Casa de Yu Zhang (Yu)

Sabía que no tardaría en corresponderme y esta vez con más pasión, devolviéndome el desenfreno que yo entregaba entre besos y caricias. Cada vez más arriba, más abajo, a ambos lados, más abajo, al borde del elástico sin llegar a territorios prohibidos pero aplacando, en parte, el deseo de tocar al menos todo lo que pudiese. Sabía que eso le prendía aún más, ya que cada vez que las caricias eran más cercanas e íntimas, sus manos parecían responder a su placer y sus besos más efusivos.

Temblaba sentado sobre él al sentir sus dedos descender por toda mi espalda, una caricia que en otras circunstancias podría parecer inocente pero que ahora sólo conseguía que cierto hormigueo cerca de mi estómago latiese con más fuerza.

Mi inexperiencia no ayudaba mucho, si bien empezaba a controlar mejor los besos, ya que me esmeré en tomar nota para aprender rápido, y saber cómo y hacia dónde dirigir los movimientos (aunque prefería dejarme a su merced y que él me guiase con sus acciones), en parte era adorablemente odiosa ya que era la primera vez que hacía esto o algo mínimamente parecido y… la experiencia hace el control, la inexperiencia el descontrol, como el de las hormonas que parecían pelearse por salir.

Mi cuerpo entero ardía hasta doler y estaría a punto de perder el conocimiento de un momento a otro por el exceso de sangre en la cabeza, si antes no sufro una hemorragia nasal o la sangre se iba a otro lugar… ¿Razón? Este nuevo juego de lenguas por el cual empezaba a pensarme seriamente de dónde habría sacado esto (que lo había visto en una película porno, ¿o qué?) Aunque si era así… bendita película educativa.

Al principio me negaba a cooperar al no saber a dónde dirigía mi lengua, ya que no sabía para que la quería sacarla al exterior pero pronto entendí su propósito y me ruboricé al sentir sus caricias por toda ella, pero sin quedarme atrás empecé a moverla a su ritmo en las mismas caricias. Este nuevo juego era mucho más fogoso aunque pronto me cansé de él y volvimos a la lucha interna, en la que empezaba a oponer un poco más de resistencia queriendo también yo adentrarme en su boca, aunque al final siempre acababa ganando él y yo que no me podía negar a sus caprichos. Otra vez será… si es que volvía a haber otra como estas.

Ese fue un gran motivo para que mi cabeza empezase a ausentarse un poco y empezar a dar vueltas, aún más al sentir como se había detenido y aunque su boca seguía a escasa distancia de la mía, casi con nuestros labios aún rozándose, sabía que esta vez sí que se había terminado o al menos así parecía proponerse él, lograrlo ya es otra cosa. Y efectivamente sus palabras anunciaban el final. Bufé por impulso, girando levemente mi rostro, dando a ver un poco del “enojo” que me producía terminar aunque lo escondía haciendo ver que era por su comentario - yo no te provoco… - me defendía realmente bajito, ya que me sentía cohibido de hablar después de tanto tiempo de silencio, aunque con razón ya que me boca estaba siendo ocupada de otro modo.

Aunque de nuevo volvía a preguntármelo… ¿habría otra vez? No sé como él reaccionara a partir de ahora, aunque ya una vez nos hubiésemos besado esta vez ha sido diferente, habíamos llegado a más y sabía mientras lo hacía lo que yo sentí y aún así me deje besar hasta perder la cuenta. Una vez más… dudaba tener esa oportunidad, de volver a tenerlo como lo tengo ahora. Acabará arrepintiéndose y evitando que vuelva a pasar.

- Pues entonces no respondas... ¿Quieres seguir? - musité al fin viendo fijamente los ojos cristalinos posados sobre los míos, tomando la decisión que creía más correcta, de la que creía arrepentirme menos después. - No me importa hacerlo… - le informé quedadamente porque no era algo fácil de decir pero aún menos de controlar y mi corazón anhelaba porque él fuese el primero que amé con todas mis fuerzas. Porque no podía dejar pasar la ocasión, no me importaba que luego se arrepintiese si al menos pude estar así por una vez, si al menos pude entregarle algo especial para mí, si al menos pudiese sentir que en cierta forma le pertenezco.

Sonreí mientras mi respiración finalmente se normalizaba y me recorría el cuerpo un agradable sentimiento de relajación. En este momento las dudas y confusiones que habían surgido con el primer beso no se habían presentado, al menos no aún. Lo que mi corazón poco acostumbrado a este tipo de sentimientos había encontrado tan complicado de entender, mi cuerpo lo había comprendido con una asombrosa rapidez. Me gustaba Yu. Me gustaba mucho Yu.

Negué con la cabeza, y mi mirada se opacó un único momento, la tristeza se mezclaba con un sentimiento muy parecido a la dulzura, y esta primera se ocultó enseguida antes de contestar, aún con una sonrisa suave.

-No, no quiero.-contesté.- Aunque no te importe... las cosas no son así. No está bien simplemente ir adelante y tirarlo todo al aire. La primera vez... es especial.-un gesto de dolor cruzó mi rostro tan rápido que yo mismo dudé si no habría ocurrido solo en mi mente.- No se hace así. Aún así, no quedo con las manos vacías, ¿verdad?-un pequeño chispazo divertido y casi que alegre iluminó momentáneamente mi mirada antes de responder mi pregunta por mí mismo.- He sido... el primero en besarte. ¡Y...!-añadí aparte, separando ambos momentos.- El primero al que has besado, ¿o no?

Mi corazón dolía. Estaba cerrando la posibilidad de llegar a más con Yu aunque no lo dijera directamente. Era hora de que, ahora que había comprendido que me gustaba, encerrara el secreto a fondo, tras la capa de hielo. No debería doler tanto hacerlo. Me gustaba Yu, sí, punto. Esa frase debía quedar encerrada. No era para tanto, a las personas a lo largo de su vida les pasa muchas veces, encuentran otras personas que les gustan. Era común. Pero entonces... ¿por qué dolía tanto?

A pesar de todo sabía a qué atenerme, no podía dejar que el hecho de que Yu me gustase influyese en mis razonamientos. Más valía pensar en él simplemente como el amigo que es. Y cuidar de que él no cruce tampoco la línea a nada más serio. Porque sabía que yo le gustaba a Yu, pero no era una opción factible. Porque, sencillamente, eso sólo traería dolor, más del que conllevaba encerrar esa frase tras la pared de hielo, para mí... y para él.

Yo aún me encontraba echado sobre él, muy cómodamente. Me incorporé levemente, reticente a alejarme demasiado pese a todo, y tiré de él moviéndolo sin esfuerzo hasta tumbarlo correctamente en la cama. Me permití el capricho de, de todas formas, no romper la cercanía entre él y yo tampoco ahora, manteniéndolo en un abrazo.

Suspiré disimuladamente al escuchar su respuesta, no es que me supusiese una carga hacerlo con él y menos que no quisiese, pero me asustaba mucho y sabía que dolería. Aunque de todas formas, su respuesta dolió un poco de por sí, ya que sentía que me rechazaba aunque mi lógica me decía que no era así.

Además, como siempre, conseguí llevar la razón en todo lo que decía y es que sabía que no era correcto, aunque no sintiese que estaba tirando nada y menos aún que dejaría de ser especial, para mí siempre cualquier cosa con él sería especial.

Sonreí sin una pizca de nerviosismo, ya que escucharle hablar en voz bajita y animada, me tranquilizaba y me dejaba contagiar por su regodeo. Asentí con un ligero movimiento de cabeza dándole la razón en que había sido el primero en ambos casos, sólo que seguía preguntándome por qué fue que él correspondió, si fue sólo por pasión o qué significaba esto para los dos.

Me acurruqué dentro de su abrazo en silencio y compartiendo el mismo calor bajo las sábanas, mientras no podía parar de mirarle lo que la escasa iluminación me permitía, lo que favorecía, al no tener que ocultarlo, que mi mirada fuese más intensa y fija sobre sus ojos que desprendían un destello del que nunca antes me había fijado, como si brillasen con luz propia y su rostro envidioso, al perder todo el protagonismo frente a sus penetrantes ojos, se hubiese congelado como escarcha.

- Oye… - le llamé flojito, aunque sabía que no dormía, no quería parecer indiscreto y creía poder conocer algunas que otra respuesta a las preguntas que rondaban en mi cabeza - aquella vez… ¿por qué me besaste? - hice referencia a la noche anterior, en la que a la mañana siguiente actuamos como si no hubiese ocurrido nada y a que ahora podía atreverme a preguntar, ya que él había mencionado que fue el primero en besarme, así que sentía que ese hecho dejó de ser un tabú como para no hablarlo - esto… no cambia nada, ¿verdad? - pregunté asustado sin querer que supiese que no era porque nuestra amistad se tambalease, sino porque no fuese a cambiar, por no arriesgarnos a dar un paso más.

Me alivió observar que evidentemente Yu no había notado nada raro en mi comportamiento. Ignorando lo que mi mente lo ordenaba, una parte de mí estaba exultante ante la reciente salida de control, y supongo que mi cuerpo reflejaba parcialmente esa emoción.

Medité un momento sobre lo que contestarle. Finalmente la respuesta fluyó de mis labios ambiguamente.

-Quién sabe...- tampoco podía estar seguro, ahora sabía que Yu me gustaba, ¿me gustaba ya entonces? No lo sé. Le acaricié cerca de las orejas, enredando las manos en su pelo e induciéndole cuidadosamente una relajación que le llevase al sueño. Mi voz sonaba también arrullante, como una nana de cuna, esperando que Yu se durmiese y el sol de la mañana me devolviese esa capa de indiferencia que la Luna parecía quitarme cada noche.- Nada va a cambiar, salvo que tu hermana, si está aún despierta y en su habitación-me pareció que dormía en una habitación al lado.- habrá quedado convencida de nuestra historia, porque la cama a chirriado de lo lindo, y seguro que se oyó en la habitación de al lado.-murmuré con un tono divertido y relajado al final. Terminé con el tono ligero de la broma para que la conversación, que terminaría pronto si conseguía mi objetivo de darle sueño a Yu funcionaba.- Quizá así se rinda conmigo. Es muy molesto cuando una chica se te encapricha.

Ronroneé inconscientemente moviéndome en busca de más de ese contacto que se sentía tan bien y me hacía cerrar los ojos para disfrutarlo aún más, sin apenas tomar en cuenta su contestación aunque tampoco tenía ganas de pensar más en ello.

Me entró una pequeña y silenciosa risa al escuchar su comentario que me pareció divertido de imaginar, tanto el ruido que pudimos haber hecho como la cara que habría puesto mi hermana - uhm… - mascullé negándose mi boca a emitir cualquier otro sonido - como para no oír nada… - hablé con dificultad - pero no creo que eso baste… Esto le habrá puesto más celosa y esta vez con motivos - ya que antes no había ningún otro tipo de relación entre nosotros más que amigos y aunque ahora tampoco, al menos con cierto derecho a roce ¿no?

- Seguro que no va a querer que me salga con la mía y me temo que saber que estoy contigo, la encapricha más, es demasiado orgullosa… Y pensar que yo antes era como ella, aunque bueno… todavía lo soy un poquito, no me gusta que me quiten lo que es mío - le informé sin recato en ocultar le estaba catalogando de mi propiedad, dando a ver también mi avaricia.

- Aunque si quieres puedo ponerla aún más envidiosa… se me da bien fingir sonidos y con mover un poco la cama y hacerla golpear contra la pared… - dejé caer la sugerencia con el mismo tono divertido para burlarme de ella y regocijarme, sin poder evitar que otra risa se me escapara, mostrándole que no ella no era la única partícipe de esta batalla entre dos.

-Bueno, hazte cargo de mí entonces, ¿no? No sea que me vaya a robar.-dije con tono irónicamente jocoso. Bostecé despacio sin abrir mucho la boca, una técnica sencilla de transmisión del sueño. Ya poco.- Mejor no, ya la hemos traumatizado bastante por una noche, tal vez la próxima, ¿no?-reí muy suavemente.- Y ya tengo sueño...-no era cierto, no suelo tener sueño, pero era tarde y no convenía dormir demasiado poco.

- Eso hago - le rebatí sin añadir nada más al respecto para poder descansar un rato al fin. - Bien, te tomo la palabra, mañana… y ahora a dormir - claro que antes de eso faltaba algo… Me acurruqué mejor entre su abrazo quedando un poco más cerca para poder verle directamente a los ojos cuando alzase la vista.

Ya en silencio le miraba deseando un beso de buenas noches, que tan familiar se me empezaba a hacer, pero esta vez de su parte. Pronto desistí al no notar ningún indicio de colaboración de su parte, aunque era obvio lo que deseaba… pero no contento con eso, fui yo el que se acercó la escasa distancia que nos separaba, con los labios separados dispuesto a morder entre ellos los contrarios iniciando un pequeño y corto juego entre ellos. - Buenas noches… - susurré confidencialmente sobre su boca, aún sin alejarme ni un poco.

Noté como se acomodaba y sentí su mirada un buen rato, quedandome quieto como si realmente estuviese durmiéndome. Sentí también sus labios sobre los míos, pero resuelto a hacerme el dormido me hice permanecer quieto. Pestañeé un momento cuando cesó, mirándole por entre las pestañas, y mi voz fue sólo un murmullo somnoliento cuando le susurré de vuelta.

-Buenas noches...

Cerré de nuevo los ojos y obliqué a mi respiración a adoptar el ritmo del sueño, esperando la llegada real de éste. Tardó aún unos minutos en hacer acto de presencia, mientras mi mente me bombardeaba con imágenes, sonidos y sensaciones rememoradas de la última hora. Cada una fue encerrándose con cuidado en un cajón del fondo según terminaban de pasar. Y al cerrar el último cajón, se cerró también la puerta con llave. La luna no volvería a abrirla.

Una pequeña grieta pareció abrirse a un lado del corazón. ¿Estaría enojado? Es cierto, esa molestia no tenía nada que ver con que él hubiese permanecido inmóvil, ajeno a lo que ocurría, es causa del sueño, solo eso…

Aún cerca de él, me encogí sobre mi mismo acercando las rodillas a mi pecho todo cuanto podía y cerrando a los ojos con fuerza con el cejo fruncido sabiendo que no sería capaz de verme.

Los sentimientos, ese sentimiento, sólo eran reacciones químicas del cuerpo, no era un malestar real… Nada se debe a mi deseo de que me tengas en tus brazos pero a la vez en tus pensamientos, dormir a tu lado sintiendo tus caricias mientras me venzo al sueño, despertar y ver tu rostro a milímetros del mío, sentir tu leve respiración, verte abrir los ojos y sonreírme al corroborar que no eres un sueño... Deseo que me ames.

__________________________________________

Dou Jiang… Bollos al vapor… Dim Sum… No, no… Ese olor, era a Shi-Shang. Rico… Tan temprano y ya haciendo el desayuno, ese olor conseguía despertarme aunque hubiese la noche en vela. No me importaba el sueño, necesitaba uno de esos y mi estómago recién despierto rugía por ello.

Me levanté de la cama de un salto movido por ese delicioso aroma, admirando a Kei durmiendo con una sonrisa torcida. Parecía que el buen día había mejorado mi ánimo y esos Shi-Shang. Y de pronto, ese olor se me volvió nauseabundo… La sonrisa torcida desapareció y se presentó una contracción en todos los músculos de mi rostro.

Corrí todo lo que me daban las piernas abriendo la puerta del baño de un brusco portazo al igual que la tapadera de inodoro para inclinarme sobre ella y dejar de aguantar las arqueas para dejar salir toda la cena y almuerzo del día anterior. Como estos días desde que dio comienzo el año nuevo. Seguramente esta vez sería producto de la comida del avión y de esta larga sucesión de reacciones químicas llamadas enamoramiento…

Dormí mal. Fatal, en realidad.

Encogido ligeramente sobre mí mismo y más bien al borde. Mis sueños se sucedieron rápidos y difusos, despertándome súbitamente múltiples veces en la misma noche. Y entre cada despertar la luna recorría la cúpula celeste, hasta que la última vez que desperté, en que el sol ya comenzaba a asomar. Agotado por los constantes movimientos nocturnos, al fin desistí a coinciliar el sueño y me resigné a esperar a la hora de levantarse.

Abrí los ojos viendo a Yu frente a mí. Tenía la cara semihundida en la almohada, con lo que me quedaba oculta, pero era en cierta forma relajante simplemente poder verle al abrir los ojos.

Volví a cerrarlos, sin intención de dormir pero con todas las ganas de descansar al menos un rato. Mientras tanto sentí cómo alguien se levantaba en la casa. Ruido de cacharros.

No duré mucho rato, alrededor de media hora después sentí removerse las mantas y a Yu desperezarse sobre el colchón. En el último rato había alcanzado una ligera modorra que me hizo resistirme a abrir los ojos.

No fue hasta que sentí el temblor de la cama ante una retirada a gran velocidad que abrí los ojos, justo a tiempo para ver a Yu precipitarse a ese maldito lavabo. Me despejé y me incorporé sobre la cama. Fruncí el entrecejo preocupado al oír sonidos de arcadas.

Pronto me acerqué su lado, apartándole el cabello, antes tan útil para cubrirse, ahora tan molesto. Esperé a que se calmara, y para entonces me había formado una idea bastante aproximada de lo que sucedía. El primer sentimiento que me asaltó fue la preocupación, pero pronto se vio sustituido por un gran enfado. Aún así pregunté.

-¿Mejor?- le miré de mal talante. A pesar de la procupación soné secante. Le ayudé a sentarse en el suelo del baño.- Déjame adivinar...-rodé los ojos.- El comer poco no es, en absoluuuto, el motivo de que estés echando fuera todo el contenido de tu estómago arrodillado en el baño.-sarcasmo en su auge.- Oh, por cierto, buenos días.

No es la mejor manera de despertarse, qué le voy a hacer.

- Hola… - le saludé un poco confundido por su actitud, al final parece ser que si que estaba enojado… y temo que sea por lo que pasó. Como dicen “el sexo estropea la amistad” y supongo que a esto también lo hacía, aunque a menor medida… Puede que eso hubiese cambiado algo.

- Claro que no… - negué ofendido al ver como se precipitaba a sacar esas conclusiones de buena mañana… precisamente esa regaña era la que pretendía evitar a toda costa, sabía que acabaría perdiendo esta vez porque ya no tenía pruebas en las que respaldarme, así que sólo me quedaba ponerme a la defensiva… Ya que no podía negar que estuviese echando toda la comida de mi estómago, a lo mejor si podía cambiar sus motivos.

- No tiene nada que ver con eso, siempre intentas echarle la culpa de todo a eso… Es solo un malestar ocasional - repliqué levantándome del suelo para enjuagarme la boca, ya que creía que no quedaba nada más para echar - los viajes en avión no me sientan bien - él no podría haberse dado cuenta de que me lleva pasando de antes de subirme a un avión ¿no? La verdad es que ni siquiera yo sabía por qué era, pero no es probable que sea por eso… Fácilmente podría ser por una gripe, que algo me haya sentado mal o un empacho… Vale, un empacho era imposible a no ser que fuese de besos…

Chasqueé la lengua.

-Por supuesto, te creo, pero ahora haz el favor de no mirar a otro lado al decírmelo. ¿Y siempre que subes en avión te dan vómitos... al día siguiente?

Me apoyé en la pared del baño sin prestar atención esta vez a las manchas. Crucé los brazos sobre mi pecho.

- ¿Vas a volver a ponerte pesado con eso? - no era mi intención sonar borde pero no lo pude evitar al verme acorralado en ese tema de nuevo, sentía que se estaba metiendo donde no tenía que meterse.

Me mojé el pelo con el agua del grifo sin prestar total atención a la conversación y dando a ver que quería pasar de ese tema. - Y no es como si estuviese esquivando verte - le repliqué ofendido porque no confiaba en que lo que decía fuese verdad - ¡además y yo que sé de lo que es! La gente vomita y no se muere pero tú parece que disfrutes restregándome en la cara lo que como cada que tienes oportunidad… - no es que no le mirase porque así me incomodaría aún más o porque estuviese mintiendo, sino porque desde que me he levantado temo verle y perderme. No puedo evitar verle sin que me hechice. Y con eso haría desaparecer todo el enfado que me producía él y su maldito sarcasmo.

Le miré finalmente con la mirada lo más endurecida que podía, mostrándome en contra de caer en su juego. Bufé con hastío esperando su contestación o más bien, la ausencia de esta. Por suerte ya las manchas no conseguían incomodarme, ya había vuelto a acostumbrarme a ellas aunque supongo que no ayudaba mucho el que él si las estuviese viendo porque podría aumentar su desaprobación hacia lo que hago o dejo de hacer.

Mi bufido terminó sonando como un suspiro.

-Eres realmente molesto.-afirmé.- Mira, haz lo que quieras, pero así solo me das problemas. No estoy acostumbrado a preocuparme por nadie y hasta ahora el hacerlo solo me ha metido en líos y más líos. Porque en lugar de hacermelo facil te empecinas en ponerte a la defensiva como si te estuviese atacando. Igual el problema aquí no es si yo te considero un amigo sino si tú me consideras un amigo a mí. Haz el favor y compórtate, que ya no eres un niño: "¡Yo que sé!"-imité su voz lo más fielmente posible, ya que yo jamás usaba eso tono ni ese tipo de palabras.- Cuando la gente enferma y vomita, si no sabe lo que es, ¡va al médico! Y si no lo hace al menos se cuida un poco, se llama "instinto de preservación y supervivencia", del cual pareces carecer.-me froté los ojos, cansados por la falta de sueño. Síndrome de abstinencia del sueño... malvenido.- Y por supuesto que te lo voy a echar en cara, si no quieres que lo haga, arréglalo en lugar de quejarte.

Falta de sueño + recuerdos de cosas que no deberían haber sucedido + mal despertar + crío patético tocándote los cojones = mala hostia.

- ¿Se puede saber qué te pasa esta mañana? ¿Quién es aquí el molesto? - le pregunté sin poder creer que precisamente él tenía la cara de decirme eso - yo a ti no te estoy causando ningún problema pero si no quieres ninguno, entonces no te metas donde no te llaman - sí, lo sé, había sido cruel de mi parte y digno de un niño desagradecido pero era él el que me echaba en cara que encima le estaba metiendo en problemas…

- Y no entiendo a que viene ahora si te considero un amigo… Yo no te estoy haciendo nada para que digas eso. Ofende. Y si actúo a la defensiva es porque SÍ me estás atacando. No paras de tratarme como si fuese un crío y decirme que me comporte cuando no haces ni un esfuerzo por ponerte en mi lugar… Llegas aquí echando mierda sobre la misma causa de siempre sin pararte a pensar que se puede deber a otras cosas… Porque no estoy enfermo ni por asomo, pero a lo mejor no has caído en que puede ser porque apenas he dormido estos días, he estado comiendo malamente comida a la que no estoy acostumbrado, he vuelto a mi casa después de varios meses, he tenido dos discusiones con mi padre, ayer casi me arranco los pelos con mi hermana, también parece que has olvidado los nervios con los que llegué aquí, los malos recuerdos que todo este lugar me trae y que ahí abajo esta el mayor problema al que tengo que enfrentarme… Y para colmo vienes tú a regañarme de buena mañana de lo que carezco o dejo de carecer. Pues me da igual lo que digas o si estás cabreado conmigo o no. Pero yo no he hecho nada que no quisieras y si tienes algún problema con algo, dímelo pero no descargues tu mala hostia en algo que no tiene nada que ver… - me detuve un buen rato a tomar aire tras la carrerilla de palabras que salieron lanzadas de mi boca sin pensarlas demasiado, haciendo mención de lo ocurrido anoche. - Hoy no eres el mismo - concluí con voz triste agachando la mirada que se me aguó al pronunciar esas últimas palabras. Maldita vena sensible que me nublaba la vista cada vez que me alteraba.

Ahh...

Lancé un suspiro mental.

Ahora iba y se ponía triste. Me apreté el puente de la nariz, reprimiendo la furia.

-¡La mitad de las cosas que has mencionado han sido porque te da la gana!-contestá hastiado.- Tampoco yo he dormido hoy, ni ayer, ni la gran mayoría de las noches. Pero me aguanto y lo intento. Tampoco yo tengo casi nunca hambre, pero como porque hay que hacerlo, en lugar de dejarme desfallecer estúpidamente. Anteayer mismo también yo recibí una llamada inesperada, que por cierto, yo también tengo problemas, ¿recuerdas? Y no me autocompadezco. Tu hermana me trae al fresco, las cosas tienen la importancia que tú les das. Te aseguro que no he olvidado nada, sino que TÚ has olvidado que he venido precisamente para ayudarte con ello y que todo va bien, por lo que no te deberías preocupar sino confiar un poco en mí. ¡Un poco! ¿Tan mal te he tratado para que creas que te riño por gusto? No soy el mismo, ¿eh? No, porque ayer mi preocupación por ti perdió la partida y me dejé llevar. No te convengo, Yu.-bajé la voz en la última frase remarcando cada palabra.- Y si fueras listo lo entenderías. Si supieras, ni siquiera se te ocurriría otra posibilidad. Te lo he dicho de muchas maneras, y aún pienso que sería mejor si desaparezco. Aún así...-volví a un tono normal.- Eso no tiene nada que ver, si estoy enfadado es porque te descuidas y cuando alguien se preocupa por ti te sientes atacado y respondes a la defensiva.

- Entiendo… - se dejó llevar. ¿Cómo pude ser tan estúpido? ¿Cómo he podido pensar que él podría quererme? ¿Cómo? No quiero mostrarme débil ante él, no quiero que sepa que sus palabras hirieron mi esperanza. Seguramente ni él sabría que con tres palabras había conseguido estrellarme contra un muro.

“No te convengo”. La forma más sutil para rechazar a alguien, para detenerte cuando conoce tus intenciones, para no dejar que sigas viviendo en un sueño. ¿Por qué tenían que existir esas palabras? ¿Por qué tuvo que decirlas? Todo eran excusas porque él sabía que nunca sentiría nada más por mí y no quería que continuase haciéndome ilusiones por lo de anoche.

- Así que preocupación, ¿no? Porque estabas preocupado por mí, fue que lo hiciste… ¿Por pena? - con la cabeza gacha ya no me atrevía a mirarle - entonces haré que ya no te tengas que preocupar por mi, así no te dejarás llevar y no tendrás nada de lo que arrepentirte. Comeré más - a pesar de que mi voz tenía que sonar animada, no lo hacía, no podía hacerlo después de escucharle decir eso - no me descuidaré. Así mejor para todos… Ya no tendrás que reñirme, ni preocuparte, ni hacer algo que no quieras - ni yo después me ilusionaría estúpidamente - ¿así mejor? Así nadie tiene que desaparecer… Sólo quiero saber una cosa antes, ¿sólo te ganó la preocupación para dejarte llevar? - me arriesgué a preguntar sin preocuparme en fingir que se reflejase puro miedo en mi pregunta.

- ¡Kei! - le llamó una voz femenina desde el interior de mi habitación irrumpiendo nuestra conversación. ¿Cuándo fue que había entrado que ni me había dado cuenta? - mi padre me mandó buscarte, quiere hablar contigo - comunicó con voz monótona asomándose por la puerta del baño ganándose nuestras miradas curiosas y nada más terminar, volverse de nuevo cerrando la puerta a sus espaldas.

Aguardé en silencio a que dijese o hiciese algo. Tenía la oportunidad perfecta para evitar el tema y no contestarme. ¿Dará la cara o huirá? Fuere lo que fuere, dolería indistintamente.

Poco faltó para que corriera hasta la puerta no a atender el llamado, sino a pedirle que hiciera el favor de picar en lugar de andar solicitando a la gente porque sí.

Cogí aire y me armé de paciencia. Don "mi hijo no vale nada" se puede esperar. Porque aquí ha habido un malentendido muy gordo... Aunque tal vez valdría más dejarlo así, por su bien. En un principio lo habría dejado como estaba, pero realmente no quería que Yu siguiese pensando de esa manera.

La vida social es un asco, solo puedes elegir entre hacerle daño a alguien, o hacérselo de otra forma. Una opción le causaría dolor ahora, pero dificultaría futuros peligros. La otra le aliviaría, al menos en parte (ya que tampoco le daré esperanzas, eso queda descartado), pero los riesgos seguirían vigentes. En realidad no quería desaparecer... Y los riesgos futuros no tenían por qué presentarse.

Está bien.

-Me temo que me has entendido mal. Es más, al revés. El dejarme llevar fue lo que le ganó a mi preocupación por ti. Porque cuanto más te involucres conmigo, más problemas te seguirán. Ya tienes bastantes problemas sólo, como para sumarme a mí como otro más. Sólo sabes algunas cosas de mí, y el resto es lo peor... para ti. No te gustaría saberlo. De hecho...- sonreí sardónicamente.- si lo supieses, me echarías de tu casa en este mismo instante.-la sonrisa desapareció.- Es porque me preocupo por ti, que no puedo permitirme el dejarme llevar. No me disgusta preocuparme por ti, solo que a veces no lo hago lo suficiente y tiendo a ser egoísta. Quiero ser tu amigo, no puedo ser nada más. Porque cuando digo que no es conveniente no lo digo como una frase vana, sino en serio. Muy en serio.-marqué las palabras con cuidado, preferiría cortoar yo mismo por lo sano e irme de allí antes que contarle a qué me refería, pero eso no quitaba que pudiera darle algunas pistas. Si es listo lo entenderá... pero no sé yo si lo será.

- Lo siento, lo he entendido todo mal… - no podía evitar que un cierto gusanillo de vergüenza se apoderada en mi estómago y aunque debería de sentirme aliviado por sus palabras, no lo hice. Por el simple hecho de que sabía que eso no quitaba nada y si lo hacía, era para volver a la misma imposibilitad.

No es solo necesario querer algo, sino poder, que nada ni nadie impida que una persona ame a alguien sino solo un amor no correspondido. Pero no, eso no ocurría en la vida real y en mi vida ahora estaba sucediendo. Siempre ese maldito problema estaba haciendo estorbo y me siento un impotente al no conocer nada, ni siquiera saber en lo que estaba tratando. Y él mismo me lo estaba diciendo, no estaba afirmando quererme, eso lo sabía… pero quizás sin ese factor condicionante, algún día podría llegar a cumplirse.

- Nunca perdiste ninguna preocupación por mí y en ningún momento has actuado como un egoísta porque yo también soy mayorcito y sé elegir. El que avisa no es traidor, ¿no? Pues no te machaques porque tú ya hiciste suficiente advirtiéndome constantemente de los problemas que puedo tener, pero soy yo el que elige y no puedes intentar hacer eso por mí porque es el momento en el que yo decido lo que arriesgo y lo que no y ni tú ni nadie podéis evitarlo... No significa que te hayas dejado de preocupar por mí, sino que me dejas ser responsable de mis actos. Intentas protegerme tanto que cuando camino yo solito te culpas porque no me ayudaste y pude haberme caído ¡pero si me caigo la culpa es mía! Eso no te convierte en ningún egoísta porque si me caigo tú no sacas nada a costa de ello, sino también algo malo ¿me equivoco? Siempre que me has advertido te he contestado con lo mismo, pues hoy te contestaré con algo diferente… Al menos si entro en ese problema, gano que podré ayudarte desde dentro y eso es lo que hace que valga la pena. Aún así no tendría nada que perder, no podría perder mis sueños por lo contradictorio que eso sería, ya que mi único sueño eres tú. Eres lo único que tengo.

Sonreí solo un poco.

-¿Sabes? En momentos como estos te ves un poco lindo.-volví a mi expresión normal como si no hubiese comentado nada.- Te he advertido, sería mejor para ti aprovechar mi ayuda esta vez e irte luego.-afirmé.- Pero yo por mi parte no me voy a ir, aunque podría. Podría elegir por ti e irme. Entonces ya no te causaría problemas... pero soy tremendamente egoísta y no lo haré, al menos no sin causa. Creéme, saco mucho, como mínimo lo mismo que sacas tú sin que yo tenga que echarte una mano en nada, ¿entiendes? No te pretendo proteger de todo, culpándome de ello, sino solo de aquello provocado por mí.-volví a sonreír de nuevo, pero era una sonrisa triste.- Lo siento, Yu, pero con eso no me puedes ayudar, y menos desde adentro. Sí tienes cosas que perder, por ejemplo si dices que soy tu sueño, deja de indagar, no vaya a convertirme en tu pesadilla, porque hay cosas de mí que realmente no te van a gustar. Simplemente, quédate. No hace falta que busques hacer más, así está bien.- aparté la espalda de la pared y salí para cambiar mi camiseta por una más formal y ponerme unos pantalones que saqué de mi equopaje.- Y ahora creo que tu padre me reclama, a ver que se le ha ocurrido ahora al señor.- mi tono denotaba lo poco que me apetecía atender al llamado, ese tipo era un mísero insecto que, para serlo, había dañado más de lo que su jurisdicción le permitía.

- Idiota… - murmuré abochornado por su reciente comentario siguiéndole hasta el interior de cuarto apoyado en la pared mientras le veía vestirse. - Prefiero arriesgarme - afirmé sin flaquear. - Aunque jamás podría llegar a odiarte, ya que eso sería hipócrita de mi parte. También yo tengo cosas que no te van a gustar. Pero aún así no me gusta pensar en ello ni darle más vueltas… Es simple: acepta el pasado, vive el presente y mira al futuro con esperanzas. Hay quien dice que no podemos pasarnos la vida con preocupaciones pasadas o futuras porque la vida es un presente - me reincorporé para dirigirme también a uno de los cajones para sacar algo de ropa sentado en el frío suelo viendo como él estaba ya prácticamente listo.

- Esta bien, yo mientras estaré aquí duchándome en lo que hablas con él, ya me contarás y suerte - le dirigí una mirada tras terminar de coger lo primero que pillé rápidamente - Y un poco de respeto - le reprendí un poco en broma - sigue siendo mi padre, él no ha hecho nada malo - le defendí no queriendo que llevase de él una mala imagen.

Me volví a levantar con la nueva muda en la mano quedando a un lado suya, le agarré suavemente de la muñeca para acercarle un poco más a mí y susurrarle confidencialmente viéndole directo a sus ojos claros. - “Los problemas tienen la importancia que tú les des” - cité de nuevo textualmente sus palabras - no olvides que hay cosas que pueden mantenerse ocultas y nadie tiene porqué saberlas…

Precisamente mi presente era lo que no me gustaba. Aún así no dije nada y terminé de abrocharme la camisa.

-Pero a los míos, cualquiera le daría la misma importancia.-aclaré, sin permitir que usase mis propias palabras en mi contra.-Te sorprenderías... En realidad no eres el primero en decir algo parecido, un chaval dijo algo así cuando estaba en primer curso... Al final del curso tuvo un pequeño atisbo de lo que te digo, y solo con eso dejó de darme la lata el resto del curso.-la información salió sola, sin mucha importancia concedida.- Respecto a tu padre... tu opinión sobre él me trae al fresco, yo tengo la mía y me desagrada. Para que yo le tenga respeto a alguien, ese alguien ha de ganárselo, y no hay nadie a quien yo respete realmente.-preferí no opinar más allá, porque tenía muchas cosas que decir acerca de lo de "no ha hecho nada malo". Finalmente lo resumí en una frase lo más amable posible.- Eso no es un padre.-abrí la puerta y antes de deslizarme afuera concluí.- A la vuelta te cuento.

Recorrí el pasillo hasta las escaleras y las bajé a paso ligero. Por mucho que me desagradara tenía que ser hasta cierto punto complaciente para que el viaje no fuese en vano. La hermana de Yu me esperaba abajo para indicarme dónde esperaba su padre.

Es cierto, él en primero ya estaba en el instituto y por algún problema de salud creo recordar que tuvo que ausentarse hasta ahora. No había parado a pensar en cómo le fue en ese tiempo y si hizo amigos o no, era algún joven aún así que supongo que sería inevitable ¿no? No ha podido estar toda su vida apartando a cada uno que se le acercaba… aunque me suena bastante bien la idea de haber sido el primero al que le haya permitido que se le acerque.

En fin, basta de andarme por las ramas, seguía sin convencerme, los problemas que estando con él podrían conllevarme, deberían de poder evitarse, nadie tenía por qué saber nada igual que nadie sabrá jamás lo que ocurrió a noche…

Claro que era demasiado tarde para decirle eso o replicarle cualquier cosa porque ya estaba apunto de marchar por la puerta. Igual me hubiese gustado rebatirle su opinión sobre mi padre, pues sin duda en su valoración se estaban omitiendo muchas cosas, detalles que pueden convertir a la princesa en bruja, fragmentos que desconocía y que ya era hora de que los escuchase. Se acabó la mentira, no podía seguir ocultándoselo por más tiempo…

_________________________

Xia observó a Kei precipitarse escaleras abajo sin mayor prisa, como si nada de eso fuera con él. Ella le guió en silencio hasta el despacho del mayor sin mediar palabra ni para un buenos días, tal parecía por su mutismo que la chica parecía molesta, seguramente por alguna niñería que estaría pasando en su egoísta mentecilla.

Le dio paso a Kei al pequeño despacho en el cual Liang llevaba encerrado desde buenas horas de la mañana tras pilas inmensas de papeleo como si su vida estuviese exclusivamente encerrada en unos papeles. Sencillamente decorado, modesto como el resto de la casa, bastante iluminado y un poco desordenado por cacharros y libros viejos que quizás nunca se hayan abierto para nada, sino por mera decoración.

Cuando la puerta se cerró, el hombre se levantó para saludar al joven con un apretón de manos, por nada del mundo permitiría que nadie le mirase desde arriba. - Buenos días, espero que hayas dormido bien - saludó más que nada por cortesía, reanudando su asiento mientras invitaba a Kei a hacerlo. Despegó un poco su silla de escritorio de caoba echándose sobre el respaldo, dispuesto a tomar un descanso en lo que la charla transcurría.

- Tan solo quería tratar algunos asuntillos contigo para no perder mucho el tiempo. Ya sabes que para un hombre de negocios el tiempo es su bien más preciado, a parte del dinero y el prestigio, son los tres grandes pilares por los que debe sostenerse un hombre - hacía la presentación acostumbrado a ello, a tratar con la gente para dirigirlas ciegamente a la que sería su encerrona. Liang abrió una pequeña caja de plata extrayendo un cigarrillo que debería de ser de buena calidad por su oscuro color y el olor exótico que desprendía. Le hizo un ofrecimiento a Kei. La educación ganaba la confianza y ésta facilitaba la toma de acuerdos como el que pronto estaría sobre la mesa.

Pasé a la habitación, permitiendo mi mirada vagar por la habitación lleva de libros y textos. Para mí los libros eran auténticos tesoros, y me daba cierta pena verlos tan amontonados. Seguro que entre ellos habría alguna obra cuan lo menos interesante. Por un momento olvidé la razón por la que estaba allí ojeando con disimulo algunos títulos de una estantería junto a la puerta.

El apretón de manos me devolvió a la realidad, correspondiendo al gesto y dirigiéndole un leve movimiento de cabeza.

-He dormido.-simplifiqué, no era necesario conarle al hombre que ese sueño había abarcado a lo sumo un par de horas. Escuché con educada deferencia su introducción, esperando a escuchar sus razones y argumentos. Visualicé un sillón cerca de la silla, en frente, y me senté con las piernas cruzadas en el punto de los tobillos. Espalda recta, pero en conjunto sin apenas actitud defensiva. El sillón estaba agradablemente desgastado y era cómodo. Rechacé con un gesto de la mano el cigarro.- Lo lamento, pero no fumo, soy de la opinión de que eso solo me hace perder objetividad. ¿Ese libro es de Andre L' Arou? Ese de la estantería, el de la filosofía de los métodos políticos aplicados a la psicología comercial.-comenté para hacer la charla llevadera y crearle la sensación de que me tenía encantado con el lugar. Tampoco estaba de más dejar ver el buen partido que se llevaría si me ganaba, le demostraba que tenía futuro en negocios.

- Así es - afirmó con una presuntuosa sonrisa prendiendo el tabaco entre sus labios. - Veo que eres inteligente. No me cabe en la cabeza como mi hijo ha podido suspender teniéndote como ayuda en los estudios. Desde luego no se le ha pegado nada bueno de ti - hizo la primera referencia a Yu como su hijo, pues antes de negociar con la mercancía, habría que estimar quien era el dueño de ésta.

Pero él no estaba ahí para comprobar cuan listo era, sus empleados ya se habían encargado de reunir esa noche toda la información posible sobre ese chico que se presentó ayer en su vida. Por nada del mundo dejaría que unos mocosos se quedasen con él y como bien le habían informado, efectivamente Kei era quien decía ser.

- Ahora que sé que conoces la psicología comercial me será más difícil poder negociar contigo sin que yo salga ganando - bromeó con una superficial y ronca risa a causa de años inundando su cuerpo de ese humo - así que será mejor llegar a un acuerdo equitativo, ¿no crees? Pues si no me equivoco, no has venido aquí tan solo por mero placer de conocernos, ¿verdad? Así que, ¿por qué no vamos al grano y me cuentas lo que quieres?