Casa de Yu Zhang (Yu)

La voz procedente de la cabina del avión anunciando la llegada me saca del estado de duermevela en que había caído durante el vuelo. Pestañeo repetidamente despejándome la vista. Me incorporo ligeramente en el asiento y le muevo el hombro a Yu que parecía haber seguido mis pasos hacia el país de los sueños durante el viaje.

-Ya hemos llegado, eh, Yu, arriba. Tenemos que bajar del avión.

Abrí los ojos pesadamente después de haberlos mantenido horas cerrados intentando entrar en un sueño profundo que nunca conseguí. Entre esta noche y la anterior en las que apenas he podido dormir, tengo el sueño acumulado de los días y sin duda los nervios no ayudaban mucho a disminuir el cansancio. Me levanté de mi asiento mientras miraba el reloj que casi daba las una, seguramente pasamos más de cuatro horas de agotador viaje en el que apenas dirigimos palabra, ni ganas ni energía había para hacerlo.

Seguimos las largas colas de pasajeros despertando un poco las piernas, hasta llegar dentro del aeropuerto en busca de las maletas. - Bueno, el japo eres tú… así que ahora tú sabrás mejor que yo a donde ir a por el equipaje… - parecía que no había despertado de un humor precisamente agradable y es que solo este ambiente y este lugar alteran mi estado.

- Ya que queda poco para llegar y tenemos tiempo de sobra, creo que va siendo hora de que te diga algunos consejos… - le informé sentándome en un banco mientras veía las cintas con montones de maletas sobre ella. - No andes por la casa solo, ni por los pasillos ni por nada, intenta andar siempre detrás mía y no salir mucho de mi cuarto… Segundo, ni se te ocurra abrir una puerta o preguntar qué hay en cualquier habitación… Con mi padre procura no ser en exceso educado, si te ve más frío y maduro será mejor, pero no le gustan los niños demasiado educados que hasta llegan a falsos, compórtate sólo como un adulto… Y por último y más importante, ni se te ocurra hablar con nadie sin que esté yo delante, ¿vale?

Suspiré fastidiado. Yo tampoco es que esté de buen humor, ¿vale?

La noche anterior no había dormido casi nada, de ahí mi siestecita en el avión. Y por extraño que parezca no tuvo nada que ver con mi falta de sueño habitual, sino con cierto libro de chino básico que había criado polvo en mi estantería desde prácticamente comienzo de curso, particularmente tras mis pésimos intentos de construir una frase medianamente entendible aquella vez en el parque.

Indiqué con un gesto bago en una dirección y comenzamos a caminar.

-Claro, como tengo yo tanto interés en relacionarme con tus padres y soy una persona de lo más inmadura...-rodé los ojos irónicamente.- Haz el favor de calmarte y no tratarme como un crío. Sé comportarme, relájate, no necesitas ponerte tan tenso. En una semana estaremos de vuelta en la escuela y a kilómetros tanto de tus padres, como de los míos, que también están aquí en Japón.-resoplé con hastío y resignación.

Al localizar nuestras maletas corrí entre la multitud de gente para sacarlas rápido y arrastrarlas hasta donde estaba Kei. - ¿Y cómo quieres que me calme? - le pregunté con los nervios a flor de piel - te recuerdo que por primera voy a decirles que soy gay y por si no fuese poco decírselo de sopetón, encima les traigo a mi supuesta pareja… - que si no fuese porque íbamos a recurrir a la posición de la familia de Kei, en cuanto pusiésemos un pie en la casa estaríamos ya en la calle.

- Además no tengo ni idea de cómo reaccionaran… Puede darse el caso de que se enojen más o que nada de esto funcione y me quede aquí… ¿Cómo se supone que deberíamos de actuar? - normalmente una pareja era cariñosa entre sí pero espero que no tengamos que estar de coqueteo, eso acabaría por matarme pero si no lo hacíamos podría verse demasiado falso.

- O lo que más me preocupa… Al venir aquí aceptaste entrar en mi vida ¿lo sabías? Y no me refiero a la vida en el instituto, sino nuestra vida real fuera de ese refugio… Y estando en ella puede que tu percepción sobre mi cambie y descubras cómo es mi vida… - mantuve la cabeza gacha mirando hacia un lateral para evadir su mirada.

-Calmándote.-respondí con simpleza y sin complicaciones.- No es como si estar nervioso te fuera a solucionar nada, así que déjalo estar. Además no me irás a decir que ellos ni lo sospechan, ademas, aunque mi chino sea tan básico, entiendo alguna que otra palabra suelta.-comenté refiriéndome a la conversación mantenida con su padre el día anterior.- Y ahora más, pasé la noche...-un bostezo me interrumpió como corroborando mis palabras.- aprendiendo un par de lecciones básicas. Sé palabras sueltas, pero mi gramática es muy pobre... De todas formas, el plan empeorar no empeorará.- me encogí de hombros.- Pues veamos, no hace falta estar acaramelados ni nada de eso, basta con no separarnos el uno del otro y estar juntos. Si hablamos bajito entre nosotros lo acentuará... mmm... Cogernos de la mano también, pero no como es normal, no como amigos sino así.- le cogí la mano y le mostré cómo, en lugar de un simple apretón, entrelazaba mis dedos con los suyos y apretaba levemente antes de soltar. Necesitaríamos ambas manos para las maletas, aunque en mi caso sólo traje una pequeña dejando la mayoría en la escuela, Yu había tenido que traerlo todo por si acaso.- Respecto a lo otro, haberlo pensado tú antes de meterte en la mía.-repuse sin compasión. En realidad no tenía intención alguna de meterle demasiado en la mía, y no por mí precisamente...- Aún así, a mí no tiene por qué cambiarme nada, te conozco a ti, y es suficiente, cómo sea tu vida es algo aparte y con poca importancia en compración.-me encogí de hombro y salimos por la puerta del aeropuerto. Saqué el móvil para pedir un taxi.

Todo en mi interior dio un gran brinco y creo que hasta el estómago se me dio la vuelta cuando me cogió de la mano. Me congelé instantáneamente mirando a todo mi alrededor completamente abochornado. Podía sentir sus dedos largos y firmes entrelazarse con mi delicada mano en comparación con la suya, fuerte y de manos grandes. Intentaba recordar que sólo era algo ficticio pero no me esperaba que hiciese eso y menos en público, alrededor de tanta gente que podría vernos… Tampoco correspondía el gesto ya que sabía que no era uno que él hiciese porque quería, sino algo forzado. Cuando soltó mi mano me di cuenta de que ésta no paraba de temblar. Maldita sea, sólo me había cogido de la mano y otra vez conseguía provocarme los nervios ya tan comunes.

Aguardé un momento en silencio mientras hablaba por teléfono aprovechando para mirar un poco a nuestro alrededor cuando salíamos por las puertas del aeropuerto. Apenas recordaba ya la enorme ciudad que era, concurrida por todas partes por multitud de gente variopinta y los altos edificios que nos daban la bienvenida, con luces, carteles iluminados e incluso paneles que daban la información del día. Mirase a donde mirase, era una ciudad donde reinaba la tecnología y el avance. Aunque jamás admitiría ante nadie que todo esto me maravillaba, restándole la morriña que me produjo en su momento marcharme de mi hogar, realmente este lugar me encantaba.

En cuanto terminó Kei, volví a voltear a verle, aún asombrado por el paisaje para después contestarle. - Vale, quizás si lo sospechan… pero solo mi padre y todavía me es un gran enigma el cómo se enteró… - dudo mucho que hubiese sido por mi hermano, conociéndole él nunca habría comentado eso con nadie y menos con mi padre sabiendo como era él en esos temas… Y por sí solo me costaba creerlo, ya que su atención hacia nosotros no era tampoco demasiada.

- Idiota… me hubieses pedido que te ayudase - le reprendí proporcionándole un suave golpe en la cabeza - además no tienes de qué preocuparte, ellos hablan japonés y yo aunque no vaya a hablarlo, sigues teniendo el inglés para hablar conmigo - además tampoco me convenía mucho que entendiese el chino perfectamente por si en algún momento prefería que no se enterase de alguna parte de una conversación, lo que se digan entre ellos o cuando me hablen exclusivamente a mí en algún comentario mordaz.

Dejé aparte el último tema no queriendo comentar ya nada más sobre él, de todas formas no le haría cambiar de opinión ni le haría ver ese riesgo hasta que él mismo no viese a qué se debía. Aunque también creo conocer a Kei y me sorprendería si fuese a dejarse manipular tan fácilmente por lo que pueda escuchar o ver esta semana.

- Bueno… ya sé más o menos como tenemos que comportarnos pero ¿qué les digo cuando lleguemos? No sé si soltarlo de sopetón al presentarte vaya a ayudar o no… porque si te presento sólo como un amigo no les hará mucha gracia… Te lo juro, me dan miedo, a saber las cosas que… Tú mejor ve preparándote para cuando intenten putearme esa panda de locos, como si no fuese a pasar por suficiente marrón… En serio, no sé si podré soportar fingir mucho, ya sabes como soy y aunque sea de mentira… nunca he estado así con alguien, sería la primera vez y estaré de los nervios… - quizás si fuese con otra persona no me sería tan bochornosa esta situación, pero siendo Kei creo que lo empeoraba aún más… de no saber distinguir entre la realidad y la ficción.

-Al menos ya sé algo más que antes, no creo poder mantener una conversación fluida, pero sí en cierta medida. Y me da igual que hablen japonés, no andarán hablando siempre japonés para complacerme, y detesto ignorar cosas que me puedan concernir.-torcí el gesto.- Creo que es algo innato, no puedo evitarlo, sentirme ignorante me fastidia. Es una, si bien no la más importante, de las razones por la que desde pequeño aprendo toda clase de cosas. De todas maneras -se me iluminó un poco la mirada.- había olvidado las complicaciones que tenía el chino. Me gusta encontrar algo que me presenta dificultades para aprender.-esa era una de las razones por la que no le había despertado, junto al hecho de que no creí buena idea quitarle su última noche de sueño tranquilo antes de marchar. Pero esto último me lo guardaba.- Yo en cambio opino que el hecho de que te vean con alguien de una familia influyente ya les resultará interesante, después de todo sería una vía llegar a mis padres a través de ti. Creo que lo mejor sería primero presentarme como quien...- vacilé y dije con poco convencimiento y algo de amargura.- ... soy, para crear impresión, y luego ya decirles que salimos. Así primero ven mis ventajas, y luego las ventajas de tenerte a mi lado... Tampoco hace falta que finjas mucho.-le sonreí de lado mirándole directamente a la cara.- Sólo con sonrojarte como haces de forma habitual y que yo lleve un poco los hilos ya es bastante.-la parte de mí que rumiaba la posibilidad de gustarle a Yu se removió. Y lo que es más importante, ronroneó.

Era raro, muy raro… La primera persona que conozco a la que le gusta aprender y encima cuanto más difícil más aún. Asentí mirándole asombrado como quien no puede creer que sea verdad lo que este diciendo. - Tampoco sé que tiene el chino de complicado… - añadí con simpleza, además compartía algunas palabras con el japonés. Espero que por su curiosidad por aprender no haya alcanzado un nivel lo suficientemente bueno como para poder entender lo que oiga.

- ¡Eres un genio! - le elogié nada más escuchar su propuesta, no se me había ocurrida y así no podría salir mal. - ¿Sabes? Dicho así parezco… una zorra de lujo, de esas que se van con hombres ricos para que las mantengan… - creo que el parecer sobraba, realmente estaba haciéndome ver así.

Escuché con asombro su comentario… ¿Qué no fingiese? ¿Qué pretendía decir con eso? ¿Qué ya de por si lo parecía? Yo no estaba dando esa sensación, no quería darla, sería toda la vergüenza que resultase ser tan transparente ¿Y por qué ahora se me acerca tanto…? - ¡Yo no me sonrojo habitualmente! - me quejé contradiciendo a la vez mis propias palabras por mi estado. - ¿ Y cómo que tú llevarás los hilos…? - le pregunté con desconfianza - ¿pretendes que sea tu juguete? Que tú me veas uke no significa que nos tengan que controlar… Malditos semes que os creéis nuestros amos… - farfullé enojado metiendo las maletas en el maletero del taxi que había llegado.

Comencé a reír entre dientes mientras metía mi pequeña maleta en el maletero y entré por la puerta trasera indicándole que hiciera lo mismo.

-Te contradices.-volví a reír un poco por o bajo.- Pero me alegro de que ya parezcas más distendido.-añadí calmadamente.- Más vale enfadado que nervioso.

Entré con él en el interior del vehículo sonriendo discretamente porque aún después de todo había conseguido relajarme, no sabía como lo hacía pero antes de que me diese cuenta, lo había vuelto a hacer.

Después de darle la dirección al conductor estuvimos un largo tiempo en silencio en lo que nos aproximábamos a nuestro destino. Mientras procuraba disfrutar del paisaje sin nada más que decir.

- Llegamos… - nos interrumpió el conductor, tan ausente estaba que no me había fijado de que habíamos llegado ya a mi calle ni en que el tiempo había transcurrido tan tremendamente rápido. Efectivamente unas casas más arriba se encontraba la mía. Le extendí el dinero que marcaba el contador al taxista para bajar del auto junto a Kei y retirar el equipaje. - Bien… es esa de ahí - le señalé una de las casas a unos metros nuestro, era un simple hogar sin mayores lujos ni de grandes proporciones, las dos plantas suficientes para vivir bien y con suficiente espacio personal y un pequeño jardín en la entrada, nada fuera de lo común entre todas las casas un poco alejadas del centro.

Empecé a caminar esperando que Kei me siguiese recobrando un poco de los nervios anteriores. Me detuve frente a la verja unos momentos a tomar aire - ¿preparado? - le pregunté sintiendo que más bien lo hacía a mí mismo que a Kei, antes de pulsar el timbre.

Eché un vistazo al a casa según bajaba del taxi, agradablemente modesta. Bonita con su jardín. Quién diría que más allá de la puerta se desarrollaba tanta tensión. Cargué con mi pequeña maleta y seguí a Yu hacia la entrada.

-Sin problemas, eres tú quien se preocupa demasiado. Todo irá bien, prepárate para tu papel, ¡ah!-recien recordando, me até la sudadera que llevaba en una mano a la cintura y pasé la maleta a la otra, dejando una mano libre con la que así la de Yu entrelazando nuestros dedos, esta vez para no soltarla.- Mejor empecemos ya, ¿no? Ahora vamos, tienes que presentarles a tus padres a su nuevo ahijado. -sonreí sin mostrar ninguna preocupación.

Asentí correspondiéndole el gesto, aunque esta vez esperaba más su acción no evitó que un ligero rubor se me hiciese presente y aumentase antes su comentario. Pronto mi mirada fue desviada de él hacia el porterillo donde una voz empezaba a emitirse. - ¿Quién es? - preguntó la misma voz grave de ayer, aunque esta vez en japonés lógicamente, pues ni siquiera llegué a darle un respuesta directa a si hoy vendría, aunque supongo que él lo tendría más que claro.

- Soy yo - contesté sin volver a recibir ninguna respuesta de su parte, tan solo el sonido que indicaba que el cerrojo había sido abierto. Me ayudé con la mano que teníamos juntas a golpear la reja hasta abrirla de un golpe y encaminarnos hacia el interior, adentrándonos en el pequeño jardín que daba la entrada hasta llegar hasta la puerta principal de la casa, aguardando que ésta fuese abierta.

El enorme portón de madera se abrió revelando a un hombre de unos cuarenta y algo, ojos y cabello azabaches, elegantemente vestido como para estar en su propia casa y expresión seria. Pude notar como en un principio sólo tenía intención de abrir la puerta y dar media vuelta aunque supongo que un detalle le hizo desistir de su inicial plan.

- ¿Quién es él? - preguntó con un pequeño deje de enojo que nadie podría haber percibido en su voz, pero que había conseguido distinguirlos sin dificultad aunque se disimulasen bajo la indiferencia.

Supuse que la única opción correcta para no hacerle enfurecer era la que sugirió Kei en un principio, empezar haciéndole saber quién era. - Yukimura Kei… el hijo del dirigente de una cadena de bancos y de la diseñadora de la línea Anzai - su mirada estudió minuciosamente de arriba a bajo a Kei, extendiendo una macabra sonrisa en su rostro y tendiéndole la mano.

- Un gusto. Soy Liang Zhang - noté como misteriosamente su desquicio de enfado había sido aplacado, como había predicho Kei, había funcionado. - Si no os importa, dejemos la charla para después… Lixue aún no llega, así prepara algo de comer - me ordenó obviamente dirigiéndose a mí, con quien al parecer ese tono no se había ido aún. Suspiré con fastidio mientras me adentraba a la casa dejando las maletas en la entrada. Nada más poner un pie en la casa y ya me estaba dando trabajo.

- Vamos, luego dejamos eso en la habitación - le dije a Kei dejando todo al lado de las escaleras, invitándole a pasar a la cocina.

Examiné su rostro y expresión de manera cauta y recatada, de forma que no me encontrase insolente. Era una buena señal que se dirigiese a mí en mi idioma natal, me daba cierta cancha sobre el terreno a la hora de decidir el límite de autoridad que debía mostrar. Podía ejercer cierta fuerza sin problemas, aunque preferí no propasarme por el riesgo de abusar de mi suerte. Mi rostro permaneció serio y formal mientras contestaba cortesmente a la bienvenida.

-Igualmente, señor Zhang, es un placer visitarlo.-pronuncié lo más perfectamente que pude en chino. Las presentaciones las practiqué para decirlas sin problemas y con la entonación pretendida, los problemas me surgían ante conversaciones más complicadas. Mi saludo al pasar por el umbral fue un breve gesto con la cabeza, sin llegar a bajarla apenas para que no pareciese que la agachaba ante él: pongamos límites, educado ya que estaba en su casa, pero moderando la condescendencia, soy alguien de gerarquía alta. Tras tantos años observando de lejos las actitudes de socios de mi padre adecué cuanto pude mi actuación. Apreté la mano de Yu mientras caminaba al lado de éste, sin quedarme atrás pero sin pasar adelante, en el mismo paso, y me agaché hacia él en señal de confianza pero sin moderar del todo el tono de voz para evitar posibles molestias por parte del mayor por privarle intencionadamente de una conversación que se producía en su presencia.- ¿Qué haremos? Te advierto que para mi desgracia la cocina no entró nunca en mis intereses.-era agradable volver al cómodo inglés.

Ya que no era una casa especialmente enorme, después del pequeño pasillo llegamos a la cocina, ésta sí un poco más espaciosa. Intenté ignorar su apretón sobre mi mano y los nervios me invadieron cuando se acercó hacía a mí sabiendo que mi padre nos observaba. Intenté mantener la normalidad para contestarle. - ¿Haremos? Más bien, haré. Eres mi invitado así que tú siéntate y déjame el resto a mí… - le guié tomándole de los hombros hasta una de las sillas en compañía de mi padre. - Sé cocinar, como debería de saber una buena pareja para complacerte, my Honey - le informé socarronamente guiñándole un ojo mientras le llamaba de ese modo para que el juego fuese más divertido, ya que en circunstancias normales habría acabado con un buen golpe si le hubiese llamado así, por lo que más me valía aprovechar que podía ahora.

Gracias a que la cocina tenía su propio comedor, no tendría que dejarle solo y podríamos hablar mientras con mi padre mientras preparaba algo. Empecé a rebuscar entre los cajones algo de fideos, normalmente hubiese rechistado nada más oír su orden de prepararle algo de comer y le hubiese dicho que se lo pidiese a la idiota que seguramente estaría ahora en su habitación pero… había dos motivos por los que había preferido no hacerlo. Uno, tenía hambre y supongo que Kei también y no quería que nos quedásemos sin comer; y dos, no tenía ganas de que viniese aquí.

- Bueno, ¿y a qué debo tu visita? - preguntó mi padre después de un largo mutismo mientras yo seguía preparando algo de comer.

- Verás, Kei también estudia en el mismo instituto y somos compañeros de clase, él es quien me está ayudando… - intenté explicarle rápidamente debido a los nervios.

- No te he preguntado a ti, sino a Kei - me interrumpió lanzándome una helada mirada y volviendo a ver a a persona de la que sí esperaba la respuesta.

Sonreí de lado ante el apodo con cierto aire socarrón. Dicho en serio habría resultado excesivo, pero con esa entonación semi-bromista quedaba perfecto, confianza entre ambos. Ante su negativa a ayudar (y secretamente lo agradecí porque no era cosa de incendiar la casa de mis "suegros") me senté obedientemente en una silla a la mesa del comedor cerca de la encimera, con la espalda recta pero relajada.

Escuché el breve intercambio ocultando mi molestia ante el tono y trato que dispensaba su padre. Un padre no debería comportarse así con su hijo, y su forma de hacerlo me recordaba desagradablemente a la mi propio padre. Tragué hacia dentro mis propios recuerdos y los sentimientos que por lo general iban dirigidos a mi padre recordándome que no era él.

-Yu y yo tenemos habitaciones paralelas y algunas clases comunes, por lo que nos hemos estado llevando... bastante bien.-vacilé convincentemente ante la última parte, fingiendo una levísima dosis de vergüenza y renuencia que muestran los novios ante la idea de admitirlo ante los padres. Esperé que atrapase la insinuación "inintencionada".- Pero pensé que estaría bien visitarlo en su hogar y conocer a su familia, ya que nos resultará difícil mantener el contacto a tanta distancia cuando terminen las vacaciones y yo tenga que volver al instituto.-inbuí mis palabras con un suave disgusto mal disimulado y la bien intercalada alusión al distanciamiento si Yu volvía a casa.

- Bueno, ese es un tema que aún tengo que hablar con él - contestó mi padre como si yo ni estuviese y por ignorarme le saqué la lengua aprovechando que estaba de espaldas y no podría verme. - Es un honor que quisiese venir hasta aquí para conocernos, eso demuestra que debió de hablarte muy bien de nosotros - dudo mucho que eso fuese en serio, ¿a quién pretendía engañar con esa mentira piadosa? - Lamento el que vuestra relación pueda verse perjudicada pero hijo, no puedo hacer que por una simple amistad toda una familia se vea perjudicada… - no paraba de hacer muecas según seguía hablando y es más, repito… ¿es que creía que Kei se la iba a tragar? - Hay unos intereses familiares y se tienen que tomar unas decisiones que pueden perjudicar algunas cosas pero se hace lo mejor que se puede. Por ahora la mejor solución es que él vuelva y debe de acostumbrarse a los cambios… Aunque no me gustaría andarme con rodeos. El que sigáis manteniendo el contacto no beneficia a nadie - oh, genial, ahora no soy nadie… mejor me quedo calladito y que hable Kei con él porque yo acabaría de los nervios - cuando terminéis el instituto quizás ni os veáis… Así que ¿por qué no me dices cómo de bien os lleváis? - maldito manipulador, ya empezaba a mover hilos interesado hasta dónde podría llegar yo hasta Kei, después a sus padres y sucesivamente hasta que él llegase a los de Kei… Eso pintaba bien.

Escuché atentamente, con cara de disgusto ante su ovbiamente aparente renuencia a dejar a Yu estar conmigo, mientras sonreía interiormente. Todo iba a la perfección. Pero no era buena idea precipitarlo todo en la primera charla, mejor darle un pequeño plazo de alguna que otra hora para que considerase las ventajas y ponerle en ascuas. Cuanto más tiempo tuviera para rumiarlo, más ansioso estaría.

-En realidad, Yu apenas habla de la vida fuera del instituto, se esfuerza mucho últimamente, sobretodo desde que estudiamos juntos.-mi voz sonó falsamente halagadora hacia Yu, tal como deseaba, que su padre viese las ganas que tenía de que Yu se quedase y se diera cuenta de que maquillaba la verdad.- De hecho ha mejorado mucho desde que llegué, para mi desgracia empecé las clases algo tarde, ya sabe, cosas de negocios, por lo que no pude ayudarle a principio de curso y de ahí que le costase recuperarse.-me hice el inocente como si realmente no supiese el interés que el hombre tenía por esos negocios.- Fue así que pasamos tanto tiempo juntos, y... bueno, bien, sí, nos llevamos... muy bien...-titubeos perfectamente calculados, habiendo pasado al inglés casi al principio para que denotase nervios (ni mencionar que me resultaba mucho más difícil fingir en otro idioma), aunque con firmeza latente. Dejando la frase en suspense miré a Yu, en una aparente mirada de socorro que en realidad le transmitía el mensage: "suelta el bombazo, es el momento".

No pude apartar la mirada de Kei durante su discurso, tan interesado en la charla que había olvidado lo que estaba haciendo y es que así como lo decía hasta me lo creía yo y eso que sabía mejor que nadie que mis esfuerzos no se igualaban a los que decía. Asentí a su mirada descifrándola al instante, ya que hasta ahora me había mantenido al margen de la conversación.

- Somos novios - informé lo suficientemente alto y claro como para que se clavase bien en su estúpida cabeza. De repente se hizo un inmutable silencio mientras la expresión invariable de mi padre es mantenía seria, seguramente analizaba la situación y el asco que le produciría. - Ya sabes que en ese instituto hay muchas familias influyentes - rompí el silencio en esta ocasión en mi idioma para hacerle entender de que sería una conversación privada y no quería que Kei se enterase - sé que con esto no me vas a perdonar pero al menos intento ayudarte por una vez y busqué alguien con quien tus negocios pudiesen verse favorecidos, ya que si no puedo ayudarte con los estudios… quizás de esta forma si lo haga. Me he acercado a Kei lo suficiente como para que no quiera dejarme marchar. A él también le interesa expandir sus negocios y buscar a alguien bueno con quien casarse, así que intento darle eso. Y dudo mucho que encuentres alguien mejor que él con quien relacionarme… - hablaba mientras terminaba de preparar una simple comida y servirla en dos platos. Me dirigí hasta la mesa donde le acerqué uno a mi padre y el otro no dejé a mi lado, aún sin tomar asiento, pues después de la conversación prefería que subiésemos a mi cuarto y comer tranquilos.

- Aún es muy precipitado - habló finalmente después de un largo momento de reflexión, de nuevo en inglés - tengo que pensarlo, así que mientras tanto puedes quedarte aquí y ya seguiremos hablando de esto - finalizó su conclusión empezando a comer, finalmente habíamos conseguido el primer paso. Le sonreí a Kei agradeciéndole todo lo que estaba haciendo.

"Bingo"

Perfecto, todo iba según lo planeado. Escruté su expresión mientras finfía seguir con interés los movimientos de la mano de Yu mientras trajinaba en la cocina. Miré de uno a otro con cara inocentemente desconcertada y con aparente concentración para descifrar lo que decían. Entendía con bastante acierto lo que Yu decía, pero convenía mostrarme más ignorante de lo que era, facilitaría que escuchase lo que dijese el padre sin que éste supiese que le entendía prácticamente a la perfección.

-Le agradezco su hospitalidad.-me dirigí a él en inglés.- De todas formas tengo hasta el final de las vacaciones, mis padres prefieren que pase las vacaciones estudiando para ser apto, por lo que no me echarán en falta en casa.

Me levanté y me puse a la derecha de Yu siguiéndole a donde fuera.

Salí de la cocina junto a Kei con un plato y dos pares de palillos en la mano. - Vamos a subir esto a la habitación - le sugerí señalándole las maletas que descansaba al lado de las escaleras. - Por cierto... no vayas a pensar que es cierto que me acerqué a ti sólo por el dinero - volteé a verle seriamente queriendo aclarárselo para que no piense cosas que no son - que el dinero no lo es todo, también me fijé en el físico... - añadí bromeando aunque con parte de verdad, ya que por muy rico que alguien fuese... si te producía asco verlo como que no, si está bueno mejor que mejor.

Con un poco de esfuerzo conseguimos subirlo todo y le dirigí por el pequeño pero iluminado pasillo por la luz que entraba desde la calle. Abrí la puerta de mi habitación, que era la del medio de las tres continuas a un extremo de las escaleras, pues al otro se encontraba la amplia de mis padres. Le invité a pasar al espacioso interior, ya que era la más grande de estas tres y la única con cuarto de baño propio.

Miré un poco a mi alrededor encontrándome todo como estaba, incluso parecía estar más tranquilo. La cama estilo tatami en el centro de la habitación bajo una gran alfombra de aspecto suave que cubría prácticamente todo. Una decoración minimalista con juegos de colores oscuros y tonalidades rojas, con pequeños detalles en blanco, dando una sensación bastante elegante, incluso romántica por los rojizos. La larga mesa que ocupaba toda la extensión de la pared frente a la cama, seguía desordenada por lo que podría apreciarse que no se había tocado nada de ella desde que me fui, pues todos los libros y dibujos estaban alborotados.

Me acerqué hasta la puerta del cuarto de baño, tras cerrar a nuestras espaldas la del dormitorio, para hacer lo mismo con ésta ya que se encontraba un poco abierta y esconder su interior. - Será mejor que no entres a este baño - le advertí sonriéndole como si no fuese algo importante para que pensase que se debía a alguna avería o algo por el estilo y no porque la vista de su interior no sería muy agradable. - Comamos algo, estoy hambriento… - sugerí cogiendo de nuevo el plato y llevándolo a la cama, donde me senté a lo indio con el plato sobre las sábanas esperando a que Kei hiciese lo mismo. Empecé a comer pues me aseguré de echar bastante en el plato como para comer los dos del mismo. - No es gran cosa pero… otro día te prepararé algo más elaborado ¡Ya sé! Tengo que hacerte una receta de arroz con ostras aunque no te recomiendo comerlo de noche… - ya que las ostras eran un potente afrodisíaco y por mucho autocontrol que se tuviese, el calor que después entraba no te lo quitaba nadie y no era agradable tener que aguantarlo.

-¿Y mi impresionante nivel académico o mi habilidad en las artes marciales tampoco tuvieron nada que ver?-añadí siguiédole la broma. Yu parecía de mucho mejor humor ahora, lo que era un alivio. ¿Quién aguantaría al Yu nervioso más de una hora? Alguien que tuviese mucha más paciencia que yo al menos. Cargué mi maleta sin esfuerzos y le quité la suya de la mano según comenzaba a andar no fuera a caérsele la comida. Al llegar a la habitación dirigí una mirada apreciativa a la habitación.- Es muy distinta a la mía, pero me gusta.- Ignoré el comentario, como si yo tuviese algún interés en investigar los lavabos.- ¿Tú, hambriento?- repuse sarcástico.- ¿Quién eres y que has hecho con el Yu anoréxico de siempre?-pregunté mientras me sentaba a su lado despreocupadamente.- Está bien, me gusta la comida india, aunque el picante no tanto. Pero el curry sí, más acompañado de arroz. Y las ostras... vieiras, ¿las conoces? Son parecidas a la ostras, aunque no son iguales. Saben muy bien gratinadas.... y no, de verdad que no sé cocinar, las hacía la cocinera.

- ¿Cómo de distinta? - pregunté con la boca llena sin poder esperar a preguntarlo. - Te odio… - fingí enojo por su sarcástico comentario - te he repetido mil veces que no soy anoréxico, que es proporcional… Tú me ganas en tamaño así que obviamente tienes que comer más que yo, pero conste que sólo en corpulencia me ganas y no en otras cosas - dejé un momento de comer para mirar disimuladamente mis manos y desviar mi vista a las suyas repetidamente… espero que la regla de proporciones de las manos no fuese real.

- No tengo idea de nombres, sólo sé cocinar algunos platos pero nada de tecnicismos… Y desde luego que debías de aburrirte mucho que hasta de cocina leías y que tenéis pasta, malditos feudales que hasta os hacen la comida… Pues deberías de aprender a cocinar… en nuestro aniversario quiero que me prepares una cena sorpresa hecha por ti y como no lo hagas, me divorciaré - le amenacé dejando bien claro que no daría brazo a torcer pero seguramente me quedaría sin mi cena, aunque me hacía ilusión que cocinase algo para mí, sería curioso de ver. - Y de postre quiero fresas con nata y chocolate - concluí caprichoso.

-Sí que eres anorexico, comer tan poco no puede ser sano, a la larga te hará daño.-defendí mi opinión.- Incluso para tu tamaño estás flaco. Y te repito que no sé de cocina, la cocinera lo llamaba así.- le rebatí.- Y quien sabe... dependerá de si en algún momento me interesa... Y oye, ¿aniversario de qué? Mira, tal vez cuando consigas dejar de fumar del todo. Pero no me gustan las fresas con nata. Respecto a mi habitación... bueno, es un poco más grande, y está en un primer piso, porque mi casa solo tiene un piso. Está en el ala este, dando al jardín... Y los colores son distintos, más oscuros. Los muebles son todos de madera, y mi cama es occidental, igual que el escritorio. Pero la mayor diferencia es que todas las paredes están llenas de estanterías.

Intenté imaginar en mi cabeza la imagen que me describía - me gustaría verla… - admití aunque sabía que tal cosa sería bastante difícil.

- Anoréxico sería si me viese gordo y no es el caso. ¿Y qué daño puede hacerme eso? Si desde que estaba dentro del feto estoy acostumbrado a comer menos de lo común ya que me quitaban la mitad de mi comida… Aunque por ser tú… te doy a elegir. Tenemos a Yu flaco, con unos kilitos más, gordo, también de pequeño, por si te va la pederastia - me incorporé un poco sobre la cama para alcanzar la fotografías de la estantería de arriba e ir tirándolas sobre el colchón sin cuidado para que las viese una a una según seguía enumerando, empezando por una en la que apenas tenía seis años y se mostraba un niño que parecía estar pasándolo muy bien por su expresión - en la adolescencia, de mayor lo tenemos agotado pero tienes para elegir de rubio, pelo negro, castaño, pelirrojo, ojos negros, azules, rojos, terriblemente uke, en su versión masculina seme o de mujer… - mierda, esa fotografía se me escapo, pero demasiado tarde, ya se la había tirada como para rectificar y mira que la tenía bien escondida para evitar risas de los demás pero es que... cuando a uno le gusta hacer fotografías y se aburre puede darle por hacer cualquier cosa que se le ocurra - Claro que después puedes elegir personalidad, manías, gustos, como que no fume, coma más, estudie… Así que ¿qué te parece pedirme a la carta y así ya seré perfecto? - pregunté volviendo a sentarme en mi sitio y ver como me había pasado con las fotografías pues todo estaba inundado de ellas, pero si es que quería corregir todos mis defectos… ya sólo faltaba que hiciese un pedido con todo eso, aunque bueno… no me vendría mal algunas opiniones suyas para mejorar o como según él me vería mejor.

- Aniversario de nada, era broma, hombre… - le resté importancia al dato ignorando su mención sobre el tabaco… No había día que no me recordase mi alimentación y mi vicio.- ¿Cómo no te pueden gustar las fresas con nada? Si son perfectas para jugar… - añadí como si la función fundamental de las fresas fuesen para eso, pero es que la verdad deberían de ayudar mucho y tomadas de esa forma debería de saber bien… - Pero, ¿qué me darás cuando deje de fumar completamente? ¿La cena o el postre? - oiga, no mal pensar... me refería a las fresas, ya que eso no tendría que cocinarlo.

-Solo estaba preocupado.-afirmé, bastante ofendido. No me gustaría que cambiase para ser lo que yo quisiese, estaba bien tan gritón, tan inocente, tan bipolar, tan... Yu. Mierda. Volvamos a la realidad.- Te hará daño.- en ese momento deseé volver atrás y borrarlo, no suelo preocuparme tanto, o más bien no abiertamente... Distraídamente comencé a mirar las fotos deteniéndome en cada una, pero finalmente levanté la vista, ¿por qué mirar simples imágenes teniendo delante al original?- Y no me gusta jugar.- en realidad es que no sabía, nunca he jugado, no tenía nadie con quien hacerlo y dedicaba mi tiempo a otras cosas.- Te preparo una tarta.-entoné irónicamente.- Pero esperaré sentado. Las fresas suelo comerlas con azucar... y con Trina, conoces lo que es el Trina?