Casa de Yu Zhang (Yu)

- Y yo sólo estaba bromeando. Aunque… - tomé una de las fotografías en las que parecía un niño corriente de cabello y ojos negros - he intentado cambiar miles de veces y al final me di cuenta de que cambiando mi aspecto no estaba cambiando nada… Casi siempre he estado escondiendo el color de mis ojos y hasta hace poco, he sido rubio, a todos les gustaba más porque me hacía ver más “angelical” - le conté con sarcasmo por el adjetivo con el que me solían adular constantemente - pero demasiado claro y puro para mí. Ahora sólo intento ser yo, sin cambios y sin importarme lo que los demás quieran de mí, aunque ahora a ellos no les guste, no cambiaré. No me importa no agradar - al menos no con ciertas personas pero desgraciadamente, había otras por las que daría todo por hacerlo - aunque… si algún día te hartases de mí, cambiaría… Es lo mínimo que podría devolverte, no me gustaría que me odiases - claro que haría todo por poder seguir a su lado.

- ¿Eh? - me desconcertó oír que no jugaba - ¿tú de qué tipo de juego estás hablando? - yo me refería a “juegos de adultos” pero a lo mejor él había entendió otra cosa, pues él mismo dijo que ya lo hizo…

- ¡¿En serio?! ¿Me prepararás una tarta? - pregunté feliz por poder probar una echa por él especialmente para mí como premio - pues ahora mismo dejo de fumar para siempre y hasta me hincharé de comer… Bien, entonces tomo nota que con azúcar pero no, no sé lo que es Trina.

-Eso está bien. Yo no necesito que cambies, al menos no tú, como mucho ese hábito tuyo de fumar y cuidarte más. No me gusta preocuparme... Te prepararé la tarta cuando lleves un mes sin fumar un solo cigarrillo, si no, no podré estar seguro de que lo has dejado.-comencé a comer el arroz. He de admitir que soy algo torpe con los palillos. Como Yu seguro que se fijaría me expliqué.- Suelo comer comida occidental, pasé un tiempo en el extranjero y me acostumbré a ella. Luego en casa no dejé de comerla.

- Y a mí me gusta verte preocupado por mí - confesé pícaramente pero aunque fuese en broma, era verdad que eso me gustaba ¿y a quién no? - Dejarlo del todo… no creo hacerlo, fumar un poco no hace mal a nadie… Es que no sé que tienes en contra del tabaco, no te hace daño. Y hablando de eso… - dejé los palillos a un lado dejando mi comida por terminada para rebuscar entre los cajones hasta que encontré un paquete y un mechero.

- Deberías de probarlo, seguro que hasta te gusta… Y es mejor catalizador que el sexo - le informé acusadoramente recordando que él lo usó para lo mismo que yo usaba el tabaco, no había mucha diferencia. Prendí el cigarro entre mis labios mientras hablaba para después de callar, dar una profunda calada.

- No puedo creer que seas japonés… - negué incrédulo por la forma torpe en la que cogía los palillos. - Aunque bueno, nos la pasamos hablando de mis malos hábitos, de que si fumo, como poco… pero ¿qué hay de ti? También me preocupa no verte con nadie… Y hay gente buena con la que no pierdes nada por conocerla - siempre estaba con su miedo a hacer daño a los demás y no se dejaba a sí mismo ser feliz… eso no era algo que me alegre precisamente.

-Entonces, no hay tarta.-declaré.- Y no me seas, porque daño es justamente lo que hace. Destroza los pulmones, el corazón, el cerebro, los dientes, la sangre... y a largo plazo incluso la voz.-solté de mala manera, haciendo referencia a que para él justamente sería un gran daño, con lo bonita que la tenía. Aunque esa razón, obviamente, me la callé. Le aparté el tabaco de cerca de mi posición como quien aparta una serpiente. Después dejé los palillos (de todas formas no tenía mucha hambre) y me fuí al otro extremo de la cama.- No compares, el sexo no te jode el cuerpo como no sea por una enfermedad contagiada, y eso se previene con protección. Odio el olor del tabaco, lo odio.-me estremecí casi imperceptiblemente.- Y el trato era que no fumerías frente a mí.-aduje con desagrado.- Para tu desgracia, sí, soy japonés.-no podía evitar ponerme a la defensiva, el olor me ponía de los nervios.- Y mis hábitos son los normales, comer y dormir. No tengo malas manías por norma general.- me froté con cuidado la nariz y agité un poco la cabeza.- No se ha limpiado esta habitación desde que marchaste... hay polvo por todas partes.-repetí el gesto de forma más insistente.- Si lo que quieres saber es alguna peculiaridad, quí tienes una:-se me ocurrió en el momento.- soy alérgico. Al polvo. Y a la gente, tengo alergia a la gente. No me gusta la compañía, simplemente. Me agobia. Tú no me has visto metido en un grupo nunca, y te aconsejo no verlo, me vuelvo bastante desagradable.-no podía evitar tener cara de molestia, aunque la moderaba en la posible transformando cuanto podía en seriedad. El tabaco, la preocupación y hablar de compañías... mala, malísima combinación. Me altera.

Era verdad lo que decía pero sólo cuando se abusaba de él, un cigarro a la semana a nadie le causaría tantos problemas, ¿no? Aunque no fumaba solo uno, era el problema pero al menos quería llegar a conseguirlo, sino podía dejarlo del todo, con eso me sentiría satisfecho o al menos que conseguí hacer algo que Kei me pedía, ya que no lo hacía principalmente por mí.

Me levanté en seguida arrojando el cigarro por la ventana para volver a sentarme a un extremo de la cama para mirarle a la cara. - Perdona, lo olvidé y como ayer fumé delante tuya y no dijiste nada, pensé que… - creía que podría habérsele acabado su rechazo total hacia él al ver que ayer no se opuso y él mismo fue quien me entregó el cigarro, pero al parecer seguía odiándolo como siempre, así que será mejor tomar nota. - No lo volveré a hacer… - concluí sintiéndome idiota y mentiroso porque ya llevaban unas tres veces que decía lo mismo - es que llevo tres años, es difícil dejarlo, te nubla totalmente - era cierto que apenas había recordado que no fumaría delante de él, casi fue un instinto que no te paras a pensar.

- ¿Para mi desgracia por qué? Me da igual lo que seas… - parecía decirlo como si yo le odiase por eso o rechazase, cuando el muy idiota no se daba cuenta de que era todo lo contrario y que ni siquiera tomaba en cuenta su nacionalidad. - Vale que no haya tenido una buena experiencia con los japoneses porque en el colegio nunca me han tratado muy bien… pero eso no significa que tú lo seas sea una desgracia para mí. Creo tener la suficiente cabeza como para aceptar que todos no son iguales. Aunque mi mala experiencia salga a flote y quiera generalizar, realmente no lo siento así… - no sabía que más decir, el que ahora creyese que le tenía manía era nuevo y no pensé que mi rechazo a los japoneses lo tuviese en cuenta hasta el punto de incluirse en ese grupo, que en realidad sólo se reducía a aquellos que hacían bromas o insultaban. - Pero lo siento si con eso te he ofendido… - también dijo que él que no se sentía muy patriota que digamos.

- Dudo que alguien haya entrado a limpiarla, sí… Pero no sé otro sitio mejor al que ir, como mucho puedo abrir las ventanas si eso ayuda, porque hasta que no la limpie. Por la tarde lo haré - le prometí yendo a abrirlas todo lo que podía. Pensé en silencio su nueva alergia catalogada a la gente y su molestia a la compañía, eso me hacía pensar más de lo que me gustaría provocando un deje de curiosidad y miedo por saber. - ¿Puedo preguntarte algo? - pregunté serio sin esperar una respuesta en sí, sólo aceptando que no quisiese responder a mi pregunta si así quería, pues era algo que no me confería saber por lo atrevida de esta - no te gusta la compañía… - medio afirmé, medio pregunté - ¿tampoco la mía? - formulé finalmente una cuestión que nunca terminaba de aclararme, supongo que yo, al igual que él con los japoneses, no sabíamos si cuando dábamos a ver nuestro disgusto hacia un grupo al cual pertenecíamos, también debíamos incluirnos o no. Pero si yo resultaba entrar en ese grupo molesto, me provocaría una confusión aún mayor porque entonces si que no podría explicarme nada de lo que pasaba, ni incluso que ahora estuviese aquí porque él optó voluntariamente por venir.

Comencé a respirar con más normalidad, pero sin inspirar profundamente. La habitación aún olía a humor, como si no bastase con que ya antes olía ligeramente. Recordé que había comentado no ser el único de su familia que fumaba.

-Aquella vez estábamos al aire libre y yo estaba apartado entrenando. Soy consciente de que se te olvida, pero reacciono instintivamente, me enerva. Me pongo a la defensiva... -expliqué mi mala reacción. A pesar de que ya no fumaba, el efecto persistía y aún me sentía incómodo y un poco molesto. Me quedé parado ante su pregunta, ¿en serio se podía ser tan tonto?- Por supueeesto, si paso gran parte de mi tiempo contigo es porque no te soporto.-dije con un toque de sarcasmo.- En serio, a veces me sorprendes... Al principio, sí, me molestabas bastante, pero luego ya no.

- Bueno, aún así cada vez estoy menos enganchado y puede que de aquí a poco tiempo haya conseguido casi dejarlo, por ti no me importaría hacerlo, además deja mal sabor y olor de boca y es desagradable - sobretodo si alguien a quien no le gustaba el tabaco me… se acercaba a ella demasiado, se entiende ¿no? Pues eso, que a esa persona le sería desagradable el olor y sería una lástima que por eso dejase de hacerlo, tampoco quería espantarle. Quizás tenga que comprarme algo para quitarme el aliento a tabaco y darme uno a olor de fresa, vainilla o chocolate… Uhm, el chocolate sería bastanta adictivo.

Suspiré aliviado para mí mismo al escuchar su respuesta, aunque por un momento dudaba que fuese tan obvia. - A lo mejor no me soportas pero finges o te aguantas para no hacerme sentir mal… Hay mucha gente falsa que actúa falsamente… - aunque él no era de esas personas pero sí sabía que era lo suficientemente bueno como para estar a mi lado aunque a veces pueda hartarse de tanta compañía, pues en sí, estaba haciéndole compañía y a él no le gustaba eso, por lo que podría haber momentos en los que, aún siendo la mía, pueda querer rechazarla. - ¡¿Eh?! Muy fuerte, eso no me lo esperaba… Yo, molestarte a ti… Eres cruel, al principio no me querías ni ver… - fingía pena y sorpresa dándole la espalda en la cama y abrazándome a mi mismo para que creyese que me había deprimido sentirme “rechazado” en un principio. - Pues ahora no te hablo, ala… - finalicé enojado en un puchero con los mofletes inflados aunque no podría verme porque continuaba dándole la espalda y con la cara medio enterrada en mis rodillas.

Mmm... démosle tiempo al tiempo.

-Pues no, al principio no te quería ni ver, igual que me pasa con el resto de la gente. ¿O creías que fue como el amor a primera vista y quise hacerme amigo tuyo a la primera de cambio? Ni cuando fuí a buscarte para que me enseñaras el comedor tenía gran interés. Pero uno se acostumbra. Y creéme, si realmente quisiese que me dejases en paz, en tres días a lo sumo no querrías estar a menos de cinco metros de mí. Solo conoces a mi yo más amable, y no sabes lo desagradable que puedo llegar a ser. Por norma general no me interesa especialmente si mi actitud hace o no sentirse mal a la gente, mucho menos hasta el punto de obligarme a acercarme a alguien que me molesta. Te avisaré cuando quiera que me dejes tranquilo un rato.-concedí, pues no negaba que de vez en cuando me gustaba estar en soledad. Incluso la persona más sociable del mundo necesitaba sus momentos a solas, y ni comparar conmigo.- Soy cruel.-concidí.- Pero tú no conoces esa parte de mí.-meneé la cabeza con condescendencia ante su infantil respuesta y me levanté.- Pues avísame cuando termines tu voto de silencio, he de ir al servicio.

Un par de minutos después maldije de mil formas distintas el que las dospuertas de la habitación fuesen iguales y mi falta de atención. Porque un minuto antes de esas maldiciones, y uno después de mi declaración, abrí la incorrecta.

Volteé rápidamente tras escuchar su aviso para así indicarle dónde quedaba el baño, no quería que se perdiese por la casa aunque no fuese muy grande. Mierda, justo en frente de la cama estaba la puerta del servicio la cual estaba abierta de par en par con un extrañado Kei observándola. Aún desde mi posición podía ver las inherentes manchas rojas en las paredes que nunca consiguieron quitarse, ni siquiera nadie vino a intentar limpiarlas por lo que después de que fuese dado de alta en el hospital, ya estaban completamente secas.

Me levanté lentamente de la cama para dirigirme hasta él bastante dudoso en si acercarme o no. Me quedé a unos pasos suya sin poder acercarme más a esa habitación aunque podía verla a la perfección. - Por eso te dije que no la abrieses… - murmuré sin nada de enfado, solamente como quien advirtió de algo y no le hicieron caso.

Las paredes no eran de azulejos por lo que la sangre había actuado como una potente pintura en la escayola. Venían a mi mente los recuerdos de un niño cerrando fuertemente los ojos para no ver como su líquido vital se escapaba de su cuerpo y al no poder soportarlo más, acabo abriéndolos encontrándose todos sus brazos y manos manchados. Empezaba a asustarse y las heridas cada vez escocían más, golpeó la pared con sus puños fuertemente cerrados intentando alejar el dolor y manchándolas a su paso. Se mantuvo estático sus siguientes momentos hasta que gran parte de su sangre ya manchaba el muro y calló lentamente inconsciente. Como consecuencia de aquel incidente eran también, aparte de las cicatrices, esas manchas en la parte derecha que conseguía ocupar bastante extensión y varios rastros de las gotas que escurrieron por ahí. Cualquiera que lo viese diría que hay habrían asesinado y torturado a alguien por el aspecto siniestro que esas nubes rojas le daba.

Inspiré profundamente. Me invadió el aire viciado del pequeño cuarto por el tiempo pasado herméticamente cerrado. Volví a cerrar la puerta sepultando de nuevo los amargos recuerdos que seguro tapaba.

-Ha sido sin querer.-me justifiqué.- No puede resultarte sano entrar en un baño así.-ignoré el hecho de que tampoco lo era para mí.- Esas cosas se arreglan pintando encima.-traté de hablar con un tono que quitase importancia al asunto, a pesar de lo violento de la situación. Después me acerqué a él y traté de destensar sus rígidos músculos apretándole el hombro.- ¿Me dices dónde está el baño de la casa?

Deseé que mi reacción hubiera sido la correcta y que la situación no empeorase.

- Descuida… - agradecí que hubiese cerrado la puerta rápido para hacerme desconectar de los recuerdos, como si el sonido de la puerta al ser cerrada me volviese a la realidad. Sabía que no había sido su intención porque nunca hubiese desobedecido algo que le pedí que no hiciera, así que no le di más importancia.

Igual yo dudaba que algo así fuese sano de ver aunque no era algo que jamás viese, no con frecuencia pero a veces tenía que entrar ahí, pero después de tanto tiempo en el que apenas me acordaba de eso y no lo veía, volvía a hacerme sentir mal y ese sentimiento aumentaba sabiendo que Kei lo había visto también. - De todas formas ya lo sabías - murmuré mirando hacia cualquier lugar de la habitación mientras no fuese a él. Ahora agradecía que en su momento se lo conté porque sino hubiese sido peor explicar de dónde procedía esa sangre y aún más chocante para él. Seguramente no fue agradable a su vista y ojala que no lo hubiese visto, dudaba que fuese igual que te lo contasen a verlo prácticamente con tus propios ojos y podría pensar ahora de mí como todos los demás lo hacían, como algo que soy - y lo siento - me disculpé sintiéndome culpable pues aunque él fue quien abrió la puerta, el causante de todo era yo, por lo que no podía auto-compadecerme ni dejaría que nadie lo hiciese por mí pues lo hecho, hecho está y a hacerse cargo de lo que uno hace. De todas formas no fui yo quien peor lo pasó, ni siquiera ese incidente. - No tengo pintura pero no te preocupes, no es necesario - tampoco es como si fuese a entrar ahí con frecuencia y prefería no ponerme a pintarlas, demasiado tiempo y cerca estaría de ellas. Como él habrá deducido, esto es por lo que me alteré cuando en una ocasión se golpeó contra la pared y vi la sangre sobre ésta.

Asentí a su pregunta sin tomar demasiada importancia a su gesto, ya que no estaba demasiado cariñoso aunque no me importó su contacto. - Cuando salgas, justo la puerta que hay enfrente, la que pega a pared - le informé volviéndome hacia la maleta decidido a empezar a guardar todo para no tenerlo tan arrugado luego.

-Hum...-fue lo único que salió de mi boca.- Entendido.-asentí.- Al volver te echo una mano con las maletas... oye... entonces... ¿voy a dormir contigo en tu cama o en un futón? Aunque no es como si fuese la primera vez.-le miré ya cerca de la puerta, antes de abrirla.

- ¿Futones? - pregunté extrañado - no, no tenemos de eso, no hay más camas - en realidad si que quedaba una pero como alguien nos viese en el cuarto de mi hermano, meteríamos la pata hasta el fondo y seguramente estaría en peores condiciones de polvo que la mía. - Además, somos pareja, se vería raro si dormimos separados - le recordé olvidando añadir un “supuestamente”, pero espero que él me entienda y no malentienda, también como él decía, más de una vez dormimos juntos sin problema ninguno ni de espacio, ya que yo no ocupaba demasiado.

-OK.-accedí encogiéndome de hombros, sin problemas.- Enseguida vuelvo.-repetí, y me volví de vuelta a la puerta. Entonces, la puerta de enfrente. Abrí la puerta para abandonar la habitación y salir al pasillo.

Después de escuchar la puerta cerrarse dejé la última prenda de mi mano y suspiré pesadamente. Necesitaba un descanso, así que me tumbé en la cama boca arriba para relajarme un poco y después seguir colocando las cosas…

Xia’s POV

Llevaba todo el día encerrada en mi habitación sin hacer nada. ¿Razón? Desde que me levanté lo hice con el pie izquierdo y ando de mal humor y cuando estoy de mal humor, no me apetece hacer nada. Nada más que maldecir al causante de mi mal humor. En este caso a él y a todos los de esta casa. Lo feliz que era sin tener que soportar su cara que intentaba imitar fracasadamente la mía. Lo felices que eran ellos jodiéndome las vacaciones.

Hacía rato que había escuchado el timbre sonar pero obviamente que en ni un momento pensé en bajar a darle un efusivo “bienvenido a casa”. Que me informasen de su pronta visita era motivo suficiente de fastidio.

Volví a echarme un último vistazo al espejo ya habiendo terminado de colocarme las pestañas postizas… Pelo rubio hasta media espalda con grandes rizos, piel clara y de porcelana y ojos perfectamente maquillados en negro que los hacían ver más grandes junto a mi característico color claro de ojos y desiguales. El único parecido que tenía con ese niño.

Me amoldé un poco la camisa y coloqué la corbata como tenía que ir, desanudada. Y abrí la puerta del cuarto de baño distraídamente mientras pensaba en qué hacer. Empezaba a aburrirme así que supongo que era hora de ir a hacerle una visita a mi hermanito y meterme un rato con él.

Al salir al pasillo tardé un momento en que mi vista se adaptase a la suave penumbra del pasillo comparado con la luminosa habitación. Pestañeé un par de veces antes de distinguir una figura saliendo de la puerta que, justamente, debía ser la del baño. Según mi vista se iba acostumbrando, fuí distinguiendo detalle a detalle. Lo primero que noté fue la estilizada figura con curvas femeninas, era una chica. Seguido me percaté del uniforme de instituto y de unos largos rizos que a pesar de que aún no se me acostumbraba la vista me parecieron dorados. Y finalmente, levantó la mirada hacia mí tras cerrar la puerta a sus espaldas, fue entonces que me asaltó el último y chocante detalle: los ojos que me devolvían la mirada eran desiguales, azul y verde.

Me quedé paralizado por la sorpresa aún ante el umbral. Me sentí atrapado entre dos espejos, a pesar de la enormemente obvia diferencia.

Al darme la vuelta me encontré con una figura que en primera instancia creí que sería la de mi hermano, sino fuese porque era un cuerpo mucho más alto y que me parecía desconocido, así que un poco asustada, me apresuré a encender la luz del pasillo para revelar al intruso. Expresión varonil, rasgos nipones y de unos preciosos ojos hielo. El chico no pasaría de más de dieciocho y se veía bastante mono. - ¿Uhm? ¿Quién eres? ¿Te conozco? - pregunté dudosa en japonés y con interés en saber la respuesta, pues si le conocía, era todo un delito no poder recordar esa cara. Aunque después de todo no podían pedirme que recordase a todos… Le miré con ojos confusos e inocentes con una levísima sonrisa, poniendo un rostro de lo más fingido pero que les encantaba a los hombres.

Pegué un respingo al salir de mi confusión y la ilusión desapareció. Dejé de ver un reflejo y examiné a la desconocida chica. Por un momento pareció asustarse, pero luego creí que me lo había imaginado, dado el interés con que me observaba. Me hablaba en japonés, por lo que ya tenía que estar bastante calmada para razonar ante mi aspecto.

Una vez superada la impresión inicial el filtro inconsciente de la indiferencia volvió a cubrir mi vista. Solo era una chica. Adopté una expresión tranquila y algo seria, aunque permití que mi voz además de educada expresara algo de interés, ya que si ella era de la familia ("Aunque Yu no me ha dicho nada", pensé frustrado) debía hacer un esfuerzo por agradarles a todos. No obstante había un límite que no estaba dispuesto a pasar, por lo que mi voz sonó algo fría.

-No, no nos conocemos. Me llamo Yukimura Kei, y he venido con Yu.-hablé en japonés, cómodo de poder hacerlo, me manejaba a la perfección en inglés, pero mi idoma natal era más fácil de pronunciar para mí. Decidí guardar el detalle de que soy su novio, a su padre queríamos darle golpe, pero valía más no shockear a los anfitriones en exceso.

¿Había escuchado bien? Alguien con Yu, eso es imposible. Hacía años que él no se juntaba con nadie y yo me encargué de que así fuese. Su compañía no era favorable para nadie, tan solo le hacía un favor a todos alejándoles un problema y un gran dolor de cabeza. Aunque ese niño hubiese conseguido por iniciativa propia acercarse a alguien, era poco probable que una persona esté dispuesta a estar al lado de una persona que desprende pena y autocompasión por donde la mires. Este chico no podía ser tan tonto como para ser amigo de alguien así… y menos aún con esa cara bonita

- Vaya, es una pena… Pero no importa, ahora ya sí nos conocemos - le sonreí coquetamente ladeando mi rostro y con voz dulce - yo soy Xia… su hermana gemela - me presenté con cierto interés en saber si ese mocoso me habría siquiera mencionado. Cosa que dudo y con razón. Era tonto pero no tanto como para decirles a hombres guapos que tenía una hermana gemela, pues sería como decirles “estoy disponible en versión masculina y femenina. Elige la que más te guste”. Y obviamente las mujeres éramos mejores partidos para los hombres ya que podíamos darles descendencia y les resultábamos más “manipulables” y pasivas de lo que podía resultar con un hombre. Y lo tenía más que comprobado. La última vez que Yu me presentó a su mejor amigo, le costó caro. Se le notaba a la legua que estaba enamorado de él y algo así no podía permitir. Fue divertido ver la cara que puso mi hermanito cuando su amigo le confesó que estaba perdidamente enamorado de mí y oírle llorar por las noches cuando yo estaba con él en mi cuarto y Yu olvidado en el suyo. No podía ser que no hubiese aprendido nada y me hubiese traído a su nuevo enamorado conociéndome…

Sospechas confirmadas.

-Vaya, Yu no te había mencionado... Encantado, supongo. Sí que tienes un aire.-añadí por ser educado y no sonar cortante. Me removí incómodo pero intentando no darlo a notar. Ella se mostraba dulce, por lo que no me creí amenzado, pero la falta de información por parte de Yu me convenía a ser prudente.

- Por favor, no me insultes de ese modo - le rogué ofendida como si me hubiese llamado la cosa más horrible e inhumana que pudiese existir. Bueno, en realidad sí que lo hizo. - No tenemos nada en común - contesté con simpleza, pues a parte de lo obvio, que era el físico, no teníamos nada más. Ojos, facciones de la cara, estatura… Tan sólo las diferencias más significativas entre los dos géneros nos diferenciaban físicamente, por lo que él siempre ha tenido una apariencia más afeminada que aumentaba por su baja estatura.

- No me extraña ni que no te haya hablado de mí, a parte de que es un mentiroso lleno de secretos y que no sabe ser sincero, no nos hemos llevado especialmente bien… - y le pego una hostia al que diga que los gemelos están conectados y tienen una relación fraternal más especial. - Los peores nueve meses de mi vida fue los que compartí día y noche pegado a él. Y eso que todavía ni hablaba, pero ya era insoportable - escupí con odio hacia su gran dote de la charlatanería, que aunque con él he tenido conversaciones contadas, cuando él era el centro de todos los oídos de la casa no callaba ni bajo agua. Todo era Yu, Yu y más Yu.

- Así que si te hartas de él, estoy justo en esa habitación, al lado de la suya… - le ofrecí insinuándole que tenía hueco libre en ella - porque te quedarás aquí, ¿cierto? - le medio pedí - que por cierto… ¿qué hace un chico guapo por aquí y con él? - pregunté sin encontrar una razón con un mínimo de coherencia.

Fruncí el entrecejo molesto. Yo estaba completamente dispuesto a comportarme... mientras ella hiciese lo mismo, pero se ve que no era el caso. Guardé hacia dentro mis impresiones con la facilidad que da la práctica.

-En realidad, no estoy de acuerdo. Hasta ahora no me ha dicho ninguna mentira. Ha omitido algunos detalles, pero tampoco es como si yo le hubiese preguntado. Es bastante notable que no te agrada, sí.-mi voz sonaba fría e impersonal, igual a como me dirigiría a mis padres.- Actualmente, estoy buscando el lavabo.- respondí intencionadamente saliendo del tema e indicando que prefería marcharme ya.- Y estoy aquí porque Yu consideró oportuno presentar a su familia a su pareja.-esperé deseando que se quitase de en medio y poder entrar al servicio, pero sin dejar traslucir nada en mi expresión.

No podía creerlo… otro más que le defendía como si fuese un ángel. Eso me sacaba de quicio. Siempre defendiendo al niño bonito, siempre… Pero cómo podía ser la gente tan ciega. Es cierto que no, no me agradaba pero y qué hay de él. Yo tampoco le agradaba, él también hacía sentir mal a las personas, insultaba, gritaba y molestaba… Y aún así la gente sólo sabía ver que yo hacía eso porque no creen que él también pueda, sólo porque él fue una “bendición del cielo” y yo solo una boca sobrante más que alimentar.

- Omitir detalles es lo mismo que mentir… La verdad es sólo la verdad y toda la verdad - no pude evitar contestarle a lo dicho, estaba ardiendo en rabia en ver cómo intentaba ampararle, me daba hasta lástima.

Por un momento me quedé en silencio ante su última revelación. Bastante sorprendida, incluso pude notar una molestia cerca del pecho pero que intenté disimular. No dejaría ver que me dolió escuchar eso. Pues al escuchar su mención como pareja, la primera imagen que vino a mi mente fue de Yu sonriendo, Yu feliz. Y Dolía, dolía mucho… porque él no merecía ser feliz, no él.

Después de guardarme ese sentimiento de ira, estallé en carcajadas para volver a verle mientras negaba con la cabeza. - En fin, tú sabrás lo que haces, cuñadito. Sólo espero que no te arrepientas y si lo haces, siempre puedes ir a buscarme - le susurré eso último cerca de su oído con voz sugerente poniéndome de puntillas - Yu no puede darte de todo…

Sentí que su réplica golpeaba fuerte, porque lógica no le faltaba e incluso alguna parte de mí le daría la razón. Me pareció que sus ojos llameaban de ira aunque era obvio que ella hacía lo posible para evitarlo. Realmente odiaba a su hermano, por si sus plabras no bastasen ya para atestiguarlo.

-No me interesan ninguna de las cosas que no puede darme.-contesté. Eso contestaría la pareja de alguien si está realmente enamorado, ¿verdad? Aunque eso lo pensé después de decirlo, creo que comienzo a acostumbrarme a representar este papel. Me estremecí ante su contacto, no me gusta la cercanía física, y menos con esa niña desagradable. Me quité su mano de encima con la suavidad de que fui capaz.

Sonreí engreídamente por mi victoria. Su boca decía una cosa pero su cuerpo parecía decir todo lo contrario. Nadie tiene el suficiente amor como para no dejarse llevar, todos los hombres tienen un límite y él, por muy novio de Yu que fuese, no era ninguna excepción. Ya veremos cuanto dura hasta ponerle los cuernos a su querido Yu y que éste sienta la traición que se merece y no un amor que no debería ser suyo…

- Ya veo… entonces sólo es sexo - resumí su relación en una palabra esperando que me diese una afirmativa, ya que eso era lo único que ese niño podría darle y encima uno repugnante…

Close Xia’s POV

Empezaba a cerrar los ojos por inercia como consecuencia del sueño y el cansancio de lo que llevábamos de día. Había desconectado de todo cuanto me rodeaba y empezaba a caer rendido al sueño hasta que una estridente carcajada me alarmó. Demasiado cerca como para provenir de la calle y demasiado femenina para ser de mi padre. Y en esta casa sólo reía así una persona…

Por un momento recordé que Kei ni sabía de su existencia y hasta ahora había intentado ocultarla con el mayor rigor posible. Que la encontrase y sin estar yo presente no sería nada bueno… Me dirigí apresurado hasta la puerta esperando que no hubiese pasado. Pero pasó…

Justo al otro lado de la puerta estaba ella y un Kei aún en el pasillo. Pasé mi vista de uno a otro intentando descifrar qué había pasado y sin saber bien cómo explicárselo a Kei. Pero antes, prefería deshacerme de los estorbos.

- Vete a joder a otra parte - le ordené en chino no queriendo que Kei lo entendiese aunque resultaría difícil que así fuese. Apostaría a que ya estaría haciendo de las suyas o molestándole ya que nunca podía ser agradable. No me agradaba la idea de que Kei me viese tan borde pero espero que pueda entender que con ella no podía ser de otra forma.