Invasión del espacio personal (Cerrado)

Había tenido un día horrible...

Para empezar apenas pude conciliar el sueño esta noche, por más que me movía en la cama no conseguía encontrar la postura adecuada por permanecer toda la noche nervioso y como consecuencia apenas podía levantarme por la mañana de la cama… las clases fueron aburridas aunque no podría afirmarlo del todo, ya que ni siquiera hice amago de atender pues me pasé todas las horas cargando mi cabeza sobre mi mano y mirando a la nada con los pensamientos idos... En definitiva, todas estas novedades que entraron de repente en mi vida me tenían trastornado.

Para suerte mi compañero de habitación no estaba y pude relajarme tranquilamente hasta que decidí darme una ducha. Y ahí es donde ahora me encuentro, bajo la regadera con el agua golpeando mis tensos músculos para relajarlos, con los ojos cerrados y gotas escurriendo por todo mi cuerpo. Ya llevaba suficientemente tiempo dentro así que ya era hora de salir, quizás me vendría bien pintar un poco para desconectar de esta nueva rutina, así que cerré el grifo y tras envolverme una pequeña toalla a la cintura salí del baño directo al armario a sacar algo de muda nueva...

Bostecé.

A pesar de haberme acostado temprano no había conseguido dormir en un principio y pasé gran parte de la noche leyendo. Consecuencias: no fui a clase en mi primer día de escuela. Total, no es como si alguien fuera a echarme en falta. Ya era cerca del mediodía por lo que las clases debían haber terminado y sería casi la hora de comer. Si tenía suerte me daría tiempo a comer antes de que hubiera demasiada gente, ya que dado el alboroto del pasillo la mayoría de estudiantes estaban ahora en sus habitaciones.

Ahora, el problema: ¿Dónde está el comedor?

Argh. Me levanto de la cama y saco algo de ropa al azar del armario para vestirme. Un pantalón negro sencillo de talla vaquera y una camisa de color azul oscuro con un dragón negro dibujado creando la ilusión de enroscarse alrededor de mi torso. Me miro al espejo de la puerta del armario. No es que pretendiera arreglarme especialmente, había cogido alguna de mi ropa por puro azar, ya que la tenía ordenada por orden de preferencia. Observo que la cinta de mi frente está algo suelta y me la ajusto más por costumbre que por otra cosa, en realidad ya no tiene utilidad pero es difícil relegar atrás viejas costumbres.

Considerando que estoy presentable abro la puerta de la habitación, echando un vistazo para comprobar que el pasillo está vacío antes de salir completamente. Como tengo prisa para comer antes de que esté todo lleno debería darme prisa en encontrar el comedor. Mi única vía de hacerlo con rapidez en aceptar que tendré que aguantar aunque sea una persona para que así está me enseñe por donde ir. Pienso un momento apoyado en la puerta y me acuerdo del chico que ayer mismo se coló en mi habitación. Yu, creo que dijo... Es la única persona que conozco aquí, y dado que no me interesa conocer más lo mejor será preguntarle a él mismo.

Según nuestro intento de conversación su habitación debe ser esta. Sin preocuparme de picar directamente giro el picaporte y abro la puerta de un solo movimiento.

Parálisis.

Silencio.

¿Qué reacción esperábais que tuviera ante un Yu secandose el pelo con la toalla mientras otra aún más pequeña (¡¿qué orden de prioridades toalliles tiene este chico?!) le sirve como única cobertura de un cuerpo por el que se deslizan multitud de gotitas de agua? Vale, NO me gustan los hombres, pero... ¡DIOS!

A pesar de todos los pensamientos que pasan por mi cabeza mi expresión permanece inexcrutable. Está mirando en mi dirección. Cuidadosamente, retrocedo y cierro la puerta suavemente.

Silencio.

En cuanto crucé la puerta del baño, gracias a que estaba a unos pasos de la principal, me pareció notar de reojo algo movimiento... Algo extrañado por eso, pues Raiku ya debería de estar en el comedor (sin duda no era algo a lo que él fuese a esperar o llegar de los últimos), fui girando a mi derecha con tranquilidad...

Efectivamente, ahí había alguien y pude corroborarlo al ver como la puerta era lentamente cerrada en un intento vano de que no lo notase. Lo que quería decir que nada bueno estaba haciendo aquí si andaba escondiéndose. Sentí rabia de pensar que estuviese fisgoneando la habitación o incluso robándonos cosas…

- ¡¿Quién cojones está ahí?! - grité mientras rápidamente me abalanzaba sobre la puerta azotándola violentamente contra la pared encarando a la persona frente a mí - ¿Eh? - no pude evitar sorprenderme al reconocer ese rostro que tantas veces se me había aparecido en mi mente desde que me despedí de él - ¿Kei? ¿Qué haces aquí? - pregunté sumamente extrañado y hasta ahora no me había percatado de un detalle... Que aún me encontraba con escasez de indumentaria, completamente mojado y en medio del pasillo...

Gracias Dios (conste que soy ateo, pero da igual), ¡gracias por mi capacidad de mantener la cara inexpresiva si lo deseo!

Me da la impresión de que llevo ya un par de minutos sin pestañear. ¡Y no! No estoy mirando fijamente su cuerpo... estoy mirando fijamente, pero su cara. Fruncida en una mueca de niño enfurruñado, acentuada por el leve rubor que le sirve de adorno. Por un momento siento la tentación de reír. Aún así me aguanto y busco otro sitio en que fijar la mirada para reprimir el leve tirón en una mejilla que amenaza con hacerme esbozar una sonrisa.

Mala idea. MUY mala idea. Un consejo para quienquiera que esté leyendo esto: si estás a solas con una persona que se cubre únicamente con una mini-toalla, NO bajes la vista. Anudada con un nudo algo torpe la toalla ha empezado a deslizarse por la cadera al lado izquierdo. ¡Cambio de táctica! Miro hacia otro lado y discretamente levanto una mano con el índice estendido para que se de cuenta antes de que ocurra el accidente, lo que es más, antes de que una puerta algo más allá hacia la que ahora miro se abra del todo.

-Ejem...

Observé extrañado su mano que me señalaba sin entender a qué se refería hasta que seguí la dirección de su dedo llegando hasta mi toalla que muy débilmente se aferraba a mi cintura, mas enseguida otra cosa llamó mi atención que me hizo olvidar por completo el otro detalle... ¡Alguien estaba saliendo de su habitación y me iba a ver! - ¡Arg! ¡Pasa de una vez! - le ordené tomándole de la mano y empujándolo hacía el interior de la habitación cerrando la puerta de paso.

Una vez dentro y fuera de cualquier peligro a ser visto, permanecí unos minutos en silencio apoyado en la pared mientras recobraba la respiración que en algún momento parecía haberse agitado. Instantáneamente me sonrojé sutilmente al notar como nos encontrábamos muy pegados por la estrechez del pasillo, incluso algunas gotas que escurrían por mi cuerpo consiguieron mojarle ligeramente.

Y ocurrió...

Al haber corrido para adentrar a Kei y a mí en la habitación, las consecuencias eran inevitables: la blanca toalla yacía sobre el suelo de la entrada a unos pasos nuestra...

Ahora imagínense... cómo debería de estar una persona que acaba de quedar completamente desnudo y mojado frente a alguien que apenas acababa de conocer y todo eso en un estrechísimo pasillo en el que apenas podían evitar que sus cuerpos se tocasen... Efectivamente, ahora SÍ estaba rojo a más no poder.

Mi cuerpo se quedó completamente paralizado intentando comprender la situación... ¡Jamás en mi vida había pasado tanta vergüenza! ¡Dios, ahora no sé como podré mirarle a la cara! Ya no aguantaba más, corrí con todas mis fuerzas a por la toalla y para mi desgracia tuve que ponerme de espaldas a él y agacharme a cogerla...

Tierra trágame, tierra trágame...

¡Al fin! De nuevo me encontraba con la dichosa toalla que por fin cubría mi desnudez y con la mayor vergüenza de toda mi vida me di la vuelta para encarar a mi acompañante…

¡Boom!

Ay, ay, ay... duele...

Es que por mucho autocontrol que tenga esto me pilló por sorpresa... Una toalla perdida y una piel pálida sin nada que la tape... seguidas de una hostia en toda regla de cabeza contra la pared al darme la vuelta de golpe para evitar la visión. Ay... la cabeza me duele... y creo... que esas lucecitas no deberían estar ahí...

¿Y esto? La lógica me advierte de que es imposible que hubiera una bolsita de ketchup en la pared justo cuando me he dado, y que por tanto lo que me resbala desde la banda de la frente debe ser un hilillo de sangre. Vamos, que el golpe fue "pequeño"...

- ¿"Boom"? ¿Qué diablos ha sido eso...? - pensé para mi mismo dispuesto a darme la vuelta, ya con la toalla bien atada a mi cintura y para mi sorpresa me encontré con un Kei tirado en el suelo sobándose la frente y...

- ¡¡¡SANGRE!!! - grité colérico señalando con mi mano temblorosa ese líquido mientras me alejaba lo más posible tapando mi boca con la mano - sangre, sangre... - repetía una y otra vez con miedo y es que... como ya era obvio, le tenía un gran pánico a dicho líquido rojizo desde que era pequeño. - ¡¿Estás loco?! ¡¿Se puede saber que diablos hacías para hacerte eso?! - le grité con furia que supongo que era producto de mi fobia, incluso empezaba a sentir como mis ojos se humedecían... Pero al ver que parecía que ni siquiera podía escucharme pues sus ojos parecían desorbitados y tocaba la pared como la cosa más interesante del mundo... opté por acercarme hasta él a ayudarle reprimiendo mi pánico. Ya que parecía que su sentido del equilibrio estaba bastante anulado, tuve que ayudarle a levantarse y prácticamente lo cargué hasta depositarlo en la cama - Pero a quién se le ocurre ir comiéndose las paredes... Si tenías hambre, el comedor estaba abajo ¿sabes? - sentía que estaba hablando solo pues en ese estado de zombi en el que estaba, ni oírme podría con la leche que se pegó.

Por suerte el que diseñó las habitaciones tuvo la genial idea de poner botiquines así que corrí hasta a él al cuarto de baño y regresé a donde Kei estaba. Me senté a un lado de la cama mientras sacaba lo necesario... Con un poco de betadine y una venda estará bien, aunque una parte de mí me decía que cogiese el alcohol... pero por ahora me resistiré, ya el golpe debió de dolerle suficiente como para hacerle sufrir más. - A ver... primero quitemos esta molesta venda - le informé mientras acercaba mis manos hasta su frente para desatarla.

La habitación da vuelta~s...

¿Esa pared ha sido siempre naranja?

Siento que me hacen apoyarme en unos hombros algo más bajos que los míos y en un flash de conciencia recordé que debía ser Yu. Por esta vez dejé que me cargara hasta la cama e intenté concentrarme en las palabras que salían de su boca, no es como si fuera el primer golpe que recibo en la cabeza, precisamente... Y los he recibido peores, mucho peores... Pensamiento que cobra fuerza en mi cabeza cuando siento que sus manos (sorprendentemente suaves para ser las de un chico) se posan en mi cabeza, al parecer queriendo quitarme la venda.

Al instante parece írseme todo mareo de la cabeza y me alejo rápidamente subiéndome más atrás en la cama mientras mis manos tapan automáticamente mi frente. Le miro con recelo a la cara, por fin pudiendo enfocar mi mirada habitual, de nuevo fría. Esa banda sella muchos malos recuerdo sobre los que prefiero que no me hagan preguntas y por culpa de una tontería así por poco me la quita y lo deja al descubierto. Una serie de recuerdos desde lo más hondo de mi mente en donde quiero encerrarlos parece reproducirse en forma de película en mi cabeza. Un grito. Un empujón. Un superficie con un saliente. Dolor. Oscuridad.

Cierro los ojos para reprimir los recuerdos y de paso impedir que lo que pasa por mi cabeza se refleje en ellos. Cuando los vuelvo a abrir siguen sin mostrar emoción más allá de la barrera de hielo que revelan siempre y los fijo en los ojos dispares que me devuelven la mirada. Aún quedan rastros del sonrojo de antes (por el cual no le culpo) y sus ojos brillan con una chispa de preocupación. Reviso cuidadosamente llegando a la sorprendida conclusión de que en ese momento es lo único que parecen guardar, tal vez junto algo de sorpresa por mi reacción.

Lentamente bajo la mano con que me tapaba la frente y me fijo en que en sus manos lleva un poco de algodón y que mi mano ha quedado teñida de rojo. Autoconvenciéndome de que apenas quedaba marca y que era probable que no la viese gracias al pelo, accedo en silencio y comienzo a quitarme yo mismo la venda. No despego la vista de sus ojos, con precaución mientras reduzco la distancia permitiéndole el acceso a la herida.

-De quién crees que es la culpa...-susurro respondiendo a su pregunta (me sorprendí de darme cuenta que había almacenado inconscientemente todas sus palabras) con un tono desagradablemente débil para mi gusto.

¿Pero qué diablos hace? Ahora no entiendo por qué se aleja... al final no pensaba ponerle alcohol aunque quizás leyó mis intenciones. Le miré extrañado al principio aunque empecé a preocuparme al pensar que su reacción se debiese al golpe... ¡A lo mejor había perdido la memoria! No... Apuesto a que si no pudiese recordar nada no tendría esa mirada y pose fría que se carga. Me pregunto por qué se comportará con esa apariencia tan imperturbable, pues dicen que los recuerdos son la raíz del alma.

Suspiré aliviado cuando se hubo desecho de esa venda ¿qué tanto aprecio le tenía o qué? - ¡Por supuesto que tuya! ¿Yo que culpa voy a tener? - le regañé con rabia porque encima quisiese echarme la culpa a mí... ¡Qué se creía! Además... yo estaba recogiendo la toalla cuando él solo se golpeó, es imposible que yo hubiese hecho algo.

Ejercí presión sobre sus hombros para que se recostase por completo ya que parecía un poco desconfiado a hacerlo. Aparté su oscuro y tremendamente suave cabello de su rostro para dejar a la vista la herida, la verdad es que al hacerlo sentí algo de vergüenza, pues ambos nos mirábamos fijamente y me ponía enormemente nervioso que me mirasen, aunque yo desviaba mi vista hacia su frente.

Con un leve temblor en mi mano la acerqué hasta su herida y con cuidado fui rozándola para desinfectarla - si te escuece mucho me dices, ¿si? - le dije esta vez con un tono más dulce, demasiado para mi gusto. Así continué con toda su herida. Pues sí que se había dado un buen golpe... Aún seguía sin comprender porque se mostró reticente a descubrir su frente, pues no tenía nada extraño, solo una pequeña cicatriz pero nada de imperfecciones ni espinillas... Al contrario, su piel era suave y perfecta ¡Malditos japos de cutis envidiable!

Una vez creí que ya era suficiente tomé su rostro con ambas manos acercándolo a mi pecho para incorporándolo un poco y tener mayor facilidad para colocarle una nueva y limpia venda - ¡Listo! - grité victorioso mientras me levantaba de la cama y ahora que lo recordaba... aún seguía sin vestirme y el agua ya se había secado de mi cuerpo, creo que ya iba siendo hora de vestirme - Etto... deja, me visto en un momento - le informé mientras me acercaba hasta mi armario y sacaba de él una muda nueva de ropa.

Me decidí por unos shorts negros y una camiseta de tirantes blanca con dibujos abstractos y kanjis en negro. Me deshice de la toalla sin ningún pudor, pues ahora que lo pensaba, ambos éramos hombres y no tenía nada que ocultar que él ya no tuviese, así que no tenía caso ocultar mi cuerpo... ¿no?

Rápidamente me puse la ropa interior con el resto y me arreglaba un poco el cabello mojado con los dedos mientras volteaba a ver a Kei de nueva cuenta - Y bien... todavía no me has dicho qué hacías aquí. Te advierto que la excusa de confusión de habitación ya está muy vista y por tu bien espero que no anduvieses espiándome en la ducha - comenté en broma para picarle pues sabía que era imposible que alguien como él estuviese fisgoneándome.

Fruncí el ceño con fastidio apartando la vista de la ventana a través de la que miraba. Él no era quien para reclamar sobre invasores de habitaciones y obviamente no tenía ningún interés en espiar un cuerpo sin curvas, ninguna clase de cuerpo en realidad.

Resoplé y finalmente relajé mi cuerpo y mi expresión mientras me levantaba de la cama y cogía sin pedir permiso una venda larga de su botiquín. Diga lo que diga es culpa suya y no daría mi brazo a torcer. No le miré según me la enroscaba alrededor de la cabeza, por encima del parche de gasa que me había puesto él sobre la herida. Se note o no prefiero tenerla bajo tela. Mientras doy la última vuelta a la venda le miro de reojo intentando adivinar si la habría visto. De todas formas ya que no hizo comentario acerca de ella supongo que puedo dejar pasar.

Me volví finalmente hacia él y contesté con tono seco.

-Pues lo cierto es que sí que tengo hambre y dado que la pared no ha sido suficiente quiero ir al comedor, pero para mi desgracia su ubicación se encuentra fuera de mis conocimientos.- pronuncié sin poder reprimir el tono de ironía. Tras constatar eso cambié a un tono casi amable considerando mi forma de ser.- Y como eres la única persona que conozco aquí y ni tengo, ni quiero tener, don de gentes, venía a pedirte si me dices dónde es.

Mantuve un expresión indiferente y esperé con las manos en los bolsillos en una postura relajada esperando su respuesta, siempre manteniendo la mirada en su rostro.

- De nada, ¿eh? - le dije con fastidio mientras veía como se colocaba la venda y es que no había dicho una sola palabra desde hace un buen rato, ni para agradecerme... y conste que no me fue fácil curarle con toda esa sangre ahí... - Por cierto, no hace falta que te cubras tanto la frente, ni que tuvieses algo que esconder... - dije con fastidio.

Me quedé de piedra después de escucharle mientras me acercaba a él y empezaba a palpar su rostro y cuerpo con las manos - ¿En serio eres Kei? No puedo creerlo... - le admití sinceramente mientras la sorpresa reinaba en mi rostro - has hablado - dije como si hubiese hecho la cosa más interesante de su vida y ciertamente, viniendo de él, era todo un mito - ¡has dicho más de dos palabras seguidas! - grité victorioso aunque duró poco al sustituir mi rostro por uno de preocupación - Oh, Dios... debió de ser el golpe, de verdad que te ha afectado mucho... - le dije con burla intentando provocar un mínimo cambio en su expresión, aunque fuese un poquito y para mal mío...

- Veamos... el comedor... uhm... dónde podría estar... - comenté poniendo pose pensativa y mirando al suelo con interés - oh, vaya... hay un problema - le confesé tristemente mientras volvía a mirarle a los ojos - y es que no sé que gano con decírtelo... Yo ni siquiera almuerzo nunca... Así que tú dirás... ¿qué me darás a cambio? - le cuestioné volviendo a cambiar mi actitud, esta vez a una perversa...

¿Con que esas tenemos? Bien. Como quiera.

Poco a poco una sonrisa se extiende por mis labios, enseñando todos los dientes. Párpados entornados. Y aunque la he llamado sonrisa, de eso tiene poco, más bien podría clasificarse en un gesto ligeramente macabro.

-Vaya...-mi voz peligrosamente suave.- Entiendo, si te molesta mi presencia o mi voz no te preocupes.- cambio la expresión a una falsa inocencia con una sonrisa dulce, aunque claramente fingida cerca de la crueldad.- No me gusta imponer mi presencia a personas a quienes no les es grata, y sinceramente, a mi no me interesa ninguna clase de compañía. Con tu permiso...

Vuelvo a mi expresión indiferente mientras camino calmadamente hacia la puerta. Seguro que el comedor está en la planta baja o por ahí cerca.

No me gustaron... no me gustaron nada sus palabras, me provocaron miedo, pena culpa... no sabría cómo definirlo... pero sí sé que me dolió todo... su voz, su sonrisa, su mirada...

- ¡Pues muy bien! - le grité sumamente enfadado, o eso creía, pues siempre que me "enfadaba" era para esconder algún otro sentimiento y la verdad... esta vez era uno de clara tristeza, aunque... ¿tristeza por qué? ¿por sus palabras? ¿por su tono de voz? ¿por verle marchar? o ¿por qué sentirme odiado?

- ¿Sabes? No eres el único con el derecho de usar sarcasmos... - le dije más relajado, no con burla ni tampoco enfadado, pues un tono apagado reinaba en mi voz - también siento que te equivoques... porque tu voz no me desagrada, sólo deseaba oírte hablar más y bromear un poco... Siempre te muestras frío y callado... vale, no sé por lo que has pasado, pero sólo piensa que no eres el único que lo ha pasado mal... - confesé empezando a sentir en mi cara un horrible calor - y te confesaré algo... llevo todo el día esperando verte y no pude pegar ojo porque tu presencia SÍ me agradó y estando contigo me sentía bien y quería conseguir lo mismo de tu parte porque NUNCA he conseguido agradar a alguien y si tú crees que porque alguien sólo esté bromista contigo significa que no le agradas, estás muy equivocado... - la temperatura elevaba aún más e incluso empezaba a ver borroso conforme hablaba - Pero esta bien, cree lo que quieras... cree si quieres que te odio, que no te quiero cerca y sólo conseguirás engañarte a ti mismo, igual que haces diciendo que no buscas compañía... Y a mí no conseguirás engañarme con eso, pues he sentido y siento lo mismo, pero no es más que puro miedo a que te hagan daño pero hace poco que me di cuenta de que no todos tienen que ser como los que nos hicieron daño, que fuera hay personas con un corazón puro y que incluso nosotros mismos podemos llegar a ser mejores gracias a ellos... Así que, por favor, no intentes engañarme con eso, engáñate tú, pero no a mí... ¡Y ahora, por mí, puedes comerte el comedor entero! - grité sintiendo algo húmedo por mi mejilla mientras sentía una opresión el pecho mientras hablaba, me costó decir lo que dije, pero puse todo el valor que tenía, ya daba igual si me odiaba o lo que quisiera... Mi cabeza empezaba a dar vueltas, me sentía mareado y el rostro humedecido, alcé mi mano con intención de averiguar a qué se debía y una rabia fluyó por mis venas al corroborar que eran lagrimas y corrí a secarlas pues solas y sin permiso había cedido - ¡¡Eres un maldito insensible!! - escupí con rencor por el mal que me había provocado, aunque fue mi culpa, la cual invadía mi mente y me hacía sentir insignificante, pero eso no quita la crueldad con la que me trató, pues si algo le molestó o hice mal pudo decirlo de buenas...

Entonces vi como sus piernas se movían hacía la entrada para lograr salir de aquí y en esos momentos dos solas palabras acudieron a mi mente...

"Se acabó..." pensé mientras le veía de espaldas irse, ya jamás querrá verme, me evitará o incluso me ignorará y yo ya no existiré para él y en estos momentos... sólo deseo no ser yo, no existir.

Vaya... Y yo que pensaba que solo mi madre tenía bastantes pulmones para gritar de esa manera. ¡Sorpresa! No es un rasgo único de mi familia.

Suspiro mientras me doy la vuelta. No esperaba semejante explosión por unas pocas palabras. Ni siquiera he sido especialmente duro, durante años he necesitado usar el doble para la gran mayoría de la gente, pero al mirar su cara desencajada veo como la máscara está resquebrajada. Y detrás se escondía un niño frágil, que se sostienes en pilares grandes, pero inestables.

Y ahí vuelve. De nuevo ese sentimiento tan estúpido. De nuevo entre pestañeo y pestañeo, primero Yu, luego un yo de 12 años, de nuevo Yu, de nuevo yo. Mierda. Muy a mi pesar me doy cuenta de que siguiendo por este camino lo único que lograré será no poder sacarme sus lágrimas de la cabeza. Maldición, si para mí esto sería perfecto. Que me odie. Como todos los demás que intentaron acercarse a mí. Como todos los demás... que me dejaron solo a la primera oportunidad... o que lo hicieron antes incluso de ésta.

Últimamente mi posición de agnóstico empieza a tambalearse, solo Dios puede juntar tantos problemas en la vida de una misma persona...

De todas formas, no me puedo marchar así como así. Tengo que contestarle, sea para mejor o para peor. Y si al final me sigue odiando, no habrá diferencia, ¿verdad?

Cierro la puerta a mi espalda y me apoyo, mis hombros duelen más de lo habitual, ya que su peso parece estar aumentando considerablemente.

-Bien... vayamos punto por punto para que no quede nada sin aclarar.- es en ese momento cuando me doy cuenta de que no me costará nada repasar cada punto... los tengo grabados a fuego, y me enfado conmigo mismo al notarlo.- Primero, si no sabes por qué he pasado, no me juzgues. Para tu información sé perfectamente que no soy el único que sufre, y sinceramente, si no me acerco a otros es precisamente por eso, ¿no lo has comprobado ya bastante? Con menos de veinticuatro horas ya te he hecho llorar... ¡En un único día! Y eso que mi presencia te agrada... te agradaba. - me corregí.- Yo tampoco he agradado nunca a nadie, desde que nací, en ningún único segundo de mi vida. Fuí un error más en este mundo, y será una alegría para toda mi familia cuando muera. Seguramente mi madre unirá en una única gran fiesta todos mis cumpleaños, graduaciones, navidades etcétera en una única fiesta por todo lo alto cuando llegue el momento. Después de todo es lo que ha estado deseando desde que me vió por primera vez. ¿Te han querido siquiera una vez en tu vida? Fantástico. Tal vez puedas explicarme cómo es. No me engaño a mí mismo, porque no es que no quiera compañía, sino que no debo tenerla, traigo la desgracia. ¿Engañarte? En ningún momento, ni con mis mayores ironías, he dicho nada que no sea cierto. Si no me odiabas, si no me odias ya, lo terminarás por hacer, y por entonces ya será demasiado tarde... porque después te echaré en falta...- se me ha escapado, ¡no quería decir eso! Esto se me sale del control... - Un insensible, bien, si así ha de ser, lo seré, ¡es lo único que no me ha traido desgracias en toda mi vida! Así que adelante, si no me odiabas, ódiame ahora, y sé bienvenido al club. Miembros: el resto del mundo y yo. Así me ha enseñado la vida a ser... No he conocido otra cosa... No sé mirar distinto... No sé hablar distinto... No sé pensar distinto... No sé sentir distinto...- mi voz se había ido suavizando durante el discurso, no como antes, una suavidad distinta. Creo que al final no fuí tan claro como deseaba, me he ido liando sin quererlo. Maldita la hora en que decidí contestar.

Y entonces me sentí vacío. Creí que ya estaba acostumbrado a sentirme así, pero está claro que es algo que nunca cambia...

No le miré, había dicho lo que quería decir, pasase lo que pasase ahora, no cambiaría nada... no debería... cambiar nada... simplemente... volvería a estar solo, sin diferencias, ¿verdad?

Y entonces deseé darme de golpes contra la pared de nuevo: ¿"volvería"? ¿Cuando dejé de estarlo? Ja... Amargo...

- Yo... - me quedé sin palabras después de escuchar cada una de sus palabras incluso mis lágrimas había cedido a ser derramadas y esta vez algo se arrinconó cerca de mi pecho que no sabía describir porque dudo que esta sensación pueda ser descrita por palabras.- yo... no es tu culpa que esté llorando... - dije con un poco de enfado en mi voz - diablos, ahora mismo me gustaría ser mujer para decir que es culpa del periodo... últimamente estoy más sensible, también soy nuevo aquí y no me gustan los cambios... Y de nuevo vuelves a equivocarte - le dije esta vez con una voz más animada, casi dulce - me agradas, no hay pasado - agregué - Siento escuchar eso... Sé que todas las palabras que puedan decir se quedan cortas pero de verdad lo siento... Yo sí tuve la suerte de que me quisieran una vez, pero por mi culpa ahora mi familia me trata y siente lo mismo que la tuya - le confesé ya que creía que yo también debería de ser sincero como él lo hizo conmigo, cosa que agradecí muchísimo - yo... me gustaría explicarte como se siente pero... ya lo olvidé así que... tal vez sea mejor si lo vives en tu propia carne, dicen que las acciones valen más que las palabras - le dije mientras andaba hacia él pues nos encontrábamos cada uno en una esquina - No, no te odio como has dicho... pero de nuevo te equivocas por juzgar demasiado... tampoco lo haré, no soy un ser capaz de odiar y aunque me hagas llorar mil veces, yo no te odiaré... Así que no tendrás que echarme en falta, pues nunca me iré de tu lado y si me voy, no será odiandote - terminé de decir una vez que por fin había llegado hasta él, mirándole a los ojos, frente a frente... Analicé cada porción de su rostro antes de seguir, queriendo memorizarlo como si después de este día jamás volvía a verlo - lo que no se sabe... siempre hay tiempo para aprenderlo y alguien dispuesto a enseñarte a que mires distinto, existen miles de formas de ver que no con frialdad; a que hables distinto, sin sarcasmos; a que pienses distinto, en que siempre hay una excepción a la regla, y a que sientas distinto... sentirse querido y protegido - alcé levemente los talones del suelo por la diferencia de estatura y aún mirando esos ojos me acerqué más a él hasta que la visión de su rostro se hizo imposible al apoyar mi mentón sobre su hombro y lentamente fui alzando mis brazos y los aferré a su cuerpo debilmente pero transmitiéndole todo el apoyo que tenía necesidad de darle, un abrazo que yo mismo deseé que me diesen muchas veces y siempre tiendo a darle a la gente de lo que yo carezco.

La situación había dado un giro inesperado. Unos bracitos débiles, titubeantes, y sin embargo decididos me rodearon el cuello y sentí cómo un cuerpo pequeño cubría el mío con suavidad, apenas un contacto leve, pero que parecía amoldarse curiosamente a cada curva de mi cuerpo a la perfección, sin dejar ningún resquicio por el que escapar. Me estremecí un momento y supe que debía apartarlo, pero no pasaba nada si en vez de ahora lo hacía al cabo de unos segundos, ¿verdad?

Cuando al fín decidí que mi orgullo no podría seguir aguantandole aparté gentilmente con una mano mientras la otra rodeaba por un único instante su cintura, sin ser brusco para que no pensase que me había molestado, ya que no era así, simplemente... no estoy acostumbrado a ese tipo de contacto. Otro motivo para pasarle el brazo por la cintura durante el gesto es evitar que me mire a la cara descubriendo un leve sonrojo que enseguida hago desaparecer. Aunque lo he separado, nuestros cuerpos aún están bastante cerca, y lo peor es que no me molesta, lo peor...

-Ese... creo que será precisamente el problema.- ...es que por primera vez en años, no he sentido asco cuando otra persona me ha tocado tan íntimamente. Hace tantos años... que no era capaz de soportarlo...- Si no me odias, si sigues conmigo, probablemente lo pases mal, estás advertido.- Ahora sí, me separo, pero según lo hago realizo un leve movimiento que podría interpretarse como una invitación a seguirme.- Entonces... ¿me dirás donde está el comedor de una vez? Preferiría llegar antes de que se llene de gente...- y me permito una pequeña y breve sonrisa, dándole a entender que el momento tenso terminó.

Lentamente retiré mis brazos pasados unos segundos que se me hicieron muy largos afortunadamente. Aquel contacto que yo mismo había iniciado me había hecho sentir bien y esperaba que a él igual, ahora me sentía más relajado pero tuve que soltarme cuando sentí su mano sobre mi cadera intentando apartarme con cuidado y colaboré a hacerlo también. Me sorprendí a mi mismo por lo que acababa de hacer, pocas veces hacía este tipo de gestos, pero cuando tenía la necesidad de hacerlos, los hacía con completa sinceridad, por eso no frecuentaba el contacto, para evitar que alguna vez sea falso.

Aunque ya tenía libre acceso a poder verle a la cara, no lo hice, mantuve la mirada gacha, por vergüenza supongo, y con una leve sonrisa que estaba reprimiendo para que no se notase demasiado.

- Ya, no te preocupes más por eso - dije tranquilizadoramente elevando mi mirada para verle mientras limpiaba los últimos rastros de lágrimas que se habían quedado, sólo que mi cara seguía un poco colorada por haber aguantado antes los sollozos - incluso me alegra oír eso, pensé que yo era el único gafe... Así que te digo lo mismo, también estás advertido y no te preocupes si me la haces pasar mal porque quiera yo o no, te la devolveré - le advertí infantilmente volviendo a mi usual apariencia - ¡um!- afirmé alegremente mientras asiento con la cabeza y me dirijo hacia él que estaba abriendo ya la puerta - aunque creo que a esta hora ya estará lleno y siempre se te acercan chicos molestos por si se pueden sentar contigo y te cuentan su vida en menos dos segundos - dije con fastidio recordando lo ocurrido cuando fui las primeras veces - si no quieres pasar por eso puedes comer aquí mismo, tengo algo de comida... pero tú mismo - le di a elegir, aunque tampoco tengo todo un menú de comida caliente como tienen abajo pero al menos sí todo tipo de galletas, bolsas, bebidas y chominadas.

Me encogí de hombros conforme. El que avisa no es traidor.

Seguí la dirección de su mirada hasta un armario del que asomaba el borde de un paquete. Por el nombre escrito en el envoltorio reonocí una marca de galletas. Me acerqué para ver que más había pero no habíasn más que ese tipo de comida basura. Fruncí el ceño con desagrado. Que me llamen aburrido, pero soy de la opinión de que ese tipo de comidas no pueden incluirse en una buena dieta. Vale... en realidad no suelo rechazarlos, sobretodo si incluyen chocolate, pero llevo sin comer desde ayer por la mañana, unas veinticuatro horas sin meter nada en el estómago. Dudo que fuera sano meterme ahora ese tipo de comida.

Chasqueo la lengua con fastidio, parece que deberé aguantar a algunos indeseados... Bueno, solo queda comer cuanto más rápido mejor y darme prisa en marcharme.

Niego con la cabeza.

-Creo que escojo el comedor... Dejemos eso para otro momento, como la merienda.-espero que no interprete eso como que voy a estar con él todo el día, prefiero la tranquilidad... aunque... - ¿Me indicas el camino?

- Claro que sí, habédmelo dicho antes - dije con una sonrisa pícara y sin esperar respuesta de su parte (porque por lo poco que le conocía sabía que este capaz es de irse de nuevo… si en el fondo es un sensible...), le tomé de la mano y lo arrastré hasta la salida tirando levemente de él. Le sujetaba fuertemente la mano a través del pasillo como a un niño pequeño capaz de perderse, aunque más bien para no soltarse. - Está en la planta baja pero se accede desde fuera, en la parte trasera del edificio - le informé mientras bajábamos las escaleras, que por cierto, todo estaba desértico, desgraciadamente el comedor estará hasta los topes, aunque como yo no pensaba comer me daba igual, sólo que el ruido sería muy molesto.

Continué mi recorrido por la planta baja con algo de prisa pues ya se empezaba a hacer tarde y no sabía si Kei era de los que comían despacio o muy rápido - a tu derecha está la sauna y por ese pasillo también encontrarás una zona que es una especie de cyber - le explicaba mientras señalaba dicho lugar, así con todos los lugares que pasábamos de camino hasta por fin llegar al exterior del edificio.

Hacía un buen día ya que el calor no era asfixiante, estaría bien irnos a las mesas de fuera que puede que estén más vacías. Aún a paso apresurado y sujetando a Kei que iba a unos pasos detrás de mí, rodeamos levemente el edificio hasta dar con el problemático comedor que tantos problemas me había causado hoy. - Y aquí tienes a tu adorado comedor... - presenté con ironía en mi voz mientras observaba el lugar.

Como había predicho anteriormente, el interior estaba concurrido, apenas podía ver una mesa libre, a diferencia del exterior que únicamente eran ocupadas un par de mesas - si no quieres tanto ruido ni gente puedes quedarte fuera, pero ahora entremos y te explico - le informé mientras le soltaba de la mano y accedía al interior, ya que no creo que fuese buena idea que nos viesen cogidos de la mano. Vale que no éramos nada, pero como en todo el mundo a estas edades, siempre tienden a buscar parejitas, aunque fuese la más locura idea la de pensar que yo pudiese estar saliendo con Kei, la verdad es que no me lo imagino…

- Mira, este es el comedor estudiantil, es un self-service, tomas la bandeja y eliges un primer y segundo plato, bebida y postre de los que te ofrecen y sale por 6$, los aperitivos son aparte - le expliqué mientras señalaba cada una de las barras para servirse que había - normalmente aquí es donde se viene a desayunar, comer y cenar... Para la merienda hay un pequeño café si sigues rodeando el edificio por donde hemos venido, ahí todo lo que pidas te lo cobran individual... Y por último, hay también otro comedor que es más bien restaurante pero ese sólo lo abren los fines de semana, es todo a la carta y un poco caro. Es más bien para cosas más íntimas pues cada mesa está separada de la otra por pequeños paneles... Y no sé que más, si necesitas saber algo me preguntas ¿vale? - le ofrecí mientras le volteaba a ver ya sin saber qué hacer, si debía marcharme y dejarle solo o quedarme para... no sé... Esperé alguna reacción de su parte antes de hacer una o la otra.

CERRADO