Bloody Mary (Yu) (cerrado)

Levanté la mirada del libro que me había mantenido ocupado gran parte de la tarde para revisar la hora en el despertador de mi mesita. Aún eran las nueve, por lo que me quedaban dos horas antes de la llegada de Yu... y cero lectura en que ocuparlas. Cerré de un golpe seco el tomo recopilatorio de historias cortas de Stephen King y lo puse junto al resto de novelas en la estantería de por sobre mi cama. Necesitaba algo en que pasar el tiempo mientras llegaba la hora, ya que tras la larga noche anterior no tenía ningún sueño.

Miré hacia la bolsa aún tirada junto a mi cama. Supongo que me vendrá bien dibujar un poco. De la bolsa saco un grueso block de láminas gruesas y un paquete en que guardo algunos carboncillos. En esta ocasión será un dibujo a carboncillo. Decidido esto me siento en la cama, llevándome conmigo la bolsa en que guardo una bolsa de galletas (no soy tan masoquista de beber alcohol con el estómago vacío) y comiendo a deslizar la punta del carboncillo dejando un rastro de color negro sobre el antes blanco puro del papel.

Tardo una hora y media en terminarme todas las galletas (la bolsa era grande) y un cuarto de hora más en terminar el dibujo. Tras echarle un vistazo crítico, me río de mí mismo: es como el resto, no importa cómo lo mire. Cierro el block, sellando así el dibujo junto a muchos otros. Faltan diez minutos. Lo guardo en el fondo del armario y saco unas botellas de la maleta grande. Deberían poner más seguridad en este instituto para evitar que los alumnos cuelen alcohol. Saco una botella grande de vodka negro, mi favorito junto con otra algo más pequeña de vodka normal. Pronto los siguen una botellas de kas de limón, otra de zumo de tomate, licor de manzana y de melocotón, ron, una pequeñita de tabasco y tres saleros opacos. Por un momento casi me olvido de los vasos de plástico, y uno grande de cristal... Lo distribuyo todo sobre una banca que encontré escondida en el armario y espero a mi invitado, de nuevo echado en la cama.

Mierda... Ya eran las once pasadas pero es que mi compañero no quiso dormirse hasta ahora y tuve que cerciorarme de que estuviese dormido. No es que quisiese ocultarle que salía... vale, quizás sí, pero es que conociéndole si sabe que al lado de nuestra habitación habría juerga y alcohol sin duda querría venir y por ahora y hasta que me gane más confianza con Kei, prefiero que nadie más venga y estar más solos, para no agotar demasiado su cupo de socialización.

Cierro con cuidado la puerta de mi habitación, ahora sólo queda rezar porque ningún profesor ande de inspector por los pasillos, aunque afortunadamente el cuarto de Kei está justo al lado del mío así que no es mucha dificultad llegar sin ser notado. Por un momento pensé en simplemente abrir pero al recordar la última vez que entré a su habitación, preferí no seguir mi camino de intruso de habitaciones y golpear la puerta un par de veces esperando respuesta. Mientras aguardaba a que abriese la puerta eché un vistazo a mis manos, ya que dudaba que Kei tuviese hielo decidí traerlo yo junto con un dulce chino que consistía en el crujiente rebozado del tempura relleno chocolate quedando unos deliciosos palitos muy finos y dulces.

Oí unos suaves toques a la puerta, seguramente para que nadie oyese ruido. Dentro de la habitación no habría problema en hacer ruido porque las paredes eran anchas y la puerta de madera gruesa, con lo que estaba prácticamente insonorizada. Me levanté y abrí la puerta para permitirle el paso, susurrando bajito "llegas quince minutos tarde", para cerrar la puerta tras él. Una vez dentro me siento en mi cama, que por suerte es baja y la banca sobresale un poco por encima a modo de mesa. Doy una palmada en mi cama a mi lado instándole a sentarse y comienzo a abrir las botellas de voka y kas.

- Lo siento, culpa de mi compañero que no se dormía - me justifiqué sonriéndole mientras me adentraba en la habitación, esta vez con su permiso. Tomé asiento a su lado y como siempre que estaba con él, los nervios se apoderaron de mi cuerpo sin saber que decir, moviendo mi pierna sin parar en una sincinesia y sin parar de mover mis manos tocándolas entre ellas. - Y... ¿qué estás preparando? - pregunté con naturalidad intentando esconder mi nerviosismo mientras miraba mis piernas. Me había puesto mi pantalón preferido, uno de cuero negro ajustado que me encantaba como se quedaba y más aún con la camisa blanca que llevaba que era bastante peculiar, pues llevaba un pequeño chaleco negro sin mangas pegado y una cobata mal anudada a su cuello dando un aspecto elegante pero desaliñado jugando con blanco y negro. Conste que no es que quisiera arreglarme mucho, fue lo primero que encontré en el armario... Sería estúpido arreglarme para venir aquí con Kei ¿para qué querría hacer tal cosa?

Según se sentó le eché una mirada de reojo fijándome en su ropa. Blanco y negro, a juego con los vodkas. Me sonreí, me gusta esa ropa. Vuelvo la mirada a los vasos.

-Tenías ganas de probar el Bloody Mary, ¿no? Pues ahora mismo lo preparo.- le sonreí de forma sesgada, de lado.

Primero cogí el vaso de cristal, al ser grande era perfecto para un Bloody Mary. Mezclé el vodka con kas de limón (normalmente es con zumo de limón, pero a falta de ello...) y le eché tan solo un poco de tabasco, no quería que se me abrasara, bastante tendría con el alcohol. Casi olvidé la salsa inglesa, así que me incliné por encima de él apoyándome ligeramente en sus piernas para alcanzarla en mi maleta, junto una botella de kas de naranja (aún no sé como conseguí meterlo todo, pero la maleta era grande, más de lo que me había parecido en un principio). Volví a incorporarme en unos segundos para verter unas gotas en el vaso, que poco a poco cogía color. Agité los tres saleros, con sal y dos tipos de pimienta respectivamente, sobre el líquido, para finalmente añadir el zumo de tomate (el doble que de vodka). Al revolver con una cuchara el líquido al fin parecía lo que era, un Bloody Mary ya terminado.

En otros dos de los vasos eché vodka negro para luego rebajarlo un poco con el kas de limón. Y puestos a hacer mezclas cogí un último vaso, de nuevo incliné la botella de vodka blanco para esta vez mezclarlo con el kas de limón.

-Bien, ¡elige! El rojo es obviamente el Bloody Mary, el de naranja se llama Destornillador, también bastante fuerte, y el último es mi preferido, vodka negro con limón. ¿Empezarás directamente con el Bloody Mary especial o probarás primero con uno de los otros? Te aviso de antemano, el negro te dejará la boca como si hubieras bebido alquitrán.

Yo mismo cogí uno de los vasos de líquido negro y bebí un trago, sacando luego la lengua que ya había adquirido con rapidez un tono parduzco para ilustrar mis palabras. Me di cuenta de que estaba siendo más cordial de lo que esperaba y recuperé mi expresión apática y mi mirada fría.

Permanecí en silencio mientras preparaba cada una de las bebidas en los vasos, quedando asustado por los ingredientes que le veía verter, ya que algo así costaba de creer que fuese a tener buen sabor.

Dudé en si coger el vodka negro al ver la mueca que hizo Kei después de probarlo, pero obviamente no me dejaría vencer así que le arrebaté el vaso de sus manos y sin vacilar lo sostuve entre mis labios vaciando gran parte de su contenido en mi boca. Abrí los ojos de par en par mientras lo tragaba sintiendo el fuerte sabor a alcohol en toda mi boca dejando de beber instantaneamente. - ¡¡Puaj!! ¿Alquitrán? ¡Esto sabe peor que eso! - le grité mientras corría a coger el dulce que traje y tomaba tres a la vez para quitar ese horrible sabor. - Ahora está mejor... Tú si quieres puedes quedarte con tu vodka negro, yo no quiero más - le dije dándoselo mientras miraba con asco la bebida. - Ya quiero mi Bloody Mary - le dije con una sonrisa de lado triunfadora mientras cogía la bebida roja. Espero que no tenga tan mal sabor como el vodka... Con miedo fui rozando el líquido con mis labios hasta tener el valor de abrirlos y dejar entrar a grandes tragos la bebida. Tenía un sabor más fuerte de lo que me imaginaba pero como que me llamo Yu, que me la bebería del tirón y sin vacilar, así sabrá que no soy un novato bebiendo.

Empezaba a sentir mi boca arden pero no me detenía a seguir bebiendo hasta que sentí un leve mareo en mi cabeza y tuve que dejar el vaso a menos de la mitad. - Dios... - corrí a limpiar los restos de bebida que quedaron.

Se me escapó una pequeña risa en contra de mi voluntad, rompiendo mi aparente apatía, ¿a quién coño se le ocurre beberse un Bloody Mary a tragos grandes la primera vez? ¡Es mucho más fuerte que el vodka negro con limón! Y el sabor también, espero que le guste el tomate, porque no pretendo pasarme los próximos cinco minutos ayudandolo a echarlo en el baño, como pasó una vez a un compañero de mi padre cuando vino a casa. A pesar de que eché poco tabasco su cara está de un color rojo vivo y temo que se me derrumbe encima. Observo como empieza a vacilar mientras yo cojo de nuevo el vaso de color negro, no sé que tiene contra el negro, es dulce y sabe bien dentro de lo que cabe en bebidas alcohólicas.

Le veo dejar por fín el vaso, ¡llegó a beber la mitad! No está mal, nada mal. Por un momento me tienta la idea de darle el Destornillador para enjuagarse la boca, pero en el último momento me compadezco y lleno un vaso de kas de limón para que se quite el sabor. No obstante, que no crea que se libra, si quiere impresionarme, no ha de quedar una sola gota.

-Nada mal, pero aún te queda.- sonrisa torcida con el brazo extendido amablemente ofreciéndole el kas, aún recuerdo mi primer Bloody Mary y por esta vez seré amable.

- Gracias... - murmuré debilmente tomando el kas pues apenas me salía la voz con el picor que tenía en la garganta. Me lo llevé a la boca apaciguando esa desagradable sensación mientras sonreía alegre por sus palabras ya que viniendo de su parte un "nada mal" es todo un elogio.

Esperé unos minutos antes en lo que terminaba el kas y descansaba un poco el estómago para volver a la carga con el Bloody que me se resitieron los últimos tragos. Esta vez preparado para el sabor que pronto inundaría de nuevo mi boca, volví al segundo intento. Reprimí un par de lágrimas en mis ojos por el fuerte de la bebida pero eso no bastó para que no quedase ni una sola gota.

Oh, Dios... beber tanto de golpe creo que no es bueno. Al sentir mi cuerpo pesado me desplomé de espaldas en la cama pues estaba sentado sobre ella. - Argh... Siento como si me taladraran el estómago... - admití sobandome la panza y cerrando los ojos para dejar de ver los destellos que veía por todas partes. Lentamente abrí un ojo mirando a Kei. - Ahora... lo entiendo... - apenas pude hablar por culpa de mi respiración agitada - esto es peor a que te echen afrodisíaco... Joder, con tres de estos soy capaz hasta de abrirme de piernas a ti - dije empezando a no saber lo que decía, sólo sé que mañana por la mañana negaré haber dicho todo lo que esta noche pueda decir...

-No hacía falta que lo bebieses de golpe...- no pude disimular el tono divertido. Bebí el último trago que me quedaba en el vaso de vodka y me incliné para tomar el otro de idéntico contenido.- Da un subidón de calor, ¿eh?- empecé el nuevo vaso, de un trago grande. Tengo el cuerpo tan adaptado a esta bebida que lo bebo si bien no como agua, sí como cerveza de bajo nivel de alcohol.- ¿Tres? Con tres no te levantas del sitio.- mi voz destilaba algo de burla. No era mi intención provocarle, simplemente salió así.

Cogí de nuevo las botellas y en una rápida distribución de fluidos preparé un nuevo Bloody Mary, que esta vez vertí del vaso grande a uno de los pequeños y, tras terminar con un único trago el negro, cogí el nuevo vaso de tono carmesí y me lo llevé a los labios. Si bien no me dió tan fuerte por la costumbre, el ardor me aturdió un instante. Mejor no pasarse, odio perder el control sobre mí mismo.

- Y que lo digas... Lástima que con sólo verte toda la calentura desaparece - repliqué en venganza porque parecía estar divirtiéndose a mi costa viendo mi estado. - ¿Quieres ver de lo que soy capaz con tres de esos? - le reté incorporándome de la cama, quedando sentado de nuevo y mirándole con desafío - veamos si soy capaz de levantarme del sitio o no... - le dije mientras le arrebataba de sus manos la bebida que acababa de preparar y la bebía antes de que pudiese quitármela, aunque fui generoso y le deje la mitad para devolvérsela mientras tragaba. - Decías que este era el destornillador, ¿no? - pregunté viendo y tomando con mi mano el recipiente naranja - veamos que tal está... - dije llevándolo a mis labios para probarlo - uhm... está más suave que el Bloody - contesté viendo el líquido con desconfianza, si pude con el Bloody, este será más fácil de tragarlo de una vez...

Dicho y hecho... otra bebida que corría por mi esófago directa a un estómago completamente vacío. Mierda, no había comido nada en el día excepto el poco almuerzo al que me invitó Kei... Bueno, supongo que con tres Bloody Mary's acabaré peor de lo que pensaba - ¿y bien? Pienso tomarme tres, así que ya estás preparando más - le ordené orgulloso - espero que cumplas tu palabra y no me hagas nada porque… te informo de que tengo buena memoria y mañana me levantaré recordándolo todo... Y como lo que recuerde no me guste... ten por seguro que acabarás descojonado y no precisamente de la risa... - le recordé mirándole con suma desconfianza mientras volvía a despojarle la bebida por tercera vez en el día.

-Depende de la proporción, ese es bastante fuerte, aunque no tanto como el Bloody.- lentamente, sin prisas (no soy tan estúpido de beberlo de golpe, por mucho que pueda aguantar), terminé lo que quedaba en el vaso de bebida ardiente.- La naranja atenúa ligeramente más que el limón, porque tiene un sabor más fuerte, en cierta manera. Hay más cosas, no solo esas tres.- le indiqué el ron y los licores.- ¿No quieres otra cosa? No solo depende del tipo de bebida.- cogí por encima de sus piernas un palito de esa comida que trajo y lo comí a pequeños mordisquitos. Chocolate.- No te preocupes, no tengo pensado hacerte nada, de todas formas, no funcionarí, ¿o acaso no dijiste que se te va sólo con verme?- acerqué mi cara a la suya con una sonrisa torcida, mirándole a los ojos de cerca. De nuevo ese mareo al contactar con sus ojos dispares. El alcohol debe estar afectándome más de lo que creía.

WTF?!

Primero se me echa prácticamente sobre mis piernas y ahora... lo tengo a menos de un palmo de distancia ¡y para colmo sus palabras pronunciadas de forma tan sexy! y esa sonrisa que mata... El olor a chocolate en sus labios. Esos ojos que no paraban de ver los míos. - Yo... - ¿era mi imaginación o quería provocarme? Mierda, y si mal no recuerdo llevo casi tres bebidas encima - sí... eso dije... - contesté completamente hipnotizado en sus facciones, creo que ni siquiera estaba pestañeando, estaba en completo estado de embobamiento que hasta sería descarado - pero creo que extrañamente me estaba volviendo a subir... - admití sin querer, aunque ya en una ocasión le confesé que me parecía guapo y sería una completa mentira si alguien dijese lo contrario. Dios... no dejaba de verme y empezaba a marearme... ¡Joder! ¿A qué espera? ¡Cāng tāi, si existes haz que lo haga, te lo suplico! Empiezo a morirme por tener esos labios cerca...

¡¡Ahh!! ¡¿Pero que coño estoy pensando?! Es el alcohol, el alcohol, Yu... ¡Qué mierda! Me da igual que sea el alcohol, ¡quiero que me bese, joder! Hasta debe de notarse en mi rostro que le deseo a la legua... - No me harás nada si yo no quiero pero... ¿y si quiero que me harás? - le reté con un tono de ensimismamiento que jamás pensé en tener.

Se me va de las manos, se me va... ¡¿Es cosa mía o me ha afectado el alcohol de golpe?! La inercia me inclina hacia adelante, porque tiene que ser la inercia, ¿verdad?

-¿He de interpretar eso como una invitación?

No pretendía decir eso... El resto parece perder importancia, a esta distancia nuestros cuerpos se rozan y soy capaz de distinguir cada pestaña de sus ojos. Sus mejillas están rojas, pero no creo que la única causa sea el alcohol, ¿lo habría dicho en serio? Sus rasgos lo confirmen. Por un momento pienso en dejar que pase, siempre se le puede atribuir al alcohol, al menos puedo decirlo así ante Yu... Pero no para mí. Sé que cuando esté completamente en mis cabales (porque no puede ser más que el alcohol) me arrepentiré, fuera o no por la bebida. ¿Yo, besando a alguien? Quitemos el "alguien". ¿Yo, besando a otro chico, a Yu?

A pesar de mi propia reticencia, una parte de mí afirma que debería dejarme llevar, total , solo es un beso, un beso que no significará nada y que será olvidado pronto. Para desgracia de esa parte, finalmente mi parte racional se impone obligándome a alejarme de esa tentación... pero no suficiente para impedir un (esperemos) último desliz: antes de alejarme del todo, mis labios deciden por cuenta propia ascender y posarse levemente en su frente, un roce no mayor al aleteo de una mariposa, que sin embargo hace que miles de ellas se muevan en una zona entre mis pulmones y mi estómago. Y susurran:

-Me lo estoy pasando muy bien hoy... mejor que en mucho tiempo...- no sé si me habrá oído...

Finalmente, comienzo a alejarme.

¿De verdad ese beso fue real? ¿Esa roce? ¿Esa muestra de cariño? Hacía tantos años que no sentía el cariño de una persona, que ese pequeño gesto, que las personas no suelen apreciar, a mi me significó más que poder entrar al mismísimo Nirvana.

Por unos momentos creí que realmente lo iba a hacer, que se iba a atrever a besarme y más al hacerme esa pregunta que sin duda afirmé en un leve y que dudo que hubiese notado, asentimiento de cabeza. Se acercó cada vez más a mí y fue ahí donde me percaté de lo acelerado de mis pulsaciones y después mi corazón se detuvo al sentir sus labios sobre mi frente y el mejor beso de toda mi vida llegó.

Tenía los ojos desmesuradamente abiertos y juraría que mis mejillas ardían. Todo mi cuerpo en su interior se removía en una angustiosa y nueva sensación pero que me hacía sentir bien en demasía.

- Igual yo... - murmuré levemente pues no estaba seguro de que hubiese oído bien sus silenciosas palabras pero por lo que creí escuchar, una sonrisa de alegría se pintó en mis labios y sin poderlo evitar alcé mis brazos para pasarlos por su cuello y hombros en un abrazo, mientras cerraba al fin mis ojos disfrutando del contacto y de su presencia.

Y como un recuerdo de un sueño lejano, él comienza a alejarse, hecho que odié con todas mis fuerzas pues no quería, no quería seguir bebiendo a su lado como si nada y no pudiendo tocarle... En estos momentos empiezo a tomarme esta situación como si un balde de agua fría me estuviese cayendo lentamente, ya que una opresión se acomodó alrededor de mi pecho y me gritaba por salir de aquí pero tampoco quería eso, quería estar con él.

El malestar en mi cuerpo aumentó, quién sabe si por el alcohol que había ingerido o por culpa de todo lo que pasaba por mi mente y me estaba poniendo malo. - Kei... - pronuncié con voz apagada, con un deje de tristeza - me encuentro mal... me duele el estómago - le informé mientras me agarraba a mis caderas y me inclinaba hacia delante para quedar en posición fetal en un intento de apaciguar el dolor. Empecé a sentir mi cabeza dar vuelta, juraría que empezaba a ponerme más pálido de lo que estaba.

Mi corazón dió un vuelco en contra de mi voluntad. Todo por culpa de una maldita sonrisa, seré estúpido... estúpido beso... estúpido abrazo... y estúpida la manera en que no pude evitar contagiarme de esa sonrisa... Tuve que apartarme del todo, no fuera a verme. Al hacerlo sentí que se removía incómod. Al principio pensé que había sido por apartarle y pensé que tampoco me haría ningún mal quedarme en la postura, pero entonces oí como me llamaba con voz débil y me fijé en que había palidecido. Al verle encogerse recordé todo lo que había bebido tan rápidamente. Chasqueé la lengua.

-Mira que te dije que era fuerte...

Coloqué una mano en su pecho y otro entre sus cabellos, forzándolo a tumbarse en la cama (mi cama) y apartándole las manos del estómago. Al contrario de la creencia popular, encogerse no ayuda con el dolor, es mejor aplicar calor en la superficie estando estirado. Deshice la cama para que pudiese taparse con la manta y me levanté un momento para coger una sudadera para enroscarle alrededor de la barriga. Probablemente le desagradaría el calor dado el elevado grado de alcohol en su sangre, pero era mejor igualar temperaturas, no fuese a enfermar sin darse cuenta del frío.

Aparté la mesa para tener más espacio de maniobras y coloqué mi mano en su frente, no fuera a ocultar un resfriado. Mañana podría comprar algunos ingredientes para un remedio contra el exceso de alcohol, pero de momento solo podía dejarlo dormir.

-¿Mejor?- no oculté mi tono preocupado, sería hipócrita por mi parte, soy frío, pero no puedo mantenerme impasible si se encuentra mal.

Cerré los ojos dejándome hacer, aunque apenas podía prestar atención a todo a mi alrededor, sí que me hizo sentir bien el ser cuidado por él así que me dejé como niño pequeño que busca que le mimen. Interiormente sonreí al sentir como era tumbado, su mano posada sobre mi pecho, cabellos y frente donde anteriormente había sido besado por él mismo.

Aunque el dolor seguía ahí no pude evitar distraerme cuando fui arropado en su cama que a pesar del poco tiempo que llevaba ahí, había conseguido capturar el olor de Kei. - Sí... gracias - le contesté débilmente pero sin poder evitar que la dulzura y agradecimiento se reflejasen en mi voz, mientras intentaba recuperarme, aunque con esos cuidados preferiría caer enfermo toda mi vida...

Volví a abrir los ojos mirándole aunque permanecían entrecerrados pues me costaba mantenerme en mis cinco sentidos, pero luchando para aparentar que nada me pasaba - no era fuerte... - contesté intentado recobrar mi máscara de que nada podría conmigo mientras me incorporaba con dificultad - sólo me mareé un poco, incluso ahora mismo podría tomarme otro Bloody Mary... - le informé sonriéndole de lado pero desgraciadamente, el cansancio me pudo y no pude aguantar más mi faceta de chico duro y caí sobre la cama cerrando de nuevo los ojos con un largo bufido de derrota.

Permanecí unos segundos en silencio y sin moverme, viajando de nuevo en mis pensamientos y recordando de nuevo todo lo que había pasado durante a penas una hora. Sí que me hacían sentir bien sus cuidados pero... no sé por qué tenía tanto miedo. Llevé mi mano a mis ojos restregándolos con el dorso pues los sentía arden, quizás empezaba a entrarme fiebre y... ahora mismo siento que todo me esta saliendo mal porque... - Lo siento... estoy siendo una carga - me disculpé sin querer que me lo negase, pues realmente era así y por eso me escondí entre las sábanas en un gesto infantil deseando desaparecer.

-Bah... ya me compensarás.- le sonreí. Tantas veces habría deseado que me cuidaran estando enfermo... no podría negárselo a otro.- Y no eres una carga, eres un idiota que quiso beber demasiado rápido.- reí suavemente, sin ofensa.- Estoy acostumbrado a esos mareos, así que no te culpes, es normal. Mira que te dije que era fuerte... La próxima vez beberemos zumo.- dejé caer la posibilidad de volver a quedar pronto como si nada. Como seguía sin sacar la cabeza tiré de la manta para destaparle la cara.- Te vas a asfixiar ahí dentro... ¿Quieres agua?- hice un movimiento con la cabeza en seña de que iría a por ella al baño si quería.

- ¡Ey! No me llames idiota... - le contesté en un puchero una vez que me destapó - vale... - acepté un tanto apenado sintiendo mi malestar aliviarse. Mientras iba al baño pensé en sus palabras y le hablaba a lo lejos - nada de zumo, estoy acostumbrado a beber. Sólo que... sentí la cabeza taladrarme y me mareé... - contesté con un ligero sonrojo al decir lo último pues recordaba el porqué de eso, esa... escena. Mierda, es que no podía parar de pensar en lo ocurrido ¡es que de verdad íbamos a besarnos! Puede que esté actuando un poco infantil pero es que... nunca me había pasado algo parecido.

- ¿Te importa que me quedé aquí esta noche? - le pregunté un tanto temeroso - es que no quiero despertar a Raiku... si quieres pudo pasarme a la otra cama, así podrás dormir tú solo aquí - le ofrecí con la esperanza de poder quedarme con él un poco más, ya que nuestro "botellón" parecía que se había acabado por mi culpa, aunque entrelíneas podía verse como daba por hecho que él dormiría en su cama, con o sin mí.

-Pues deberías ver al médico, no vayas a estar enfermo... Los mareos son síntoma de muchas cosas.- y aquí me tenéis, preocupándome por el chico y dando consejos sobre salud... está claro que debería recuperar mi apatía habitual cuanto antes, pero viendo que su cara aún no tiene el mejor aspecto supongo que eso puede esperar hasta mañana. Debo controlarme antes de que mis sentimientos pasen de lo que deberían, no debería cogerle aprecio... Nada bueno saldría...

Antes de volver a la habitación yo mismo bebí algo de agua y metí la cabeza bajo la ducha para despejarme, me mojé algo la camiseta, pero no me importó. Salí del baño con el vaso de agua en una mano mientras con la otra me secaba el pelo con una toalla pequeña. Se lo dejé en la mesita de noche mientras iba hasta a mi armario y cogía otra camiseta, en esta ocasión una gris oscuro más holgada y por tanto más cómoda para dormir. Me quité la mojada y me la cambié por esa. Decidí que no dormiría bien en vaqueros y me los cambié por un pantalón de chándal también gris, un tono más claro.

Tranquilamente me acerqué a la cama en que Yu seguía echado y le miré con brazos en jarras.

-Tú no te mueves de la cama hasta estar en plenas facultades.- afirmé, inflexible a ninguna otra opción.- ¿A qué esperas? Hazme sitio, anda...

- ¡No, no! No hace falta... Si me pasa cada dos por tres. Siempre que me agobio me empiezo a marear y me duele el estómago como si fuese a reventar - le contesté quitándole importancia para que no se preocupase aunque... se siente tan bien esa atención, he ahí el por qué antes era un niño mimado. Bueno, seguía siéndolo, pero ese niño está muy en el fondo de mí ya, aunque eso no significaba que a la mínima de sentirme consentido no fuese a aprovecharme de la situación. La verdad me gustaría regresarle esta agradable sensación pero... me daba una terrible vergüenza porque pensase que iba con otra intención. - Además, ¿puedes imaginarte la bronca que nos caería si supiesen que hemos estado bebiendo y descubren todas estas bebidas?

Bebí el agua que me dejó sobre la mesita aunque no tardé en arrepentirme... ¡¡Un poco más y me atraganto!! ¡¿Pero a quién se le ocurre desnudarse frente a un enfermo?! Dios... pero que pecho... está más formado que el mío (maldito... ¡cómo le envidio! Yo estoy en los huesos…) y hasta le corren gotitas por él... Por Dios, dime que nunca dije que al mirarle se me iba todo rastro de calentura, porque sino... adiós a mi querida nariz chata...

Es una pena si voy al infierno por lo que estoy haciendo ¡pero no me pienso privar de esta vista! Ya me pueden mandar a la mismísima sala de torturas que no dejaré de ver ese cuerpo con descaro y menos aún cuando se quitó los pantalones.

Es el mejor culo que he visto en mi vida... ni en los mejores mangas, series o películas yaoi pueden ofrecerte tal espectáculo de streaptrease. Oh, mierda... ya se puso ropa encima aunque con esa camiseta de tirantes se le ven unos brazos...

¿Eh? ¿Qué le haga sitio? ¿Vamos a dormir... en la misma cama? Me corrijo... ¡¿voy a dormir en una cama de un metro de ancho con semejante cuerpo pegado al mío?! Dios... a veces no sé si me amas o me odias... Joder, y yo que me consideraba de una religión no-teísta.

- Etto... cla-claro - le contesté con voz apresurada arrinconándome nervioso a un lado de la cama, aunque "desgraciadamente" no es que pudiese alejarme mucho por lo estrecha de ésta.

Su cuerpo se hunde en el colchón, mi cuerpo es atraído hacia él por la fuerza de gravedad; su cuerpo se acerca a mí, mi cuerpo no responde, mi cara me arde y eso que creía que sólo se ruborizaban en los dibujos, pero por mi cara, ahora sé que no y Kei va a pensar que tengo cuarenta y cinco de fiebre.

- Hace bastante calor ¿no? - pregunté retóricamente intentando deshacerme de la sudadera de Kei a mi cintura. Ya que al parecer pasaré aquí la noche y suelo pasar calor (y algo me dice que hoy pasaré más de lo normal), con cuidado de no moverme mucho para no tocar a ese morenazo que tengo a menos de cinco centímetros, me desprendo de los ajustados pantalones junto con la camisa que con la corbata y todo lo demás estaba asfixiándome. - Te advierto que suelo moverme mucho… - admití con pena quedando por fin en boxers, sólo espero no arrepentirme... - eh... buenas noches - le dije sin saber que otra cosa decir mientras me ponía boca arriba pero con el rostro girado hacia él para verle. - Que duermas bien... - ¿estaría mal si le doy un besito de buenas noches? No, no... ni de coña. ¿Y si es en la mejilla? Va... uno rápido.

Me incorporo un poco en la cama con ayuda de mi codo apoyándome en él y le doy un ligero beso en la mejilla para volver rápidamente a mi sitio con un sonrojo aumentado. ¿Desde cuando me he vuelto tan cariñoso que hago muestras de cariño a la gente? Vale, parece que así será a partir de ahora...

Me dejo caer sin mucha parsimonia sobre la cama, de espaldas a él. Asiento quedamente, hace calor. Supongo que será mejor dormir destapado. Siento cómo a mi espalda se va quitando la ropa quedando sólo en boxers y susurra cerca de mi oreja dándome las buenas noches para después depositar un dulce beso en mi mejilla.

En ésta ocasión no ha habido ningún sonrojo. Ningún aleteo en la boca del estómago. Sólo un agradable calor, la sensación de estar bien y en paz. Ese gesto en la noche que para mí siempre fue lejano. Leyendo y viendo en televisión madres que antes de dormir les dan las buenas noche a sus hijos con ese cariñoso contacto. Miles de noches durmiendo en una alta cama estilo occidental, mirando la rendija abierta de la puerta como si esperase que ocurriese un milagro y apareciese mi madre. Una madre que me susurrase, en voz bajita por si acaso estoy dormido, deseándome unas buenas noches... Pero no ocurría, ni ocurriría jamás, lo comprendí siendo aún un niño, cuando la ingenuidad infantil comenzó a abandonarme y comprendí que eso solo lo hacía una madre que amase a su hijo... y yo no era el caso...

Y cuando pensé que jamás recibiría ese gesto, que no solo no lo recibiría de mi familia, sino de nadie... Llegó hoy... Probablemente no sepa cuánto ha significado algo tan simple e inocente para mí, y yo no seré quien se lo diga, pero guardaré este pensmiento agradecido durante mucho tiempo. Cuando él se vaya, cuando pasen años tras ello... Seguirá ahí... Tal vez mereció la pena, aunque despues todo desapareciese como castillos de arena al subir la marea, pero cuando todo se haya terminado, tendré un pequeño regalo sólo para mí.

Una sonrisa lenta se extiende en mi labios mientras cierro los ojos.

-Buenas noches... Yu...

Sonreí. Mi nombre pronunciado por sus labios por primera vez fue la nana más hermosa que se pudiese cantar para cesar la fuerza de mis párpados, envolviendo mi mente en las penumbras...

- Shinigami... shinigami... - oía una voz lejana llamar.

Abrí los ojos lentamente. Era de noche y todo estaba en silencio, todo, excepto esa llamada que no cesaba. Entre la oscuridad de la habitación distinguí una silueta frente a la cama. Eso es, estaba tumbado en una cama, dormía hasta que me despertaron. Y de nuevo la voz habló.

- El shinigami dormido se ha levantado - pronunció la persona metafóricamente con burla para continuar con falsa tristeza. - ¿Qué le has hecho al chico, shinigami? - ¿chico? ¿De qué chico me hablaba? La figura avanzó - ¿le estás acompañando como lo hiciste conmigo? - ahora podía verlo mejor. Sus cabellos eran negros al igual que sus ojos, tenía la piel pálida pero no conseguía ver con claridad sus rasgos. Su imagen se iba aclarando, me resultaba conocido, incluso diría que su rostro me era conocido y similar, se parecía... ¿a mí?

- ¿Hermano...?

- Pobre chico... No sabía que estaba al borde de la muerte y el shinigami vino a acompañarle…- continuó ignorándome, como si realmente no me escuchase. Sí, era él, era Wei... - ¿Cuándo dejarás de acercarte a personas que necesitan un ángel guardián y suplantarás su lugar... shinigami? - me escupió con desprecio - ah... pobre chico... corrió la misma suerte que yo... y ahora mírale... - alzó su brazo señalándome con el dedo. ¿A mí? No, no me señalaba a mí, señalaba a algo a mi lado. Giré mi cabeza para poder ver aquello que quería mostrarme, que quería que viese.

- Kei... - susurré con miedo al reconocer el cuerpo a mi lado tapándome la boca con horror con mis manos. Su cuerpo inerte, su cuerpo manchado desangre, su cuerpo estático fue lo que mis ojos humedecidos por la impresión vieron. - No... - negué con la cabeza frenéticamente observando su rostro. Sus ojos estaban cerrados y su boca abierta por donde quedaban rastros de sangre - yo no he sido... - me excusé con miedo.

- Claro que has sido tú... Sólo tú te acercas a almas en pena dándoles la esperanza para su ansiada felicidad. Y cuando están a tus pies, cuando necesitan de ti... tú los traicionas. Yo de verdad te quería. Él de verdad te quería, confió en alguien por primera vez y mira lo que le hiciste. Pobre chico, pobre chico... no sabía a lo que se atenía - se llevo una mano a la cabeza negando con lástima mientras se marchaba dejándome solo.

Miré de nuevo el cuerpo sin vida a mi lado y sin poder aguantarlo más lo estreché entre mis brazos llorando sin consuelo negando que esto pudiese estar sucediéndome a mí, sucediéndome de nuevo. - ¡¡No, no, no, no...!!


Me incorporé de un salto en la cama quedando sentado y despertando en el acto. Mi corazón latía descontrolado y mi frente sudaba. Miré a todo mi alrededor, no había nadie.

¡Kei! Rápidamente eché un vistazo al otro lado de la cama encontrándomelo plácidamente dormido con la respiración relajada y el crujir del viento sobre los árboles el único sonido de la habitación. Había sido un sueño.

Con cuidado de no despertar a mi compañero me levanté de la cama procurando hacer el menor ruido posible para entrar al cuarto de baño cerrando la puerta. Me miré al espejo, me veía horrible. Me aclaré un poco la cara y bebí agua para luego volver a la habitación. Todo seguía tranquilo. Antes de acostarme tomé la ropa que dejé tirada sobre el suelo y la coloqué sobre una silla del escritorio pero algo me detuvo al notarlo con el tacto. Extraje el objeto del interior del bolsillo del pantalón. Tabaco, no estaría mal si me fumase uno para aliviar un poco mi cuerpo y despejar mi mente.

Corrí una de las puertas de cristal del gran ventanal de la habitación que daba a la terraza. Me senté sobre el suelo de la habitación pero con los pies fuera de ella para que la brisa y el cielo estrellado alcanzase a percibir. Tomé un cigarro del paquete que rápidamente sostuve entre mis labios y prendí con el mechero, dándole una profunda calada para calmar mis músculos y exhalarlo paulatinamente observando las estrellas a lo lejos.

En ese momento no me importó que le prometiese a Kei que no fumaría estando él, sólo una cosa me quitaba el sueño esta noche... ¿Qué fue eso de antes? ¿Estoy haciendo mal quedándome aquí?

"Sólo era un sueño" intento hacerme creer inútilmente. Doy otra calada de mi cigarro para luego abrazar a mi mismo alrededor de mis piernas, apoyando mi mentón sobre mis brazos, mirando al frente, hacia la nada mientras mi cigarro se consumía entre mis dedos.

No duermo mucho, y cuando lo hago mi sueño se mantiene ligero. Por eso pronto me dí cuenta de que el calor que hasta entonces cubría mi epalda había desaparecido, dejando una extraña sensación de pérdida que al principio no supe identificar. Entreabrí ligeramente los ojos examinando perezosamente mi alrededor. De alguna forma supe que algo se había movido desde que los cerré y cuadno vi la banca aún con vasos y botellas encima recordé el qué.

Tanteé con la mano tras mi espalda para notar la falta de otro cuerpo junto al mío. Casi al mismo tiempo llegó a mi nariz un desagradable olor, tan tenue que si fuese otra persona no lo habría percibido. Pero no era otra persona, era yo, y ese olor me resultaba tan inconfundible como insoportable. Echado en la cama, en una cama pequeña, poco tapado, el calor rápidamente enfriándose en el otro lado de lacama a mis espaldas... y el olor a tabaco flotando en la habitación... No tan fuerte, no la misma marca (la práctica hace al maestro, y entiendo en ese campo), pero tabaco... Aroma a malos recuerdos que se entretejen en mi cabeza...

Pero ahora no estaba en mi habitación, al menos no en la de mi casa. Parpadeé recorriendo una vez más la habitación para reafirmarme y borrar malas ideas, calmándome. Fue en ese segundo examen que visualicé el origen de mis malos pesares. Con tan solo unos boxers que por un momento me hicieron preocuparme de si no tendría frío así asomado, Yu se encontraba sentado en el alféizar de la ventana mirando a lo alto, desde donde la luna le devolvía la mirada. Con un brazo laxo a su costado y el otro sujetando un cigarro del que se alargaba una fina espiral de humo, enroscándose sobre sí misma antes de ir al encuentro de las nubes que se movían perezosas por el cielo. Una falsa apariencia relajada, cláramente desmentida por el ligero temblor que sacudía su cuerpo de vez en cuando y que no creí que se debiera al frío. Cada vez que el espasmo agitaba su cuerpo acercada el filtro a sus labios para dar una calada, como si eso pudiera aliviarlo. Me sorprendí de detectar tantos gestos sutiles que a la mayoría de las personas pasarían desapercibidos, ocultos por la ilusión engañosa de que todo iba bien. Cejas entornadas y labios apretados en una mueca probablemente inconsciente, el brazo aunque laxo tenso en el punto del hombro, dejando adivinar la tensión que escondía.

Y los ojos nublados, seguramente perdidos en alguna ensoñación desagradable. Supe con escalofriante certeza lo que había pasado antes de despertarme y había propiciado ese comportamiento. Me levanté de la cama, lentamente y sin ruido, sintiendo el suelo bajo mis pies descalzos. No hubo ningún cambio que evidenciara que había notado algún cambio o ruido.

Con el mismo sigilo me acerqué lentamente a él por la espalda, esperando unos segundos con la mirada fija en su perfil. La luz de la luna de daba cierto aire fantasmal a su tez, de forma que aunque era algo más oscura que la mía en ese momento parecía de plata. Labios ligeramente entornados tras la última calada, terminando de expulsar ese humo dañino, mientras yo sabía que la mayoría se quedaba en su interior, arremolinándose en torno a su corazón y marchitándolo poco a poco. El pelo despeinado por el tiempo perdido entre sueños. Me di cuenta de que no sólo la luna le daba ese tono pálido sino que realment la sandre parecía haber abandonado su rostro. Otro temblor, de nuevo el brazo con el cigarro inició su ascenso.

Y entonces sentí como la furia retiraba las últimas telarañas somnolientas de mi mente. No me paré a buscar razón lógica, solo supe que eso no estaba bien. Por mi cabeza se confundieron imágenes e ideas, en las que el humo traidor asfixiaba y ahogada un corazón cubierto de hielo, un hielo que había perdido su cualidad de diamante y ahora se teñía del más oscuro de los negros, compitiendo con el carbón del que se extraían éstos. Y ese corazón no era el mío. ¿Cómo se atrevía esa cosa a hacerle daño?

Mi mano se movió antes incluso de que mi cerebro le diese la orden, arrebatando el cigarrillo de unos dedos que de todas formas lo sostenían con poca fuerza y lo soltaron precipitándolo a la hierba del jardín de la escuela. Pareció sobresaltarse, lo que confirmó mi teoría de que no me había oído acercarme., volviéndose a mirarme con susto, el movimiento no había sido excesivamente rápido, pero a estas horas de la noche cualquiera se asustaría si se creía a solas. Una vez habiendome desecho del pequeño incordio y con esos ojos enfrentándome los míos la furia irracional desapareció de mi alma y de mi mirada, y con suavidad imité el gesto que recibí de él no hacía tanto. Un abrazo. No tan cálido como el suyo, no tan seguro, pero un abrazo que envolvió su pecho viniendo desde atrás, sin llegar a cerrarse del todo.

-Me prometiste que no te joderías los pulmones en mi presencia...- mi voz sonó tenue, tan suavemente como todo aquello que acontece bajo una luna como ésta.- ¿Has tenido una pesadilla?- a pesar de la pregunta no necesitaba que me lo confirmase, ya lo había adivinado.- Esa no es forma de espantar sombras... - tiré de él con cuidado para dirigirlo de vuelta a la cama. No volvería a mencionar esto, pero me portaba con delicadeza y aelasticidad. Me senté en la cama y seguí hablando.- Lo mejor para alejarlas es inundar tu mente con luz, y no ayuda que te inudes los pulmones de humo. Prueba a cerrar de nuevo los ojos y atajar las imágenes con otras distintas... Dibuja en un lienzo en blanco una imagen tranquila, con un sonido tranquilizador... en mi caso se me suele aparecer el sonido de las olas...-con mi manó esbocé en el aire lo que indiscutiblemente sera la silueta de una ola alta en el mar, com su espuma.- Cualquier cosa... estará bien...

Bajé la mano tumbándome en la cama y posándola sobre mis ojos mientras le miraba de reojo sin que se diera cuenta. Ya tenía sueño y empezaban a cerrárseme los ojos, pero me mantuve despierto hasta estar seguro de que se echaba de nuevo a coinciliar el sueño.

-Y en serio... no vuelvas a fumar frente a mí... preferiblemente no vuelvas fumar, no te saldrá nada bueno...

Veía volar mi necesidad hacia el jardín yéndose de mi vista. Asustado por creerme a solas volteé a ver al que osaba privarme de fumar. Me asusté al ver al causante pues en parte sentí aquello que temía que ocurriese, no quería que se me acercase para así no poder dañarle. Pero él ignora mi advertencia, aunque mis ojos lo reflejan y él los veía, sin apartar la vista el uno del otro en medio de la penumbra sin necesidad de palabras, pero no me hizo caso en nada, aunque nada le podía reprochar pues yo falté a mi promesa, aunque sus ojos no parecían replicarme y aún con todo eso, me presentó una nueva forma para apaciguar la necesidad que el humo hacía con anterioridad, aunque no sabía si ésta sería igual de dañina, mas recibí ese pequeño regalo dejándome envolver entre sus brazos.

Volví a mirar al frente, en busca de la luna para que ella pudiese dar algo de luz a mis opacos ojos, pero al verla, se entumecieron, quién sabe si fue por sus palabras que sentí que susurraba cerca de mi oído provocandome una gélida sacudida en tods mis nervios. Es cierto que se lo prometí, ¿pero quién espera que alguien que mata vaya a cumplir una promesa? Aunque ahora no era eso algo que fuese a preocuparme, ni él parecía querer hacerlo pues su voz procuraba tranquilizarme. Pero eso no bastó y entrecerré los ojos con angustia reprimiendo las ganas de desahogarme, por lo que no contesté a su pregunta aunque no se dio cuenta de que entonces una fina lágrima descendió por estar viendo al frente.

Mi impotencia era notable ya que me dejaba llevar como un titre, parece que mi persona se fue junto al tabaco a los jardines dejando sólo un cuerpo débil en la habitación.

Es cierto que dibujar despejaba mi mente, pero cuando la neblina era demasiado densa, eso sólo no bastaba. Y "si no puedes con el enemigo, únete a él" así que prefería ayudar a enturbiarme más con el humo. Aunque no lo creyese, eso sí ayudaba...

Él se acostó sobre la cama pero yo aún permanecí de rodillas con las manos en puños sobre el colchón hasta que decidí que ya sería hora de tumbarme, no quería seguir molestándole, así sólo conseguiría que ese sueño se fuese haciendo más realidad. Estaba vez me recosté dándole la espalda pues tenía miedo de que por la escasa pero suficiente luz que entraba por la ventana, Kei se percatase de la humedad que reinaba en mis ojos, los cuales cerré intentando dormir pero me era imposible, en el instante en el que lo hice las imágenes volvían a acudir a mi mente.

- No saldrá nada de fumar que yo no desee... Todo lo que pueda traerme, bienvenido sea... - susurré débilmente y sin fuerzas contra el colchón más hacia mí mismo. - Muerto... estabas muerto y lleno de sangre, no respirabas, no te movías... Yo fui quien te mató. Ya lo hice una vez ¿por qué no podría hacerlo una segunda vez? Él mismo me lo dijo, que yo te había matado, que te traicioné como hago a todo el mundo - continuaba hablando en el mismo noto frágil y ahogado no queriendo ser escuchado. - Soy un egoísta y él vino a recordármelo, no era sólo un sueño... Vino a advertirme para que te dejase antes de que ocurriese, de que te hiciese daño... Por eso todos me odian, porque aunque te voy a hacer daño no puedo dejarte. Pero aunque quiera alejarme de ti, no puedo, aunque quiera morir para no poder acercarme a ti, no puedo, no puedo yo solo... Por eso fumo para que yo pueda perecer antes de... - los sollozos interrumpieron mis silenciosas palabras comenzando con un silencioso llanto que me impidió poder continuar - no quería… yo no quería hacerle daño… ni tampoco quiero hacértelo a ti…- por culpa de los sollozos y de mis ahogadas respiraciones apenas podía hablar con claridad - tú todavía estás a tiempo… ¿por qué no te alejas de mí? - le pregunté con rabia sin esperar respuesta, ni siquiera sabía si me escuchaba, sólo quería desahogarme, gritar lo que mi corazón sentía. - ¿Qué hice? ¿Qué diablos hice para convertirme en lo que soy? ¿Por qué ahora que estaba bien a tu lado viene a decirme que te deje ser feliz? Dime que no… por favor, dime que no te haré daño si me quedo contigo… que se equivoca, que aprendí a no dañar, que te ayudaré siempre que lo necesites y estaré ahí cuando me requieras, que te traeré las sonrisas más bellas y no los llantos más ahogados, que te voy a querer y que jamás, jamás permitiré que nadie te toque o te haga daño, ni siquiera yo podré y a mi lado serás feliz y podré hacer que te sientas querido y protegido… Sólo dímelo, por favor… - le pedí entre lloros aún dándole la espalda abrazándome a mi mismo por las piernas en busca del consuelo en sus palabras y la certeza, de que nada de mi sueño se hará realidad jamás.

Suspiré mientras quitaba el brazo de sobre mis ojos, volviéndome en su dirección. Había escuchado cada una de mis palabras y ahora era mi turno.

-Así que de eso se trataba... tu pesadilla...-me incorporé sobre el codo y me incliné en su dirección. Con la delicadeza que amenazaba con hacérseme costumbre, pero mano firme y fuerte, le separé los brazos del cuerpo, deshaciendo el abrazo en que pretendía encerrarse a sí mismo, para con la misma firmeza le obligué a darse la vuelta en mi dirección.- Eh... estoy aquí... Mírame...- le hice levantar la cabeza para que me mirase.- Óyeme...- le susurré en la oreja.- Escúchame cómo respiro... Tócame...-cogí su mano posándola en mi mejilla.- Estoy vivo...-lo encerré en un nuevo abrazo, más fuerte, más protector, mientras con una mano empujaba su cabeza para refugiarla en mi pecho y que pudiera oír el latido de mi corazón.- Estoy aquí, vivo... No te preocupes... Es irónico, ya que el primero en hacerte llorar he sido yo... Y de nuevo estás llorando... ¿No crees que hay algo contradictorio aquí?-volví a suspirar aún cerca de su oído.- No sé quién es esa persona que dices, pero se equivoca... Nadie es egoísta por no querer estar solo... porque realmente nadie desea estar solo...-tragué con fuerza, pensando sin querer en mí mismo y los años que pasé autoconvenciéndome de que no necesitaba a nadie y que estaba mejor solo, todo lo contrario de lo que ahora afirmaba... Y de pronto temí que todo el trabajo éstos años hubiera sido en vano...- No me vas a hacer daño, tú no eres ningún asesino. No tienes esa mirada afilada, ni ese aura oscura que los envuelve, al contrario... Eres la primera persona que ha mantenido tanto tiempo contacto conmigo, el resto suele desistir tras la primera conversación, eres mi primer y único amigo.-la palabra me salió con tal naturalidad que me sorprendió.- Te mientes a tí mismo, en lo que llevas aquí ya has hecho amigos, ¿acaso no paras de mencionarme a un tal Raiku? Y yo también estoy aquí, a mi entender ninguno te odiamos.-comencé a pasar la mano por sus cabellos, en suaves caricias.- Sé que no me harás daño...-eso fué aún más bajito que el resto, para luego volver al susurro anterior.- No, no estoy a tiempo, ¿recuerdas? Ya te dije... te lo avisé, ¿verdad? Que si empezaba a considerarte un amigo luego cuando te alejases de mí te echaría en falta... Así que no se puede hacer nada... Las cosas pasan y no se puede volver atrás, lo mismo pasa con esa persona que mencionas, no sé qué pasó, pero yo no creo que fuese tu culpa, y no puede volver atrás, sólo ir adelante... Hazte cargo de lo que has comenzado y no huyas...-volví a bajar el tono y correspondí con suavidad su petición.- No me harás daño, y yo me esforzaré en no hacerte daño a ti. - sabía que me estaba comprometiendo a mucho, pero no me importó.- No has aprendido, porque nunca lo has necesitado, no ha sido tu culpa. Serás mi ayuda, mi única ayuda, y podrás apoyarte también en mí cuando lo necesites.- pensé estúpidamente en una boda, porque realmente me recordaba a ello... y no ayudó mucho...- Sonreiré para tí mientras tú sonrías para mí.-puntualicé ese punto, ya que me conocía y sabía que mis sonrisas eran escasas.- No lloraré, no temas eso, porque de todas formas yo nunca lloro, llorar no soluciona nada. Si deseas quererme está sólo en tus manos, y en las de los dos está que yo te quiera, porque me conozco, y no soy una persona fácil.- sinceridad ante todo, solo haría más daño mentir en esos momentos.- Nadie nos hará daño.- pluralicé mientras daba un apretón al abrazo, ya que quería hacerle entender que él tampoco sufriría.- Y créeme, hacía años que no era feliz, ya te lo había dicho, ¿recuerdas? Jamás he sido querido, por lo que no sé si ésta sensación es realmente lo que siento. Pero realmente, no te debes preocupar, ¿de acuerdo? No fumes, no está bien tirar de esa forma una vida... Deberías dormir, o mañana te caerás de sueño.- al fín aflojé el agarre para permitirle tener espacio, limpiándole el rastro de lágrimas de la cara con la punta de los dedos.