Al fin aquí (cerrado)

Habitación 389... por fin...

Entro cerrando la puerta tras de mí y hecho un vistazo al lugar en que viviré durante el curso. No hay nadie más, gracias al cielo. Aunque juzgando el hecho de que hay dos camas supongo que no estaré solo como desearía. Suspiro. Al menos de momento no hay nadie que me moleste. Abro la maleta y saco toda la ropa, cuidadosamente doblada en dos montones. Tal cual, los meto en un par de estantes del armario, también vacío. Por un momento me pregunto cuanto tardaré en conocer a mi nuevo compañero de habitación. Cuanto más tarde, mejor, de todas formas. Dejo la maleta vacía a los pies de la cama, ya la recogeré en otro momento. En otra bolsa tengo un pequeño montón de libros que ordeno por orden de preferencia en una estantería situada sobre mi cama.

Visto que no tengo nada más que hacer me dejo caer sobre el colchón con la mirada fija en el techo. Blanco. Cierro los ojos, ya recorreré el instituto más tarde, de momento aprovecharé para descansar del viaje hasta aquí.

Antes de darme cuenta estoy dormido.

Mis pasos hacían presencia en todo el solitario corredor, arrastraba los pies con cansancio y mis ojos se hallan entrecerrados haciendo casi nula la visión, mas llegaba a contemplar a través de las ventanas el sol ocultarse tras las montañas. Un largo y fatigoso suspiró salió de mis labios pues el agotamiento estaba presente en todos mis músculos tras mi primera semana de trabajo aquí.

Pronto divisé la que era mi habitación, extrañamente la llave no se encontraba echada. Ese loco de Raiku, se fue sin cerrar la puerta... Mas no le di importancia y estirando mis brazos, dispuesto a tirarme en plancha sobre la cama, entré a la habitación cerrándola a mi paso. Arrojé sin cuidado la mochila sobre el suelo para luego percatarme de que mi compañero de habitación estaba tumbado en su cama, seguramente dormido, como yo pensaba estar en unos minutos. Una vez me tumbé boca abajo sobre la colcha cerré mis ojos calmando todos mis músculos. Todo estaba en completo silencio cuando me entraron unas tremendas ganas de darle algo de nicotina a mis pulmones, pero la pereza de levantarme era tanta que ni siquiera pude mover un músculo. Y ahora que lo recordaba, encima se me había acabado el tabaco, maldita sea…

- Oe… Raiku… - llamé apenas entendible pues mi cabeza seguía hundida sobre la almohada, así que para hacer más entendible mi voz alcé un poco mi rostro mirando la cama de mi compañero - Raiku, ¿tienes cigarrillos? - pregunté un poco más alto para que pudiese oírme ya que estaba dormido, suerte que le conocía y sabía que no era el tipo de persona que le molestaría ser despertado.

-Humn...

Joder...

No han sido ni diez minutos desde que me dormí, estoy seguro... Me remuevo en la cama, con lo agusto que estaba. Ya podía haber tardado un poco más mi compañero, una hora, un par de horas... un par de días...

¿Raiku? ¿Tabaco? Algo no encaja.

Al fin me doy la vuelta en la cama para fijar una mirada helada en mi "acompañante". Me basta un momento para recorrerlo de arriba abajo, total... no hay mucho que recorrer. Terminada la inspección corporal no aparto la vista de sus ojos. Curiosos...

- ¿Eh? - la sorpresa reinó en cada parte de mi rostro, los ojos tremendamente abiertos, ceja levemente alzada y labios ligeramente entornados... Con miedo al no reconocer la persona que me miraba tan atentamente me senté con rapidez sobre mi cama - ¿Qui...? ¡¿Quien diablos eres tú y qué haces aquí? - le pregunté sin apartar mi temerosa mirada de él, fingiendo enojo que no sentía, pues esa persona me había impresionado, su aspecto daba miedo... Esos ojos, fríos como témpanos, su semblante sin emoción ninguna y su endemoniada belleza que no hacía mas que ponerme nervioso y apenado al sentirme observada por ella.

Compongo una mueca de escepticismo.

-Que yo sepa, ESTA es mi habitación.- que no creyese que me iba a dejar atropellar, tras tantos años fijándome en las expresiones de la gente por mi propio bien no he pasado por alto la leve vacilación en su voz.- Habitación 389.- me incorporo y saco del bolsillo la targeta en que está escrito claramente el número, poniéndoselo a plena vista y cambiando mi expresión a una de fría indiferencia- Así que acabas de decir mi línea, niñato. ¿Quién se supone que eres y qué haces en mi habitación? Obviamente yo no soy ese Raiku al que buscas.

Tras aclarar esto con tranqulidad, sin variar un ápice mi expresión o mi voz, me siento con las piernas cruzadas en espera de su respuesta.

Al escuchar su intimidante voz no pude hacer otra cosa que bajar mi mirada tremendamente apenado y agarrando fuertemente entre mis manos la fina tela de los pantalones mientras temblaba levemente. Aquel sujeto... había conseguido ponerme terriblemente nervioso, como sólo mis progenitores lograban hacerlo, pues había logrado despedazar en unos segundos mi coraza y ahora me encontraba indefenso, sin saber que decir mientras su mirada seguía clavada en mí esperando una respuesta. - Y-yo... lo siento... - sin poder aguantar más la vergüenza me levanté rápidamente de la cama que ya no correspondía a ser mía y con premura corrí hacía la puerta deseando salir de allí cuanto antes.

¿Ein? Primero entra sin permiso, pide y pregunta... y ahora se escapa.

Desde luego... esos no son modales...

Me levanto con suspiro y cierro la puerta con una mano justo antes de que la atraviese.

-Me has preguntado dos cosas... Te he respondido una, no te marches sin saber la otra, ya que preguntaste. Mi nombre es Kei.- silencio... Relajo un poco la expresión y suavizo mi mirada, ya que parece que no está por la labor de hablar.- Cuando alguien te dice su nombre, es lógico contestar con el propio.

Me recargo un poco en la pared, en espera, sin prisa. No busco amigos, pero tampoco quiero que el chaval se escape así, no es como si le fuera a morder sin razón.

Su acción me tomó por sorpresa como toda esta situación. Al notarlo tan cerca mío instantáneamente agaché mi rostro para que no pudiese verme mientras permanecía callado escuchando sus palabras hasta que me dejase marchar. No pensaba contestar hasta que escuché sus últimas palabras, supongo que era lo menos que podía hacer... Así que apenado fui levantando mi rostro, obviamente habiéndome asegurado de que mi ojo izquierdo, de iris verde, fuese cubierto con mi cabello, pues al verme tan cerca sería inevitable que notase la rareza de mis ojos, así que la escondí antes de que pudiese verlos. - Yu... - contesté secamente mientras le observaba con recelo, para mi suerte parecía más relajado - soy Yu Zhang... Siento... a ver entrado en tu habitación, volvía muy cansado y no me di cuenta de que me confundí, discúlpame, por favor - le rogué mientras me inclinaba a hacer una educada reverencia y permanecía así hasta que hablase.

Yu, Yu Zhang... hum...

Ahora baja la cabeza. Entrecierro los ojos en una suave mueca molesta... No quiero que se comporte así, me recuerda demasiado a mi forma de actuar cuando estoy en mi propia casa... Y no es bueno que me identifique con él, eso solo trae problemas.

Intento verle la cara, pero su postura me lo impide. Chasqueo la lengua con fastidio, se supone que el que no quiere llevarme con los demás soy yo, así que no sé qué hago realmente. De todas formas, ya he empezado, y no veo que me pueda hacer daño, claro, siempre y cuando el niño no intente acercarse demasiado, no sería bueno ni para uno ni para otro.

-Está bien.- finalmente me separo de la puerta y pongo algo más de distancia entre nuestros cuerpos, no me había fijado en qué tan cerca estábamos.- De todas formas tu habitación debe estar aquí cerca, ¿no?

Cualquiera lo interpretaría correctamente, es muy claro: quédate o vete, total... no me interesa especialmente. Me siento en la cama de golpe, con lo que el cabecero golpea ligeramente la pared en un sonico parecido a un clac.

- Gracias... - agradecí aunque realmente no sé la razón por la que lo hice. Al notar que se alejaba volví a erguirme - Sí... es la que está al lado - le contesté secamente mientras le veía sentarse en la cama dudando en lo que debería de hacer - Etto... - vacilé en lo que podría decir para deshacer el ambiente tenso que se había formado, al menos de mi parte - eres de 4º, ¿verdad? Debes de ser nuevo, no te había visto por aquí ni en las clases - lentamente fui acercándome a él, aún con uno de mis ojos cubierto - ¿Puedo? - le pregunté mientras hacía amago para sentarme a su lado. Total, sentía que peor no podría ir la cosa... Yo y mi estúpida capacidad para tratar con las personas, nunca conseguía encajar con nadie, siempre metía la pata tarde o temprano. Quizás lo mejor era irme de aquella habitación antes de... de que empiece a sentirme peor.

Encogí los hombros en un movimiento laxo y me acerqué algo más a la cabecera de la cama haciendo sitio.

-Sí, llegué hoy mismo.

Callé en lo que recogía un pierna sobre la otra para poder recargar la cabeza cómodamente en la mano, después de todo aún acababa de despertar. No aparté la vista de sus movimientos en ningún momento.

Esperé, no soy persona de muchas palabras, mucho menos con desconocidos allanadores de habitaciones ajenas. En realidad hacía tiempo que no hablaba con absolutamente nadie. Dado que mi casa está lejos pasé varios días parando en hoteles, viajando por mi cuenta, y en realidad no recuerdo haber abierto la boca en estos tres últimos días... Supongo que mi voz ha de sonar más ronca de lo normal.

- Vaya... seguramente tu familia te estará echando de menos ¡oh! y tu novia, seguro que te estará acosando a llamadas, ¿verdad? - hablaba sin parar conmigo mismo pues él no se veía muy por la labor. - Uhm... ¿eres japonés, no? Se me hace irónica esta situación ya que no os soporto jaja - comenté con gracia rascándome nerviosamente la nuca aún sin atreverme a mirarlo, sólo observando el suelo - ya que de pequeño mis progenitores me obligaron a mudarme a Japón... no quería hablar con nadie, me negaba a hablar en japonés y aún sigue molestándome cuando me hablan en tu idioma o me ponen sufijos a mi nombre - le conté mientras empezaba a hacer intentos de mirarlo, que poco a poco iban dando su fruto y de vez en cuando conseguía mirarle a los ojos. - Aunque... he de admitir que sois guapos, malditos... - le confesé con envidia, pues siempre me habían gustado los rasgos japoneses ¡pero eso era algo que no pensaba admitir nunca!

...

Silencio...

Por un momento me quedé quieto, mirada fija, rasgos congelados con la misma expresión de indiferencia. Dejé pasar un rato mientras iba colocando en orden tantas palabras a la vez después del anterior silencio.

-Je...- dejé escapar una única carcajada que en ese momento sonó seca a través del incómodo silencio que se había instalado en la habitación.- ¿Echarme de menos?- solté otra carcajada que incluso yo supe que había sonado fría y sin alegría, casi cruel.- Ojalá... No me imagino a mi madre llamándome preocupada para saber si he llegado bien.- la risa me había dejado un mueca de angustia mal disimulada, y sabía que también debía quedar rastros de desprecio por mi "querida" madre.

De nuevo pasaron unos instantes en que no dejé de mirarle fijamente, consciente de hasta qué punto lo estaba taladrando, sin importarme realmente. Sin embargo al cabo de un par de minutos que se hicieron eternos mi enfado, que no sé si podría clasificar como tal (más bien era un cierto regodeo en mi propio autodesprecio), comenzó a remitir. Bufé y miré por la ventana, molesto conmigo mismo por perder los nervios.

-Mmm...- supe que mi arranque debía haberle sorprendido, y aunque no me arrepentía, tampoco era mi intención, por lo que me permití dejar mi cara sin expresión por un momento para agachar la cabeza bajo la suya hasta tenerla de frente (ya que miraba abajo) con una ligera sonrisa de lado, no excesivamente, pero cualquiera que me conociese sabría que en mí ya era un milagro ese ligero atisbo.- Así que soy guapo, ¿eh?

Mantuve la difícil postura intentando escrutar su rostro, que aún no había podido vislumbrar con claridad por culpa de la falta de luz.

Me quedé atónito por su reacción, jamás pensé que se pusiese a reír con tantas fuerzas. ¿Tan gracioso fue lo que dije? - Vaya... pa-parece que tu madre tampoco es de las que pasaran la noche sin dormir - vacilé un poco al hablar pues aún seguía un poco impresionado.

Al parecer si que nos parecíamos un poco, ya que nadie nos extrañaría si alguno de nosotros muriese… y eso, me apena pensarlo, porque aún haya gente así, completamente sola. Era un hecho trágico... Y yo, Yu Zhang, no pensaba quedarme de brazos cruzados, pues no quería ver a las personas solas, así que, quiera o no, conseguiré ser su amigo y me da igual que me odie, me evite o golpe porque pienso seguir insistiendo hasta ganarme su confianza. Definitivamente no permitiría que buenas personas sufriesen, no si yo puedo evitarlo.

Al indagar en mis pensamientos no pude darme cuenta de que su mirada se encontraba perfectamente clavada en mí hasta pasados unos minutos cuando repentinamente sentí que se movía y su hermo... su rostro se encontraba excesivamente cerca del mío - ¿Eh? - fue lo único que salió de mis labios por tan inesperada acción y más fue mi sorpresa cuando fue acompañada de esa inquietante sonrisa de lado. Empecé a ponerme nervioso también por el hecho de que a tan poca distancia había conseguido verme a los ojos ¡Y maldita sea! ¿¡Por qué no deja de mirarme así?! Me inquieta... Y por si ya mis nervios estaban a flor de piel, sus palabras remataron la faena - ¿¡Qué?! - ¡¿Pero que diablos se creía preguntando eso?! Esto es el colmo... ¡Y encima ahora tendré que estar rojísimo! Vamos, Yu, mantén la postura - Ah... etto... y-yo no dije eso... - contesté realmente apenado desviando mi rostro a un lado para esconder mi sonrojo... y es que la escasez de luz, de distancia y esos ojos que me escrutaban ¿cómo no estar nervioso? - ehh... sí... - contesté por fin a su pregunta completamente abatido y avergonzado, por suerte apenas fue audible y quedó en un leve susurro.

Mi primera reacción fue de sorpresa. Lo cierto es que no lo había dicho en serio, solo quería aligerar el ambiente y que realmente me contestara que sí en serio me dejó parado temporalmente. Tanto que por un momento no reparé en cierta peculiaridad que hasta entonces había pasado por alto, escapando a mi primer examen. A pesar de que me rehuyó casi de inmediato había tenido el tiempo suficiente para ver claramente dos pequeños destellos de color, azul y verde. En primera instancia había creído que sus ojos eran azules, pero no era así. Creaban un contraste curioso que en cierta forma hacía sentir que daba vueltas, mareaban... el problema era que no sabía si se debía únicamente a la inusual combinación o el motivo era otro, y lo que es peor, no sabía si clasificarlo como malo o bueno.

El caso es que su comentario me había proporcionado una cierta satisfacción. Mantuve la sonrisa un momento (y estoy casi seguro de que me miraba de reojo en ese momento) y luego volví a mi expresión habitual de indiferencia. Suspiré y me tumbé de nuevo en la cama situando los pies por detrás de su posición, mientras miraba atraves de la ventana: anochecía.

Me di la vuelta dándole la espalda, una forma sencilla de dar fin a la conversación sin las despedidas incómodas que tanto me desagradan. Sin embargo, antes de que pudiera abandonar la habitación comenté, como quien no viene al caso:

-Obviamente no esperarás que pida permiso para entrar a tu habitación, ya que tú has entrado ya en la mía.- e inmediatamente después, para que no prestara más atención de la debida a la frase añadí:- A ver si por fin puedo descansar en paz, tal vez leer un poco... desde luego... menuda forma de empezar mi estancia aquí...

- Descuida, puedes entrar cuando desees - bravo Yu ¿desde cuando esa confianza con los demás? - Y de nuevo, siento lo de antes - me disculpe mientras me levantaba de la cama, ya era hora de dejarle solo, suficiente le había molestado ya.

Lentamente me dirigí hacia la puerta y una vez abierta eché un nuevo vistazo a la habitación, él ya permanecía tumbado sobre su cama dándome la espalda, hecho que me hizo bajar la mirada y desaparecer de ese lugar como había llegado...

No, igual no...

Algo había cambiado, ahora me sentía inquieto, no podía dejar de pensar en lo ocurrido, cada gesto y palabra y esa mente que aún no lograba descifrar... Había cambiado el hecho de que esta noche dormiré deseando algo... deseando volver a verle cuando salga el sol.

CERRADO