en ningún momento abandonaba mi mente el riesgo al que se exponía Yu por estar conmigo. Me remordía la conciencia pasar tiempo con él, y aún más dolía no ser capaz de evitar disfrutarlo. Apartando esos pensamientos (y de nuevo remordimientos al hacerlo) me volví de vuelta a Yu.

-Listo. - abrí el paquete y saqué la comida sujetándola con una mano mientras la otra sacaba una de las botellas de vodka (el negro) casi terminadas para ponerla de pie en la arena por medio de enterrarla un poco.- La bebida mejor para luego.-lo puse de forma que quedase entre ambos, apoyado en las rodillas de ambos y separé los palillos.- Buen provecho.

Sonreí, guardándome el antojo de saber que deseó y anhelando mi único deseo de permanecer todo el tiempo posible a su lado. Tan sencillo, tan simple y tan inocente, ¿por qué hoy algo me decía que era difícil? Miré de nuevo la hora antes de coger algo de comida con los palillos. - Son menos cuarto, casi será año nuevo - detuve los palillos al primer bocado, bajando los brazos como si acabase de darme cuenta de algo y que necesitaba confesar.

- Hoy es un día raro... - resumí todo cuan se me pasaba por la cabeza, como conclusión de todo y solución para nada. - Supongo que es porque hoy es él último día del año, uno más que se queda atrás... Y no me gusta cuando las cosas se acaban. Prefiero que las cosas sean infinitas como el cielo y eternas como los sentimientos - revelaba como si estuviese hablando solo en mi habitación, aunque sabía que Kei me escuchaba, desahogándome como si no fuese capaz de dejar ni una sola cosa sin contarle, aunque fuese un simple dolor de cabeza.

- Pero sé que nada excepto eso dura para siempre... Por eso me apena pensar que siempre llega una hora para todo. Muchas cosas se van quedando atrás... ¿Crees que un año nuevo supone cosas nuevas, cambios? - pregunté enfocando mi mirada de nuevo en él, no sabía si me seguí, ni siquiera yo sabía qué me pasaba o por qué empecé a hablar de algo así, quizás porque mi sueño lo sentía irrealizable...

-Sin duda.-afirmé su filosofía.- Un año acaba... pero otro comienza. El año es solo una unidad de tiempo... mientras que el tiempo en sí sigue y sigue adelante... Su único fin si es que tiene alguno es la muerte. Mientras sigues vivo, no importa cómo cuenten el tiempo el resto de personas, aún queda más tiempo asdelante.-suspiré y hundí los palillos para llevarme algo de comida a la boca. Al tragar seguí hablando.- Yo en cambio tengo muchas ganas de que pase... Cuanto antes pasen, antes terminará mi vida actual. En cuanto pueda estaré fuera de la casa de mis padres y seré al fin libre.- mis ojos se iluminaron con una pequeña luz de esperanza que solo me proporcionaba la posibilidad de escapar a mi infierno. Por lo general mi vida me parecía oscura, pero siempre quedaba un futuro diferente al que apuntaba con ilusión.- Ves tu vida de una formas muy pesimista.- afirmé mirándole de frente.- El cambio no tiene por qué ser malo. Puede traer cosas agradables, mejores que lo que tenías. Y siendo tú, yo solo esperaría cosas mejores.-sonreí con ojos entrecerrados.- ¿No crees?

- Eso sería genial - admití al escuchar sobre sus planes de futuro - te mereces disfrutarlo - aunque ahora pensaba que no sabía demasiados detalles, sólo que no le tienen un gran aprecio en su casa, pero por primera vez pensaba en esto detenidamente y acababa de descubrir una duda, sobre algo que siempre pasé por alto... El motivo por el cual Kei nunca se ha relacionado con nadie. Somos seres sociables, es imposible que desde que fue un niño pequeño él mismo rechace la compañía. No le encontraba una relación lógica con que sus padres no le quisieran como a un hijo.

- Lo sé, sé que solo es una unidad de tiempo aunque ojala fuese solo eso, pero es todo lo que el tiempo tiene a sus espaldas. Cuando termina un año, todo lo que se termina y cambia con él. Y esos cambios pueden detener tu tiempo... No es pesimismo, es temor a que llegue el año que te perderé. Eres lo único que me queda por perder, aún puedo ir a peor pero entonces... si me trajesen cosas agradables, para mí ya no tendrían ningún valor, no sería capaz de vérselo a nada más... - tuve que apartar la vista ruborizado por la cortedad a verle, por haberle confesado un sentimiento tan real como lo que sentía por él.

Un fuerte peso me cayó encima aplastando la plástica barrera que me esforzaba en construir para protegerme de mi culpabilidad. Muy mal, definitivamente fatal.

-No está bien... que bases tu vida en un único pilar, Yu.-mi mirada, dirigida al frente se oscureció.- Me pones muy alto en tu escala de valores, y cuanto más alto, más duele caer...-mi voz sonaba baja y algo lúgrube.- Imagina si además es ese el pilar central, se derrumbaría todo.- todo, ¡todo! Todo caería si Yu sabe de mí. No quería... no permitiría que supiera...- Lo último que queda es la vida, Yu, nada más, eso es lo que tienes que proteger. Aún cuando todo lo demás caiga...- de repente no tenía hambre. El pelo ocultaba ligeramente mis ojos, ocultando parcialmente la agonía interior. Dejé los palillos. Toda mi vida luché para mantener eso mismo, mi vida era lo único que me quedaba, lo único que me proporcionaba la posibilidad de esos cambios que Yu temía y yo aguardaba.- Es lo único que puede ofrecerte la posibilidad de ser feliz... muerto todo termina... -mi voz se apagó. Dándome repentinamente cuenta de lo deprimente que me había vuelto traté de apartar toda esa oscuridad que amenazaba con privarme del mundo exterior, sin ahogarme, pero limitando mi respiración. Siempre medio vivo, y siempre medio muerto... Hasta salir de aquí.- ¡De todas formas!-compuse una sonrisa más optimista con esfuerzo y cambié aparentemente el chip.- Eso no tiene que preocuparte. He estado ahorrando, ¿sabes? En cuanto me den independencia y me libre de mi familia me compraré una casa. Puedes venirte conmigo. Después de todo para tu padre estamos juntos, ¿o no? Seré mayor antes que tú y podrás venirte afuera incluso más pronto de lo habitual.-sonreí. Solo deseaba que llegase ya, cuanto más pronto mejor, ¡cuanto antes! Para no seguir poniendo a Yu en peligro con mi presencia. Para poder realmente vivir. Entonces... ya no tendría que tener estos remordimientos ni tendría que temer...

- Me da igual - y así era, absolutamente me daba lo mismo que no estuviese bien, que doliese. Fue un riesgo que asumí y mantengo mi elección, firme, indiferente a lo que puedan pensar, aunque me aconsejasen por mi bien, no conseguirían cambiar esa realidad si ya ni yo, aunque quisiera, podría hacerlo, porque realmente, nunca elegí nada. No elegí amarle, no elegí ir dejando de creer cada vez menos en mí, no elegí necesitarle, no elegí ser la marioneta que se sustenta de sus hilos. Pero aún así, no me importaba serlo.

Le miré sobresaltado por su repentino giro, al escucharle hablar con voz más animada, seguramente a él tampoco le gustó el ambiente deprimente que en tan poco tiempo se formó. Kei no sería Kei si dejaba de preocuparse por mí.

Me sacó una gran sonrisa mientras oí sus planes hasta que todos mis músculos se paralizaron excepto el de los párpados, que se abrieron tanto como podía, mirándole perplejo al escucharle su invitación. “Puedes venirte conmigo”... ¿desde cuando tres palabras podían llegar a sonar tan bien? Pareciese como si toda mi sangre se hubiese moldeado en mi corazón para poder sentir más que nunca la felicidad. De leves luces de esperanza, por primera vez había conseguido crear un sol de ilusiones. De todas formas, soñar no cuesta nada y es hermoso, cuanto más lo hacía, más me impacientaba, más lo deseaba. Vivir con Kei, los dos solos sin problemas, sin todos esos problemas. Las cosas también podían ir a mejor.

- ¡¿Lo dices en serio?! - pregunté después de recomponerme, tan alto que apostaría que lo habrían oído las parejas que antes encontramos. Giré todo mi cuerpo quedando en frente de él - ¡prométemelo, prométemelo! - pedí de vida a muerte, como si estuviese a punto de ganar la mayor lotería de mi vida y de hecho, así era. Posé mis manos sobre sus hombros para que poder verle mejor de frente. Y entonces de mi muñeca salieron unos pitidos... 12:00

Negué con la cabeza sonriendo divertido. Mis sentimientos no podían ser más contradictorios, pero prefería dejarme embargar por la felicidad compartida de momento.

-Claro que hablo en serio.-confirmé.- Es una promesa.-y el pacto se sello con los pitidos de media noche exacta.- ¿Viste? La promesa del año nuevo.

Asentí, enormemente complacido, sonriendo bobamente.

- Es una promesa - repetí acercándome hasta él para tocar con mis labios su mejilla, depositándole un inocente beso - feliz cumpleaños - le susurré confidencialmente a su oído, ilusionado porque se hubiese dado cuenta de que no lo había olvidado ni un momento. Me separé un poco de él para que en mis ojos leyese todo lo que mi alma no decía. Mi sonrisa de fue volviendo cada vez más melancólica. - Kei... si te he traído aquí es por un motivo... - callé un momento, escondiendo la mirada entre la arena que jugaba entre mis dedos.

Me levanté casi de un bote, dejándole a la espera mientras rebuscaba entre mi mochila. Me acerqué hasta él, clavando mis rodillas delante de él para mirarle de frente y enseñarle el pañuelo negro que había sacado. - Necesito que te pongas esto y me prometas que no te la quitarás hasta que te lo diga... - le pedí acercándole la cinta a los ojos y anudándosela con delicadeza.

Volví a levantarme para coger la mochila y con ella alejarme de Kei. Empecé a sacar de ella todo el peso que llevaba en ella a una distancia bastante lejana, así a la orilla del mar pero asegurándome que el agua no llegaría. Dejé unos cuantos dentro que había comprado de reserva y dejé las largas cadenas en la arenas. Prendí fuego a las largar mechas que tardarían unos segundos en consumirse y corrí de nueva a cuenta hacia Kei - ¡ya puedes quitártela! - llegué a su lado y el espectáculo comenzó...

- Si Mahoma no puede ir a la montaña... La montaña irá a Mahoma - le expliqué siguiendo con la mirada el primer hilo de luz que subía hacia el cielo, que segundos después explosionaba dividiéndose en miles de estrellas de colores, seguidos de más fuegos de artificio que sintonizaban su música con el mar.

Mi corazón se saltó un latido incluso con ese contacto inocente en mi mejilla, pero evité que mi perturbación saliese a la luz. Agridulce de nuevo entre el deseo de felicidad y el miedo de que Yu se implicase demasiado.

Aliviado al sentir que se alejaba pasé a fruncir el entrecejo con molestia cuando me los pató con la molesta venda. A nadie le gusta que le priven de uno de los sentidos... Entendiendo que esta noche no comeríamos más dejé a un lado el recipiente de comida a medio comer y aguardé resistiendo el impulso de quitarme la tela de los ojos mientras me revolvía un poco en la toalla y esperaba que Yu se diera prisa en volver.

Parpadeé un momento al ser librado de la molesta prenda, sobretodo porque a pesar de ser de noche por la luz bien podría ser de día. Sorprendido, al acostumbrarme distinguí como múltiples colores se entremezclaban difusos en el cielo. Al principio inidentificables, según se separaban mis ojos contemplaron completamente maravillados cómo el oscuro cielo se poblaba de flores hechas de destellos. Efímeras, bellas y resplandecientes, sus pétalos incandescentes caldeaban el cielo y lo llenaban de un alegre fulgor.

Una sonrisa sincera iluminaba también mi rostro mientras, aunque fuese por un momento, las sombras de mi alma dejaban paso a la luz, arrastrando fuera los temores que me atormentaban día a día. Ahora no importaba donde estuviese metido mi hermano, o cómo estarían mis padres celebrando el año nuevo. En ese glorioso minuto, sin siquiera sentir la arena bajo mi cuerpo o el frío aire de la noche sobre mi piel, solo era consciente del restallar de los cohetes, el espectáculo y la tenue calidez de otro cuerpo junto al mío.

-Feliz año nuevo...-lo dije sin pensar, y tras ello susurré bajito sin poder contenerlo.- Soy feliz ahora mismo, ¿sabes?

Mi sonrisa se volvió más suave, menos pronunciada, pero sin renunciar a su sincera dicha.

- Es tu regalo por haber nacido - le felicité correspondiéndole a la sonrisa con toda mi intensidad, sin que supiese lo realizado que me hacía saber conseguido hacerle feliz. - Si tú lo eres entonces no necesito más para serlo yo también - sin poder evitarlo levanté mi mano hasta su rostro y le pellizqué ligeramente la mejilla. - Dime... - recordé una de las primeras veces en las que hablé con él. Era curioso lo que habían cambiado las cosas, al menos creo y espero haber cambiado algo en su vida en este año que acaba de terminar - ¿qué tal se siente sentirse querido? - le pregunté con gracia porque aquella vez le dije que sería mejor si lo vivía en su propia piel.

- Ne, ne... no tengo tarta pero... ¡mañana prometo comprar una! Aunque quizás estos dulces puedan servir por ahora, ¿no? - tomé uno de ellos mirándolo con atención hasta que una idea se me pasó por la cabeza y le miré con ojos inocentes y suplicantes. - Abre la boquita... Di “ahh” - le pedí acercándole el uirô a los labios.

Mi sonrisa se volvió irónica un único segundo ante la mención de mi nacimiento, pero la sátira desapareció rápido. Realmente, era la primera vez que alguien consideraba como positivo mi nacimiento. Le devolví la mirada antes de mirar de vuelta adelante. Qué se le va a hacer, también yo tengo vergüenza con respecto a decir cosas de ese tipo.

-Bien... Supongo...-murmuré. Más que bien, solo lo empañaba el miedo.- Es un cambio agradable...- hablar sobre los sentimientos de los demás, bien. Hablar sobre temas serios, bien también. Hablar sobre mi angustia, no tan bien pero pase. Hablar sobre mis sentimientos cuando estos son de color rosa... es un cambio radical al que no estoy acostumbrado. Jamás había sentido realmente felicidad, y los novatos en cualquier cosa siempre presentan cierta timidez. Incluso los que tienen corazón de hielo se sienten inseguros aunque lo oculten... y no se puede ocultar si te lo preguntan directamente y sin tener opción.

-Tarta... de chocolate.-afirmé, ¡nadie en el mundo puede negar que una tarta ha de ser de chocolate si quiere tener auténtico éxito!- ahora sí que le miré aunque casi que fue un error. Con un ligero tic facial por el trato tan infantil esta vez fuí yo quien le tiró de ambas mejillas, tal vez con algo de saña.- Me temo que hasta ese estado de atontamiento aún no llego.- digo mientras tiró una última vez antes de soltarlo y coger el dulce en mis manos para darle un pequeño mordisco.- Y es demasiado grande para comerlo de un bocado así, hombre...

Ahogué una risa cuando intentaba contestar, sin que me pasase desapercibida su timidez. Aunque me exija de qué sabor tenía que comprar la tarta, no se deje mimar y tenga la manía de tirarme de las mejillas cuando decía alguna burrada... seguí siendo adorable, aún más cuando descubre cosas nuevas y las disfruta como un niño pequeño, que seguramente nunca había disfrutado de sentirse como tal en su tiempo. Me reconfortaba saber que podía lograr hacerle sentir nuevo. - ¡Entonces seguiré consiguiendo más cambios! - le informé con una sonrisa triunfante.

- Vale, de chocolate - no podía negarme a sus caprichos, menos aún el día de su cumpleaños- joo... que soso, con la ilusión que me hacía... - agregué mirándole dolido aunque sabía que hubiese sido todo un milagro que se hubiese dejado - pero no importa... ¡sigues siendo adorable! - vale, tampoco pude evitarlo, así que salté encima suya, tirando “accidentalmente” el paquete de comida encima de Kei, el cual ya estaba derribado en el suelo por mi improvisto salto sobre él.

- Aunque esa... ni tú te la creíste - dejé de asfixiarle con los brazos soltándole del cuello para mirarle a los ojos de cerca - sé como atontarte - dibujé una sonrisa de lado, similar a las suyas, sabiendo por él mismo que mis ojos conseguían volverle a ese estado.

Sí, probablemente me habría traspuesto unos segundos mirarle directamente a los ojos... suerte que los tallarines estaban ardiendo cuando se me cayeron todos encima.

-¡Yu! ¡Pero bueno...!-me levanté de un salto sin molestarme en ser delicado. Me tiré del borde de la camiseta para comprobar el desastre, una de mis camisetas negras completamente cubierta de salsa y tallarines. "Bueno..." me consolé mentalmente "Al menos no es una de las blancas, ahí sí que iba a ser un problema..." Me sacudí lo que pude, pero las largas tiras se enredaban al quitarlas.- Desde luego...- me quité la camiseta para sacudirla de forma que se cayesen solos, poniendome la chaqueta que milagrosamente se había salvado directamente sobre la piel al sentir el frío aire invernal.- Ya te vale... cancela la tarta, me vas a comprar una camiseta nueva como no se lave bien ésta...

- Anda... - miré sorprendido la camiseta manchada, al ser separado al completo de él y con cierta brusquedad, como si no me hubiese dado cuenta de que se volcó, con lo divertido que era intentar atontarle... - ¡ahora estamos manchados los dos! - exclamé feliz y en segundos, mi felicidad aumentó. - ¿Para qué? Estás mejor sin ellas... - contesté sincero, prefería la combinación de tarta y Kei sin camiseta porque si juntamos las dos cosas... Yu, piensa en los exámenes, piensa en los exámenes... Pero es que esa imagen de sus abdominales... Mente fría ¡mente fría!

- Será mejor si vamos a que te cambies y te das una ducha - le cogí de la muñeca antes de dejarle tiempo para contestar y arrastrándole conmigo, después de haber recogido las cosas, claro - así bebemos en la habitación más calentitos... Oh, por cierto, cuando hago bueno te vienes a la playa conmigo - espera... ¿y que tenga que compartir con otros las vistas? ¡ni en broma! - bueno... mejor no, que hay mucho pervertido suelto por ahí...

-Sí, claro, porque se van a atrever a acercárseme, ¿no?-ironicé, hacía tiempo que pese al físico o aptitudes, mi actitud alejaba a todo el mundo.- Hace tiempo que tú eres el único bastante idiota para acercarse.-antes de que me alejase a tirón limpio me resistí un momento para agacharme a recoger el paquetito de uirô, que estaba fuera de la toalla y ya se quedaba olvidado. Me temo que con el que se me cayó durante el salto ya no había nada que hacer.- ¡¿A qué tanta prisa?!- Vale, es que coincidiréis conmigo en que para recorrer toda la playa en menos de un minuto hay que ir bastante rápido.

- ¡Oye! No soy idiota y menos por estar contigo - llamé su atención ofendido - ¿para ti todas las personas a las que me acerco son malas o que? - le pregunté haciendo un ligero puchero en desacuerdo a su idea - voy a empezar a dudar si hay alguien bueno en este mundo... o al menos alguien bueno para ti - pensaba opciones y cada una de ellas era descartada - ¿y yo? ¿Yo soy bueno? - curioseé animado y mirándole inocentemente.

- Pero aún así, no lo decía por ti, sino por mí... No es bueno para mí atraer tantas miradas - mentí engreídamente echándome las flores que se creía que le había echado a él, aunque así fue - y si vienes conmigo, me espantarás los ligues... - comenté ofendido como si eso me importase en algún momento, pero aún así él sabía que no lo decía en serio.

- ¿Prisa? ¿Qué prisa? Yo no tengo ninguna prisa... - agregué sin detener mi paso. Mentira descaradamente, temía que mi habitación pronto se convirtiese en el escenario de un robo... Cuanto antes sacase a esa cosa de ahí, mejor, esas criaturas no eran de fiar...

-Sí, tienes un inexplicable talento para acercarte a gente peligrosa.-declaro.- En este mundo hay pocas personas realmente buenas, y la mayoría son idiotas, aun que claro, también los hay malos y, encima imbéciles.-no hacía falta aclarar a quién me refería, Chris iba implícito en todo el asunto.- Supongo que tú pertenecerías al primer grupo, sí. Si te los espanto, mejor, fastidian mucho los cortejos baratos. ¿Alguna vez te han soltado el tipico comienzo de "nos conocíamos de antes"? Es patético.-me guardé el resto de razones, aunque era consciente de que lo mejor sería que Yu se enamorase de alguien más.

- Kei... - le llamé con tono reprochador, no hacía falta leerle el pensamiento para saber a quién volvía a referirse de nuevo - conócele, por favor, aunque sea por mí... Verás que no es como dices. Es un buen amigo, me escucha, sabe apoyarme y siempre está ahí cuando le necesito. Hasta cuando en una ocasión un amigo suyo se pasó un poco, él me protegió a mí de sus amigos de toda la vida - le comenté por primera vez a Kei sobre aquella salida en la que los conocí y ya no volví a verlos, aunque Chris insistía en que había hablado con ellos y que no se atreverían a tocarme ni un pelo, que eran unos amargados.

-¿“Nos conocíamos de antes”? ¿Eso es un cortejo? - cuestioné dudoso - sí, sí que me lo han dicho a veces... pero supuse que mis ojos no es algo que pase desapercibido, es normal que la gente se quede con ellos... - y era así ¿no? - además, ¿para que van a querer mentir? Es normal que te pregunten si no se acuerdan... Oh, no, y si los espantas de mejor nada ¡que después siempre te invitan a una copa!

-Me niego rotundamente.-puse los brazos ante el pecho en forma de cruz para apoyar mis palabras.- Me lo creo, a nadie le gusta que toquen algo que ha marcado como de su propiedad...-mascullé muy bajo.- En serio, Yu, ¿eras sincero cuando cuando afirmaste tu virginidad? ¿Seguro que no tienes algún espacio en blanco en tu memoria tras una copa que no pagases tú? Porque parece un auténtico milagro que vayas así por el mundo y aún así sigas siendo virgen...

- ¿Perdón? - detuve un momento mis pasos... ¿Había escuchado bien? No podía ser que creyese que Chris me tomase de su propiedad - ey, ey... me parece que estás malinterpretándole. Estoy completamente seguro de que él NO quiere nada conmigo... ¿Sino no crees que cuando le conté lo que pasó en mi casa se hubiese puesto echo una furia de celos y, con lo cabeza loca que es, hubiese ido a partirte la cara? Por favor, le conozco y es un celoso de pies a cabeza, él no hubiese permitido que ni tú me tocases ni un pelo - ¿hacía bien diciéndole a Kei que le había contado a alguien lo sucedido? ¿Y si se enfadaba porque era algo privado y no quería que nadie más supiese? Pero es que sino lo decía, seguiría con esa estúpida idea en la cabeza... Y tampoco podía decirle que además Chris soportaba todas mis largas tardes de comederos de cabeza donde el protagonista de todo era él...

- ¡Pues claro que sí lo soy! Aunque no recordase la noche anterior ¿no crees que por la mañana al despertar en una cama que no es mía y con dolores me hubiese enterado? Es imposible que alguien haya perdido la virginidad sin darse cuenta. Y por supuesto que no mentía, ni siquiera nadie me ha... me había besado - rectifiqué, ya no podía seguir afirmando eso, pero al menos sabía que si con él había hecho tan solo eso, entonces con el resto del mundo aún menos - y así espero que siga siendo por muchas copas a las que me inviten... No me dejo caer en su juego de que te inviten hasta emborracharte ni tampoco acepto bebidas que no he visto prepararlas. No he estado toda mi vida encerrado en una casa, hasta te recuerdo que estuve tres días fuera de ella, soy de calle sé moverme perfectamente por el mundo y he ido miles de veces a discotecas y antros, sé lo que tengo y no tengo que hacer... Además tampoco es como si no hubiese cosas más interesantes bailando sobre al pista, no llamo tanto la atención como para que todo ser que con algo colgando entre las piernas quiera llevarme a su cama... - comenté irónico sintiendo un poco de pena por ello, ocultando con mis mechones todo lo que me permitía.

-Estás muy ciego al mundo, Yu... en serio... Pero no importa, como de todas formas nada de lo que diga te va a hacer cambiar de opinión...-soy perfectamente consciente de lo que le gusta actuar... Aunque en realidad por dentro asentí satisfecho a la noticia de que Chris estuviera al tanto de que Yu no estuviera disponiple, tuve buen cuidado de mostrar una expresión exasperada propia de quien escucha que andan contando sus ligues por ahí. Respondí a su otra cuestión entonces.- ¿Cuántas chicas se han encontrado caminando por la calle sin recordar el último par de horas y han empezado a vomitar al día siguiente, sin necesidad de sentir dolor físico alguno? Hay drogas que consiguen ese efecto, y muy sencillas de colar. ¿Alguna vez oíste hablar del burundanga? Causa efecto simplemente con el contacto directo con el cuerpo. Si te lo echan en la piel vas mal, porque suprime por completo la voluntad, sin necesidad de dejarte inconsciente... "La víctima estará en un estado de pasividad y en 'actitud complaciente' que aprovecha el delincuente para robarle e inducirle a realizar acciones que pueden lesionarle física, moral o económicamente."-cité directamente de un libro sobre el tema.- Durante un par de horas, ni saber lo que pasa, porque se olvida... El único efecto que queda si no es una dosis alta son unos mareos y un cierto malestar, parecidos al de la bebida.-sermoneé.- Y solo es una... -suspiré.- Si quieres salir, bien, pero sé cuidadoso si no conoces a alguien y éste intenta ligar, porque al contrario de la imagen que tienes de ti mismo, para otros esta puede ser muy diferente...- no mencioné que yo me encontraba en ese grupo, si lo relacionaba, bien, si no, también.