Recuperando el tiempo perdido (Enseo y Ryo)

Enternecido, esbocé una sonrisa tranquilizadora y aparté un mechón de su frente con la mano.

- Permíteme continuar y si te sientes incómodo, prometo que pararé - aseguré, tomando su mano lastimada como sumo cuidado para besarla -. ¿Confiarías en mi palabra?

Hai..-Respondi todavia nervioso, mas como dijo, trataria de confiar en el, despues de todo Enseo-sempai seria la ultmia persona que haria algo para lastimarme...

Feliz, volví a besar con paciencia sus labios, mientras mi mano derecha se deslizaba por debajo de su playera, alcanzando a arrancar sonidos de su garganta cada vez que tocaban los puntos más sensibles de su cuerpo.

Lo amaba. Con cada beso, yo mismo empezaba a perderme en la delicia que era el sabor de sus labios; y cada vez que él dejaba escapar un sonido, no podía hacer más que buscar la forma de obtener otro y otro sin cansarme.

Con cuidado le quité la playera, logrando dejar su torso y pecho descubiertos.

- ¿Está bien si sigo? - pregunté con la voz ronca, forzándome a no desviar la vista de su rostro porque, ante todo, lo más importante para mí siempre sería él.

Si..-Le respondí con una voz un tanto ahogada, todas aquellas caricias me producian tantas sensaciones extrañas que no sabia como describirlas...

A pesar de seguir nervioso, mi cuerpo de alguna forma pedia mas, pero por vergüenza a ser atrevido simplemente me dedicaba a dejarme hacer, ¿Como se suponia que debia actuar?.Era la primera vez que me sentia asi...

Sintiéndome más seguro, continué el recorrido de mis manos sobre su figura, mientras mis labios se ocupaban de robarle el aliento. Con cuidado le saqué la playera que fue a parar a un extremo de la habitación y la visión que a continuación tuve fue extremadamente hermosa.

Probablemente el deseo y el amor con el que lo miraba hacía que mi mirada fuera intensa. Ryo apartó el rostro, completamente ruborizado.

- Está bien - aseguré, depositando un beso sobre su hombro. Su rostro se contorsionó en una mueca de absoluto placer cuando dejé que mi mano se posara en aquella zona erógena que no había podido atender del todo -. Eres un ángel, Ryo...

S-sempai...-Mi voz salio entre cortada al sentir su tacto...

Ahora sentia mi cara hirviendo, me sentia cada vez más extraño, queria que se detuviera pero,...Tenia miedo a que se enojara de nuevo conmigo, por lo que simplemente me deje hacer aunque se empezara a notar como mi cuerpo se tensaba...


Gommen...-Dije en un tono muy bajo...

Al sentir la repentina tensión en el cuerpo de Ryo fruncí el ceño, su cuerpo estaba respondiendo a mis atenciones pero algunas de sus reacciones empezaban a hacerme notar que tal vez su mente no estaba tan de acuerdo...

- ¿Tienes miedo de lo que estás sintiendo? - le pregunté al oído, rozando su terso y cálido abdomen.

Yo.....n..no..-Dije con voz entre cortada, era posible que tuviera razón, pero hasta con el mi orgullo salia a relucir...

Enseguida le abrace pasando mis brazos por encima de su cuello, me gustaba sentir su calidez cerca mio, pero aún dudaba acerca de lo que podria pasar...

Cariñosamente acaricié su mejilla para luego buscar sus labios, besándolos con ternura y devoción.

- Sabes que si algo te incomoda puedes decírmelo, dijiste que me tienes confianza - recordé, besando sus párpados.

Mis manos delinearon las tentadoras curvas de su delicado cuerpo, estremeciéndole, haciéndole arquear la espalda, alcanzando a rozar sin intención mi intimidad con la suya. No pude evitar dejar escapar un jadeo.

- Ryo... - le llamé, suplicando su respuesta.

S-sempai..-Aferre mis brazos mas a su cuello, sus caricias a pesar de ponerme nervioso, me hacian querer más...

Me removi un poco, tratando de acercarme más a el, escondi mi cara entre su cuello e inconcientemente empece a jugar con mi lengua dejando un leve rastro de saliva en su piel...

Al sentir aquel contacto húmedo y caliente sobre mi cuello cada uno de mis músculos se estremeció en completo placer. Después, siendo consciente de la respuesta de Ryo volví a posar una de mis manos sobre sus caderas, trazando líneas, acercándome y alejándome de su masculinidad, tentándolo a realizar una vez más aquel movimiento que me había empezado a arrancar la cordura.

- ¿Qué quieres, Ryo? - le pregunté suavemente, dejando que mi otra mano recorriera a gusto la espalda y costados de mi niño, deteniéndose de cuando en cuando sobre sus piernas, tocando de manera atrevida el lugar donde la espalda perdía su venerable nombre -. Todo cuanto me pidas te será concedido porque eres mi único y verdadero amor - aseguré, depositando un beso sobre su mejilla.

A-a ti..-Dije mientras posaba mi manos en sus mejillas y le daba una calida sonrisa, no se en que momento me deje llevar que poco a poc me acerque a su cara y le di un ligero beso en sus labios que tanto me gustaba probar...

Extasiado, sin poder creer lo que había oído, correspondí con fervor a ése beso. Jugué a explorarlo, a tentarlo a más, a arrancar todas las reacciones posibles de su hermosa alma.

El oxígeno no hacía falta, nuestras respiraciones se volvieron agitadas mientras perlas saladas comenzaban a recorrernos. Mis manos entonces acariciaron sin ningún pudor su miembro, haciendo que soltase un sonoro gemido tras separarse de mis labios. Su espalda se arqueó, mientras sus piernas se abrían para abrirme espacio.

Anonadado y sin salir de mi idílico estado, me situé entre sus piernas y continué tocando de forma experta ése placentero lugar. Mis labios recorrieron con pasión su cuello y pecho, deteniéndose a probar los delicados botones rosados que se ofrecían de forma exquisita cada vez que su pecho se alzaba por la acelerada respiración. Ryo era el pecado...

Inconcientemente, empece a mover las caderas en un desenfrenado vaivén.Incitantole a que acelerara sus movimientos mientras que con mis manos recorria su desnuda espalda, de vez en vez acercandome a su cara para besarle...

S-sempai, y...ya no...puedo..más...-Dije con la voz entre cortada, sintiendo que llegaba al climax...

Al escuchar las palabras de Ryo dichas entre gemidos quedos y jadeos no pude evitar devorar sus labios con anhelo, degustando de la entrega, de su amor... de todo él.

Entrelacé nuestras manos y continué friccionando nuestros miembros el uno contra el otro, estando a punto de gemir cuando sus piernas se enroscaron alrededor de mi cintura y el contacto se hizo todavía más pasional.

Yo también comenzaba a sentir esa corriente eléctrica empezando a recorrer cada fibra de mi ser, nublándome la visión y después el escuchar mi nombre salir de la garganta de Ryo en un ronco jadeo me robó por completo la lucidez.

Era perfecto, el solo roce de nuestros cuerpos había ocasionado que cada uno de mis sentidos se desvaneciera, quedando sólo consciente de quién era aquel al que abrazaba y cuidaba más que a mi propia vida. No imaginaba cómo sería terminar con todo el acto, pero no tenía mucha prisa en saberlo; por ahora únicamente me importaba el bienestar de Ryo y no haría nada para lo que no se sintiera preparado.

- Te amo, Ryo - dije plenamente consciente de mis palabras, sabiendo que no era un torpe sentimentalismo post-orgásmico sino una verdad que se había instaurado en mi pecho desde que lo viera. Ryo significaba más que la felicidad, era la mitad que le faltaba a mi vida para ser tal...

Me gustaba oir esas palabras y mas cuando venia de su boca, podia decirmelas cualquiera, pero no eran tan especiales para mi, si el no las pronunciaba.

Yo tambien,...tambien te amo..-Dije abrazandolo, fundiendo de nuevo nuestras bocas en un dulce beso, que fue aumentando de intensidad a cada momento, no queria pero la falta de oxígeno logro separarnos por un instante.

De nuevo, senti como empezaba a besar mi cuello, bajando lentamente hasta llegar a mi ombligo, una zona muy sensible...-S-sem..pai..-Dije removiendome en la cama al sentir un leve cosquilleo...

Sonreí, complacido, al ver que Ryo comenzaba a "despertar" de nuevo.

Lentamente tracé un camino de besos sobre su abdomen, tocando los puntos que, había notado, le hacían delirar. Sus manos se posaron sobre mi cabello, presionando ligeramente cada vez que me acercaba más y más al lugar que momentos antes había tocado de forma atrevida.

- Te amo - susurré, para luego tomar entre mis labios su virilidad, chupando y succionando, haciéndole emitir montones de sonidos que a mis oídos le parecían la más bella de las sinfonías existentes. Mis manos jugaban con sus muslos y empezaban a tentar el terreno más puro que su grácil figura guardaba.

S-sem..pai, eso...eso..no..es..vergon..zoso..-Mis palabras salieron entre pequeños gemidos y mi cara estaba roja.

No podia negar que aquellas caricias me gustaban, pero aún asi...

N-no..no..es...nece..sario..-Dije, tomando con mis manos su cara, haciendo que su boca dejara de atender mi miembro, lo acerque a mi y le bese.

Yo..yo...lo..quiero....d-dentro..,..quiero..que..tambien...dis..frutes..-Al notar la sorpresa en su cara, los colores invadieron mi cara, a lo unico que pude atinar fue a esconder mi cara entre su pecho...-Si no quiere...no...no es...-Más no me dejo terminar lo ultimo...

La sorpresa no había abandonado mi rostro por algunos segundos, pero al ver que Ryo bajaba la vista, avergonzado al darse cuenta de sus palabras todo dentro de mí dio un vuelco.

- Eres tan adorable - musité, tomándolo por el mentón para delinear sus suaves y finos labios con la yema de mis dedos, entreabriéndolos en el acto.

Él entendió mis intenciones y se permitió chuparlos con pecaminosa parsimonia. Ryo, sin siquiera percatarse, era un ser tremendamente sensual y tentador. Incluso sin proponérselo la imagen que se me era ofecida de toda la extensión de sí mismo constituía un cuadro perfecto de seducción. El cabello se le acomodaba incluso cuando tenía algunos mechones pegados a la frente, las gruesas y espesas pestañas enfatizaban aquellos ojos felinos relucientes de deseo y timidez, ansioso de explorar nuevas facetas, su cuerpo era divinamente iluminado por pequeñas gotas de cristal salado y todo él parecía gritar "soy tuyo". De verdad Ryo no podría imaginarse la intensidad que este cúmulo de sentimientos me provocaba...

- Dios, te amo - exclamé, quitando los dedos de su boca para besarlo con desesperado frenesí y así, mientras mantenía fija su atención en otra cosa, comencé por introducir un dedo en su interior. Él ahogó un gemido entre nuestros labios y se separó segundos después para tomar aire.

Sus ojos estaban abiertos de par en par, el rubor cubría por completo sus mejillas y sus labios entreabiertos en busca de aire no hacían más que dilatar mis pupilas de deseo...

Tímidamente, baje mis manos un poco temblorosas hasta su miembro, el cual empece a masajear como el habia ehcho momentos atrás. Queria que sintiera lo mismo que yo sentia ante sus caricias...

S-sempai...le..le gusta?..-Pregunte entre pequeños gemidos, acelerando un poco más el ritmo mientras sentia un segundo y despues un tercer intruso dentro de mi.

lo...lo quiero....dentro...y-ya..-Dije con voz entrecortada y de nuevo pasando mi lengua por toda la extencion de su cuello...-Onegai!!..-

Me sentía afiebrado. El toque de Ryo no había hecho más que incrementar mis ganas de fundirme con él, pero no. Era su primera vez, debía hacerlo despacio aun si nuestros deseos fueran otros; sin embargo, me lo hacía tan difícil con aquellos sonidos que dejaba escapar cerca de mi oído...

- Lo... lo quiero... dentro... y-ya... - demandó, haciéndome estremecer al sentir su cálida lengua pasando por mi cuello.

- Ah... n-no hagas eso... - supliqué, sacando mis dedos de su interior para ubicarme en su entrada -. Si te duele, dime, no me enojaré - aseguré, sintiéndome tembloroso por la emoción y las ansias.

Lentamente me fui introduciendo dentro de él, busqué sus labios para hacerle olvidar el posible dolor que estaría sintiendo de momento y cuando estuve por completo en su interior... no, sencillamente no había forma de que pudiera explicar tan deliciosa sensación.

- Ah... ¿es-estás bien? - pregunté, tratando de no moverme, esperando su respuesta.

H-hai...conti..nua...-Dije mostrandole una leve sonrisa aprobatoria, dejando notar unas leves lagrimas causadas por la intromisión.

Empezó con suaves y lentas embestidas, aún no podia acostumbrarme del todo, pero poco a poco, perdia cada síntoma de dolor, para ses sustituido por puro placer...

M-más rápido..-Suplique moviendo inconcientemente las caderas..-Q-quiero sentirte..mas...aden..tro..-

Tras escuchar sus súplicas, no hice más que seguirlas al pie de la letra. Lo sujeté fuertemente de las caderas y él, aún abrazado a mi cuello, se movía al mismo ritmo que yo. La forma en la que nuestros cuerpos se amoldaban era perfecta. Ryo era de verdad mi otra mitad...

Inconscientemente nuestros labios se buscaban con necesidad, deseando saber que el otro seguía ahí, que no era un sueño. Él comenzaba a clavar sin querer las uñas sobre mi espalda, haciéndome saber lo intenso que era todo aquello que estaba sintiendo. Lo sabía, yo mismo no encontraba forma alguna de poder detener el hecho de que todas esas sensaciones arremetieran tan fuerte contra mí, empezando a quitarme el oxígeno.

- Ah, Ryo - exclamé, mordiendo ligeramente su clavícula, aumentando la rapidez de mis embestidas. Estaba cerca de llegar al punto de no retorno y sabía que él también. Con una de mis manos alcancé su virilidad y comencé a prodigarle tórridas atenciones. Sus gemidos aumentaban de volumen con cada segundo que pasaba al mismo tiempo en que mis sentidos comenzaban a volar lejos, igual que mi consciencia.

En un punto sólo pude verlo a él, besarlo, sentirlo y lo sentí: El paraíso explotó en millones de colores y formas, con su imagen por delante...

Sempai!!!!...-Grite al momento de correrme y sentirle correr dentro de mi, esa sustancia liquida que me marcaba como suyo apartir de ahora, mientras enterraba mas mis uñas en su espalda dejandole ligeras marcas rojizas...

Aishiteru!..-Dije mientras depositaba un beso en su mejilla y enseguida me deje caer lentamente en la cama...

Ne, ya no me daras mis fresas?...-Pregunte con un tono un tanto sensual, mientras entreabria la boca, esperando una respuesta de mi sempai...

Aun sin recuperar del todo el aliento, el solo hecho de que salieran esas palabras de su garganta me hizo volver repentinamente a la realidad.

- Veo que ya hemos desarrollado un hermoso lazo de confianza - dije, sonriendo con diversión.

Alcancé con la mano el tazón de fresas para ponerlo a un lado de la cama. Tomé una y se la tendí, esperando a que la tomara, mientras lo miraba expectante.